A PROPOSITO DE LOGICA, SIGNIFICADO Y ONTOLOGIA, DE RAUL ORAYEN

Pedro Ramos

El libro Lógica, significado y ontología (U. N. A.M., México, 1989), escrito por Raúl Orayen, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas, U. N. A. M., con toda seguridad marcará un hito en la historia de la filosofía de la lógica en los países de habla hispana. Es un libro escrito con mucha claridad, rigor, precisión y abundancia de aportaciones originales. Su impacto en Latinoamérica ya se ha dejado sentir, pues le fue dedicado un número completo de la prestigiosa revista argentina Análisis Filosófico (vol. XIII, no. 1, 1993), en el que lógicos y filósofos de renombre internacional, como Fco. Miró Quesada, Lorenzo Peña y William D. Hart, entre otros, presentan estudios críticos y reseñan las aportaciones del profesor Orayen, quien replica cada uno de los artículos en el mismo número. También han publicado estudios críticos sobre el libro los profesores Eduardo H. Flichman, (en Cuadernos de Filosofía 22, no. 36, Buenos Aires, 1991), Alberto Moretti (en la Revista Latinoamericana de Filosofía, vol. XVIII, no. 1, Buenos Aires, 1992) y Lorenzo Peña (en Sorites, Electronic Quarterly of Analytical Philosophy, no. 2, 1995). Desgraciadamente el impacto de un libro como este no puede extenderse tal cual hacia los países de habla inglesa, debido a que la gran mayoría de los filósofos anglosajones no conocen nuestro idioma (pero parece que, al menos en el caso presente, eso tendrá un remedio, pues su autor ya negoció la traducción de su libro al inglés con la editorial RODOPI). Sin embargo, más lamentable e imperdonable aún es el escaso interés que el libro en cuestión ha despertado en nuestro país. El por qué de eso lo paso a considerar someramente en lo que sigue.

En México la filosofía es vista como una disciplina esotérica, con la agravante de que en su versión académica (la que se cultiva en las universidades) parece ser la menos popular de todas ellas, en un tiempo en que el entusiasmo por éstas va vertiginosamente en aumento. Además, dentro de la misma filosofía sus ramas menos populares son aquellas que más tienen que ver con la lógica: la lógica misma, por supuesto, y las filosofías de la matemática, de la ciencia y del lenguaje. Tradicionalmente éstas han sido consideradas en nuestro medio como difíciles, en el mejor de los casos, y como carentes de todo sentido e interés, en el peor. El mote de difíciles está justificado, pues el tipo de pensamiento que exigen es, sobre todo, el del pensamiento racional, analítico y abstracto; amén de que sus ideales consisten en elaborar discursos claros, precisos, concisos, sencillos y rigurosos, lo cual tampoco resulta fácil. Sobre todo las ``ciencias formales'' (lógica y matemática) me recuerdan el tipo de pensamiento mencionado, pues en ellas se desarrolla en su máxima expresión; y sobre todo las ``ciencias duras'' (matemática, física, química y biología) me recuerdan los ideales en cuestión, pues en esas ciencias aquéllos tienden a desarrollarse en su máxima expresión.

Ahora bien, sin pretender que lo que sigue sea tomado como una definición, diré que la filosofía es, o al menos incluye, una especie de amor a la búsqueda de la verdad por medio de la razón. Pero vemos que en nuestro medio, en los ámbitos político, económico y social, amores como ese no son en general cultivados, premiados, alabados, exigidos, pedidos, etc., sino muchas veces al contrario, son más bien extinguidos, castigados, vituperados, ignorados, etc. Aunque hoy en día y cada vez más eso parece estar cambiando, lo cual, si estoy en lo correcto, traerá consigo como subproducto un mayor respeto hacia la filosofía en general; incluidas también en particular, espero, sus disciplinas menos populares, a pesar del difícil tipo de pensamiento e ideales que a la vez exigen y promueven. Ojalá sea así.

En lo que sigue paso a comentar los contenidos de Lógica, significado y ontología. Como dice su autor en el prefacio: ``Los capítulos I y IV, que pueden leerser de manera independiente, pueden resultar de utilidad como textos de apoyo en un curso elemental de lógica, si el profesor desea que los alumnos vean cuestiones conceptuales de la disciplina con mayor detalle que el de los manuales corrientes.'' (P. 10.) Ambos capítulos constituyen una excelente presentación de las cuestiones de la filosofía de la lógica presupuestas en un curso elemental de lógica clásica (proposicional y cuantificacional). En esa medida, a un profesor (o a un alumno) de nivel medio, o superior, de la llamada lógica ``simbólica'', ``formal'' o ``matemática'', le muestra muy claramente las bases conceptuales o filosóficas de la lógica clásica elemental; por eso recomendaría como lectura obligada, al menos para profesores, esos capítulos del libro. Sobre todo los 3 y 4 del capítulo I, donde su autor define y explica las importantes nociones lógicas de razonamiento y de validez intuitiva y formal, comparando y analizando en profundidad las relaciones entre estas últimas; y los 2 y 3 del capítulo IV, donde explica las también importantes nociones de matriz y de ejemplo de sustitución de una matriz, mostrando muy claramente las bases teóricas que uno normalmente sigue de modo más o menos irreflexivo al simbolizar el lenguaje natural.

