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Zu diesem Gegensatz zwischen Immanenz und Transzendenz gehört, wie in unserer Darstellung ferner hervorgetreten ist, ein 5prinzipieller Unterschied der Gegebenheitsart. Immanente und transzendente Wahrnehmung unterscheiden sich nicht nur überhaupt darin, daß der intentionale Gegenstand, der im Charakter des leibhaftigen Selbst dastehende, einmal dem Wahrnehmen reell immanent ist, das andere Mal nicht: vielmehr durch 10eine Gegebenheitsweise, die in ihrer wesenhaften Unterschiedenheit in alle Vergegenwärtigungsmodifikationen der Wahrnehmung, in die parallelen Erinnerungsanschauungen und Phantasieanschauungen mutatis mutandis übergeht. Das Ding nehmen wir dadurch wahr, daß es sich "abschattet" nach allen gegebenenfalls 15"wirklich" und eigentlich in die Wahrnehmung "fallenden" Bestimmtheiten. Ein Erlebnis schattet sich nicht ab. Es ist nicht ein zufälliger Eigensinn des Dinges oder eine Zufälligkeit "unserer menschlichen Konstitution", daß "unsere" Wahrnehmung an die Dinge selbst nur herankommen kann durch bloße 20Abschattungen derselben. Vielmehr ist es evident und aus dem Wesen der Raumdinglichkeit zu entnehmen (sogar im weitesten, die "Sehdinge" umspannenden Sinne), daß so geartetes Sein prinzipiell in Wahrnehmungen nur durch Abschattung zu geben ist; ebenso aus dem Wesen der cogitationes, der Erlebnisse überhaupt,25 daß sie dergleichen ausschließen. Für Seiendes ihrer Region gibt mit anderen Worten so etwas wie "Erscheinen", wie sich Darstellen durch Abschattung gar keinen Sinn. Wo kein räumliches Sein, da hat eben die Rede von einem Sehen von verschiedenen Standpunkten aus, in einer wechselnden Orientierung, nach 30verschiedenen, sich dabei darbietenden Seiten, nach verschiedenen Perspektiven, Erscheinungen, Abschattungen keinen Sinn. Andererseits ist es eine Wesensnotwendigkeit, als solche in apodiktischer Einsicht zu erfassen, daß räumliches Sein überhaupt für ein Ich (für jedes mögliche {78}Ich) nur in der bezeichneten Gegebenheitsart35 wahrnehmbar ist. Es kann nur "erscheinen" in einer gewissen "Orientierung", mit welcher notwendig vorgezeichnet sind systematische Möglichkeiten für immer neue Orientierungen, deren jeder wiederum entspricht eine gewisse "Erscheinungsweise", die wir etwa ausdrücken als Gegebenheit von [89]der und der "Seite" usw.
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A esta oposición entre inmanencia y trascendencia corresponde, como se ha puesto de relieve también en nuestra exposición, una distinción de principio en las formas de darse algo. Percepción inmanente y percepción trascendente no se distinguen sólo en que el objeto intencional, el objeto que está ahí con el carácter de estar él mismo en persona, sea una vez inmanente al percibir, en el sentido de ingrediente, y la otra vez no; antes bien, se distinguen por un modo de darse el objeto, que, en lo que tiene de esencialmente distinto, pasa mutatis mutandis a todas las modificaciones representativas de la percepción, a las intuiciones paralelas a ésta del recuerdo y la fantasía. Percibimos la cosa porque se "matiza" o "escorza" en todas las determinaciones que en el caso dado "caen" "real" y propiamente dentro de la percepción. Una vivencia no se matiza ni escorza. No es una caprichosa obstinación de la cosa o un capricho de "nuestra humana constitución" el que "nuestra" percepción sólo pueda acercarse a las cosas mismas a través de meros matices o escorzos de ellas. Es evidente, antes bien, y derivable de la esencia de la cosa espacial (incluso en su sentido más amplio, el que abraza la "cosa visual"), que un ser de tal índole sólo pueda darse, por principio, en percepciones, a través del matiz o el escorzo; como, asimismo, de la esencia de las cogitationes, de las vivencias en general, que excluyan semejante darse. Para entes de su región no tiene, en otras palabras, sentido alguno una expresión como "aparecer", un exhibirse a través de matices o escorzos. Donde no hay ser espacial alguno, no tiene ningún sentido hablar de ver desde distintos puntos de vista, con una orientación cambiante, por diversos lados que se ofrezcan, según diversas perspectivas, hablar de maneras de aparecer, matices o escorzos. Por otra parte, es una necesidad esencial, en cuanto tal aprehensible con evidencia apodíctica, que un ser espacial en general sólo es perceptible para un yo (para todo yo posible) en la señalada forma de darse. Tal ser sólo puede "aparecer" en una cierta "orientación", con la cual están necesariamente trazadas de antemano posibilidades sistemáticas de orientaciones siempre nuevas a cada una de las cuales corresponde a su vez un cierto "modo de aparecer" que expresamos /97/diciendo que se da por [89]tal o cual "lado", etc.