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So wären also die weitergehenden Auslegungen des vorliegenden Kapitels notwendige.30 Durch sie wird uns erst der volle und eigentliche Sinn des phänomenologisch-transzendentalen "Idealismus" verständlich. Der Schein eines Solipsismus ist aufgelöst, obschon der Satz die fundamentale Geltung behält, daß alles, was für mich ist, seinen Seinssinn ausschließlich35 aus mir selbst, aus meiner Bewußtseinssphäre schöpfen kann. Dieser Idealismus ergab sich als eine Monadologie, die bei allen absichtlichen Anklängen an Leibnizens Metaphysik ihren Gehalt rein aus der phänomenologischen Auslegung der in der transzendentalen Reduktion freigelegten transzendentalen [177]Erfahrung schöpft, also aus der ursprünglichsten Evidenz, in der alle erdenklichen Evidenzen gründen müssen --- oder aus dem ursprünglichsten Recht, aus dem alle Rechte und insbesondere Erkenntnisrechte je schöpfen können. Phänomenologische Auslegung5 ist also wirklich nichts dergleichen wie metaphysische Konstruktion, und nicht, weder offen noch versteckt, ein Theoretisieren mit übernommenen Voraussetzungen oder Hilfsgedanken aus der historischen metaphysischen Tradition. Sie steht zu all dem in schärfstem Gegensatz durch ihr Verfahren im Rahmen reiner 10Intuition, oder vielmehr der reinen Sinnesauslegung durch erfüllende Selbstgebung.
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Así, por lo tanto, las amplias exposiciones del presente capítulo serían necesarias. Es gracias a ellas como se nos hace inteligible el pleno y auténtico sentido del "idealismo" fenomenológico-trascendental. Se ha disuelto la apariencia de solipsismo, aunque conserva su validez fundamental la tesis de que todo cuanto es para mí puede única y exclusivamente extraer su sentido de ser de mí mismo, de mi esfera de conciencia. Este idealismo ha resultado ser una monadología que, con todas sus reminiscencias intencionadas de la metafísica de Leibniz, extrae su contenido puramente de la exposición fenomenológica de la experiencia trascendental dejada al descubierto en la reducción trascendental; [177]lo extrae, pues, de la evidencia más originaria, en la que tienen que basarse todas las evidencias concebibles; o del derecho más originario de que pueden nutrirse los derechos todos y, en especial, el cognoscitivo. Realmente, pues, la exposición fenomenológica no es nada del estilo de la construcción metafísica, y no es, ni franca ni ocultamente, teorizar con supuestos recibidos o con ideas auxiliares tomadas de la tradición /221/metafísica histórica. Está en la más cruda oposición a todo esto, gracias a su proceder en el marco de la "intuición" pura ---o, más bien, de la exposición pura del sentido mediante el darse impletivo de la cosa misma---.