Por otra parte, los capítulos II y III del libro del profesor Orayen resumen y exponen críticamente uno de puntos centrales de cruce de la filosofía de la lógica con la moderna filosofía del lenguaje: el rechazo del influyente lógico y filósofo W. V. O. Quine a los conceptos intensionales: analiticidad, sinonimia, necesidad, etc. (cap. II) y como secuela de eso su famoso argumento de la indeterminación de la traducción (cap. III). Ambos capítulos pueden estudiarse como el nucleo de un curso sobre uno de los problemas fundamentales de la moderna filosofía de la lógica y del lenguaje. Resulta muy interesante considerar en esta conexión el Apéndice I del libro, en el que el mismo Quine responde y evalúa las críticas y propuestas que el profesor Orayen presenta en el texto.

Así, los capítulos I al IV de Lógica, significado y ontología pueden verse como una exposición de temas fundamentales de filosofía de la lógica clásica y del lenguaje. Los capítulos V y VI se ocupan de temas de filosofía de la lógica más particulares, pero no por ello menos fundamentales, conectados respectivamente con dos tipos de lógicas divergentes o rivales de la clásica: la lógica relevante y la lógica libre.

El capítulo V se ocupa de la lógica relevante, según la cual es necesario que haya relevancia o conexión temática entre las premisas y la conclusión de un razonamiento válido (lo cual se opone a las importantes tesis lógicas clásicas de que de una contradicicón se sigue lo que sea y de que una verdad lógica se sigue de lo que sea). Esta es una intuición fuerte que los alumnos de lógica suelen tener, lo mismo que la intuición de que en una construcción gramatical de la forma `si ..., entonces ...', perteneciente al lenguaje cotidiano, debe haber alguna conexión temática entre antecedente y consecuente, so pena de caer en la falsedad o en el sinsentido de no haberla. En este capítulo se analizan ambas intuiciones, pero sobre todo la primera bajo el enfoque y desarrollo que le dan los lógicos relevantistas Alan Anderson y Nuel Belnap. En conexión con esto, en el Apéndice II del libro, escrito por el profesor Raymundo Morado, se critica la noción de relevancia presupuesta en este capítulo y se propone otra, según la cual la deducción en lógica clásica sí es relevante.

Finalmente, el capítulo VI se ocupa de un tema conectado con la lógica libre de los supuestos existenciales de la lógica cuantificacional clásica. Al estudiar esta última algunos alumnos tienen la intuición de que el supuesto de que el universo de discurso no debe ser vacío es injustificada, pues parece poderse razonar con igual precisión lógica, ya se trate de un contexto que presupone una situación real o, v. g., una meramente ficiticia que no incluye el supuesto de existencia de los entes sobre los que se razona. En este capítulo se estudian dos posibilidades teóricas a que da lugar la lógica libre: una en la que los términos singulares que no denotan objetos existentes no denotan nada y otra que admite que algunos términos singulares denotan objetos inexistentes. Se analizan dos ejemplos del segundo tipo, una teoría de Meinong y otra de Hector-Neri Castañeda. En el Apéndice III el mismo Hector-Neri Castañeda responde y evalúa las críticas que el profesor Orayen le hace en este capítulo.

Como dije al principio, Lógica, significado y ontología es un libro importante de filosofía. Además, los apéndices mencionados lo hacen aún más interesante, pues dos de ellos fueron escritos por dos de los filósofos más importantes de la tradición analítica (el otro está actualmente ``haciendo su lucha'' por llegar a serlo también, ánimo!), lo cual es francamente inusual en nuestro medio. Por todo lo anterior, recomiendo ampliamente la lectura y el estudio detallado de este libro a alumnos y profesores de lógica, sobre todo a estos úñltimos en el entendido de que con ello, amén de enriquecer su cultura lógica y filosófica en general, contarán con un valioso material de apoyo para la preparación de sus clases de lógica y de cursos más avanzados sobre filosofía de la lógica y del lenguaje.

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