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15Überall aber ist die Auslegung original, wenn sie eben auf dem Boden der originalen Selbsterfahrung das Erfahrene selbst entfaltet und zu jener Selbstgegebenheit bringt, die hierbei die denkbar ursprünglichste ist. In diese Auslegung erstreckt sich hinein die apodiktische Evidenz der 20transzendentalen Selbstwahrnehmung (des Ich bin), obschon in einer früher schon erörterten Beschränkung. (Q.V.) In schlechthin apodiktischer Evidenz treten durch Selbstauslegung nur hervor die universalen Strukturformen, in denen ich als ego bin, nämlich in wesensmäßiger Universalität bin und nur sein kann. Dahin gehört25 (obschon nicht allein) die Seinsweise in Form eines gewissen universalen Lebens überhaupt, in Form der stetigen Selbstkonstitution seiner eigenen Erlebnisse als zeitlicher innerhalb einer universalen Zeit usw. An diesem universalen apodiktischen Apriori in seiner unbestimmten Allgemeinheit, aber Bestimmbarkeit, 30nimmt dann jede Auslegung singulärer egologischer Daten Anteil, wie z.B. als eine gewisse, obschon unvollkommene Evidenz der Wiedererinnerung an selbsteigenes Vergangenes. Die Teilhabe an der Apodiktizität zeigt sich an dem selbst apodiktischen Formgesetz: Soviel Schein, soviel (durch ihn nur verdecktes, verfälschtes) 35Sein --- nach welchem daher gefragt, das gesucht werden, das auf einem vorgezeichneten Wege gefunden werden kann, wenn schon in einer bloßen Approximation an seinen vollbestimmten Inhalt. Dieser selbst mit dem Sinn eines immer wieder und nach allen Teilen und Momenten fest Identifizierbaren ist eine a priori gültige Idee.
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La exposición, sin embargo, es originaria siempre que, sobre la base de la experiencia originaria de sí mismo, despliega justo lo experimentado mismo y lo trae a que se dé ello mismo en el modo más originario que es aquí pensable. La evidencia apodíctica de la percepción trascendental de mí mismo (del "yo soy") se prolonga por esta exposición, aunque con una limitación que ya fue discutida antes. (Q.V.) Tan sólo resaltan por exposición de mí mismo en evidencia absolutamente apodíctica las formas estructurales universales en las que yo soy en cuanto ego; esto es: en las que soy en universalidad esencial (y que son las únicas en que puedo ser así). Pertenece a ellas (aunque no él solo) el modo de ser en la forma de una cierta vida universal en general, en la forma de la autoconstitución perpetua de las propias vivencias como temporales, dentro de un tiempo universal, etcétera. De este a priori apodíctico universal en su generalidad indeterminada (pero que es a la vez determinabilidad) participa luego toda exposición de datos egológicos singulares; como, por ejemplo, a título de una cierta evidencia, aunque imperfecta, del recuerdo de algo mío propio pasado. La participación en la apodicticidad se muestra en la ley formal (apodíctica ella misma): tanta ilusión cuanto ser (sólo encubierto, falseado por aquélla); ser, pues, por el que puede preguntarse, que puede ser buscado, que puede ser hallado por una vía trazada de /165/antemano ---si bien en una mera aproximación a su contenido plenamente determinado---. Contenido que es, él mismo, con su sentido de algo siempre de nuevo firmemente identificable en todas sus partes independientes y no-independientes, una "idea" que vale a priori.