Tercera Persona

Tres personas

Axel Barceló
Noviembre 1994

(Versión corregida, aumentada y traducida al Español por el autor,
Febrero-Junio 1995)


Es en verdad sorprendente el hecho de que, despues de tantos años de reflexion filosófica sobre moral y relaciones humanas, y a pesar de representar vínculos tan básicas y comunes, la amistad, el amor erotico adulto y la maternidad (entendida como la relación entre la madre el hijo/la hija) sigan siendo temas tan poco tratados o tan de manera secundaria en las teorias éticas contemporáneas. Revisando índices, temarios y bibliografías, es fácil de ver como este tipo de relaciones han sido pasados por alto en la discusion ética de nuestros días. Como consecuencia, no nos debe sorprender que para la ética tradicional las relaciónes morales sean vistas como frias y abstractas relaciones entre terceros, y que el paradigma de análisis sea una relación tan 'impersonal' como el contrato legal. La amistad, el amor y la maternidad claramente no encajan en estos modelos. Por el contraio, su proposito y sentido descansa precisamente en no ser frias y abstractas sino conretas y personales. El hacer a un lado este tipo de comportamientos al teorizar sobre las relaciones humanas es un enorme defecto señalado pertinentemente por gran parte de las filósofas feministas dedicadas a la Ética, especialmente en los Estados Unidos. En años recientes, los journals de ética dentro de la tradición analítica se han visto inundados de artículos donde autoras feministas como Annete Baier y Lorraine Code, crítican el frio y 'masculino' estado actual de la reflexión ética y abogan por un nuevo tipo de teorías morales en las cuales este tipo de relaciones ocupan un lugar central y paradigmático. Según esta corriente dentro del feminismo, el mayor defecto de las propuestas tradicionales es que tratran las relaicones personales como relaciones entre terceras personas, no lo que Beire y Code llaman segundas personas.

En este sentido, el punto que quiere hacer Code es que las relaciones madre/hijo y de amor erótico adulto son solo casos extremos de un equema mas general de relaciones entre 'segundas personas'. ¿Porque la metáfora gramática? Bueno, recuerden que, por lo menos en Inglés, la lengua materna de Code, los pronombres personales hacen diferencias de genero solo en la tercera persona. A diferencia de "" y de "", "él" y "ella" son genero-específicos. El 'otro' de las teorias morales tradicionales siempre "es", nunca "eres". Si queremos desarrollar una teoria moral no sexista, la segunda y primeras personas son mas adecuadas que la tercera. Aun más, lo que distingue a la segunda de las terceras personas es no solo su especificidad de género, sino tambien su presencia, y es por ello que, aun cuando no tenga género específico, la segunda persona no es sexualmente indiferente. La segunda persona es siempre la persona presente. Ser amgos, por usar un ejemplo paradigmático de relación en segunda persona es construir una experiencia comun, estar ahi, en presencia, con un otro quien no es solamente otro. Las terceras personas no estan presentes, sino re-presentadas. El ámbito de las primera y segunda personas es el ámbito de la presencia, mientras que el de la tercera es el de la representación. Sin embargo, la presencia de la primera persona es una presencia en soledad. En el uso de las primera y terceras personas, la ética tradicional pone en juego el privilegio que otorga a la autonomia y la representacion. Una ética feminista como la propuesta por Code, por el otro lado, hace uso de la segunda persona como medio para acercarse de una manera mas adecuada a relaciones personales como la amistad y el amor erótico.

Haciendo a un lado la connotación anti-sexista de su propuesta, las nuevas éticas feministas, tanto por su fuerza como su pertienencia, representan una importante posición alternativa al estado actual de la relfexión ética y sería estúpido no reconocerlo. Sin embargo, en mi opinión, la mayoría de ellas caen en el defecto de llevar las cosas de une xtremo del espectro a otro. En este punto, estoy completamente de acuerdo con Lorraine Code cuando señala que tomar la amistad, el amor y la maternidad como los nuevos paradigmas de comportamiento moral no es la reaccion correcta. Tan absurdo como tratar todas las relaciones humanas como abstractas e impersonales, es tratarlas todas como personales. Es necesario apelar un poco a nuestro sentido común y darse cuenta de que no todos son nuestro amante, nuestra madre, hija, hijo hermano o siquiera nuestro amigo. Es más, es difícil y no muy productivo siquiera imaginarse tal estado de cosas. Que es lo que nos repele tanto de un amor indiscriminado? Precisamente eso: su naturaleza indiscriminada. Queremos que nuestro amor y nuestra amistad sean restringidos, que hagan una diferencia, una particularidad. Amigos y amantes son personas epseciales para nosotros. Los amamos y tomamos cuidado de ellos precisamente porque son especiales, no porque sea lo moralmente correcto por hacer. Aun mas, nuestro amor y cuidado es la manera de decirles que son especiales. Al ser amigos o amantes de una persona, subrayamos su singularidad como personas únicas. No somos amigos dde alguien, sino de Fulanito o Menganito. La singularidad implicada e relaciones personales como el amor o la amistad es lo que falta tanto en las teorias morales tradicionales como en sus alternativas feministas.

En maneras completamente opuestas, ambas propuestas tratran a las personas involucradas en una relación como planas y unidimensionales. Cada una pone el acento en alguna de sus dimensiones, pero todas parecen fallar en dar una imagen mas completa del individuo moral. El problema es como unificar esas tres personas en una sola teoría moral. Dejar fuera alguna de ellas significaría trabajar con una teoría incompleta que no comprenderia de manera apropaida autonomía, presencia o represerntación. Aun más, ninguna relacion humana puede describirse verazmente sin la comprension de las tres personas. Ninguna relación pertenece de manera exclusiva a la primera, segunda o tercera personas, sino a la combinación de las tres de ellas. Tomemos uno de los ejemplos paradigmáticos de las teóricas feministas: el amor erótico adulto. Es difícil de negar que una relacion amorosa saludable es una relación fuertemente cimentada en la presencia del otro. Te amo porque estas presente. Te amo porque estas aquí, de cuerpo presente. Una relación amorosa sin mucha presencia no es en absoluto ideal, y es casi imposible pensar en amor en ausencia absoluta. Sin embargo, el amor no se reduce a la mera presencia. Tan importante como es el estar presente, es el estar ausente. Tan importante como el estar ahí, es el no estarlo. Es ahi donde la autonomia, la primera persona, adquiere importancia. El Amor, en una manera similar a la amistad o a la relación entre padres e hijos, se define por la tensión que se da entre las tres personas del otro. Te amo a tí, contigo mismo tanto como te amo a tí, conmigo. Quiero que siempres estes presente, pero no que estes presente siempre. Compartimos el amor por nuestro amante con su presencia y su representación. La omnipresencia es tan antitética del amor erótico, como la ausencia absoluta. Es por eso que las cartas de amor son únicas. Es por eso que se habla de la distancia tanto como el maximo afrodisiaco como la mejor cura para el amor. Debemos ser capaces de ver a nuestro amante no solo como la segunda persona con la que interactuamos, sino tambien como primera y tercera persona. Nunca debemos olvidar que, por mucho que nos amemos, cada uno de nosotros sigue siendo una persona diferente y que, aun más, es esta diferencia, una de las bases sobre las que cimentamos nuestro amor.

Lo mismo puede decirse del amor fraternal y de la amistad. Nunca existen sin esta tensión. La teoria moral tradicional se ha enfocado de manera exclusiva en relaciones impersonales y abstractas como los contratos legales porque en ellos no se da este tipo de tensión. Cada uno de los involucrados en un contrato, por ejemplo, es solo una tercera persona. Sin embargo, esta es mi hipotésis, las relaciones entre terceras personas puras son un mito. Tanto como lo son las relaciones meramente de segunda o primera persona. Nunca entramos en contacto con alguién en el mero nivel abstracto de 'personas'. Aún si no desarrollamos ninguna relación de odio, amor o amistad con ellas, reconocemos su singularidad y, de una manera u otra, reaccionamos ante ella. Lorraine Code tiene razón: el mayor error de la teoría moral tradicional es que no reconoce el hecho de que las personas pueden pasar de ser terceras a segundas personas. Sin embargo, una teroía moral exclusivamente en terminos de la segunda persona falla también en desconocer que nuestros amantes, amigos, etcétera son también primeras y terceras personas.