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Widersinnigerweise verknüpft man also Sinnendinge und physikalische Dinge durch Kausalität. Dabei verwechselt man aber 20im gewöhnlichen Realismus die sinnlichen Erscheinungen, d.i. die erscheinenden Gegenstände als solche (die selbst schon Transzendenzen sind), vermöge ihrer "bloßen Subjektivität" mit den sie konstituierenden absoluten Erlebnissen des Erscheinens, des erfahrenden Bewußtseins überhaupt. Mindestens in der Form begeht25 man überall die Verwechslung, daß man so spricht, als ob die objektive Physik nicht die "Dingerscheinungen" im Sinne der erscheinenden Dinge, sondern im Sinne der konstituierenden Erlebnisse des erfahrenden Bewußtseins zu erklären beschäftigt sei. Die Kausalität, die prinzipiell in den Zusammenhang der konstituierten30 intentionalen Welt hineingehört und nur in ihr einen Sinn hat, macht man nun nicht bloß zu einem mythischen Bande zwischen dem "objektiven" physikalischen Sein und dem "subjektiven", in der unmittelbaren Erfahrung erscheinenden Sein --- dem "bloß subjektiven" Sinnendinge mit den "sekundären Qualitäten"35 --- sondern durch den unberechtigten Übergang von dem letzteren zu dem es konstituierenden Bewußtsein macht man Kausalität zu einem Band zwischen dem physikalischen Sein und dem absoluten Bewußtsein, und speziell den reinen Erlebnissen des Erfahrens. Dabei unterschiebt man dem physikalischen Sein [115]eine mythische absolute Realität, während man das wahrhaft Absolute, das reine Bewußtsein als solches gar nicht sieht. Man merkt also nicht die Absurdität, die darin liegt, daß man die physikalische Natur, dieses intentionale Korrelat des logisch bestimmenden5 Denkens, verabsolutiert; desgleichen daß man diese, die direkt anschauliche Dingwelt erfahrungslogisch bestimmende und in dieser Funktion völlig bekannte Natur (hinter der etwas zu suchen keinen Sinn gibt) zu einer unbekannten,{102} sich nur geheimnisvoll anzeigenden Realität macht, die selbst nie und nach 10keiner Eigenbestimmtheit zu fassen sei, und der man nun gar die Rolle einer Ursachrealität in Beziehung auf die Verläufe subjektiver Erscheinungen und erfahrender Erlebnisse zumutet.
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Sólo cometiendo un contrasentido se enlazan, pues, la cosa sensible y la cosa física por medio de la causalidad. En el realismo habitual se confunden las apariencias sensibles, esto es, los objetos que aparecen en cuanto tales (que son ya trascendencias), en virtud de su "mera subjetividad", con las vivencias absolutas del aparecer, de la conciencia que experimenta en general, vivencias que los constituyen. Al menos se comete por todas partes la confusión en aquella forma en que se habla como si la física objetiva se ocupara en explicar, no las "apariencias de las cosas" en el sentido de las cosas que aparecen, sino en el sentido de las vivencias de la conciencia empírica constituyentes de estas cosas. De la causalidad que por principio entra en el orden del mundo intencional constituido y sólo dentro de él tiene sentido, se hace no sólo un lazo mítico entre el ser físico "objetivo" y el ser "subjetivo" que aparece en la experiencia directa ---la cosa sensible "meramente subjetiva" con las "cualidades secundarias"---, sino que mediante el paso injustificado desde el último hasta la conciencia constituyente se hace de la /124/causalidad un lazo entre el ser físico y la conciencia absoluta y en especial las vivencias puras del experimentar. A la vez se atribuye al ser físico [115]una mítica realidad en sentido estricto, absoluta, mientras que ni siquiera se ve lo verdaderamente absoluto, la conciencia pura en cuanto tal. No se advierte, pues, el absurdo que hay en hacer un absoluto de la naturaleza física, este correlato intencional del pensar lógicamente determinante; igual que en hacer de esta naturaleza, que determina lógico-empíricamente el mundo de las cosas directamente intuitivas y que en esta función es plenamente conocida (y buscar algo detrás de la cual no tiene sentido alguno), una realidad, en sentido estricto, desconocida, que sólo se denuncia misteriosamente, inapresable en sí misma por siempre y en todas sus determinaciones propias, atribuyéndole encima el papel de una realidad, en el mismo sentido, causal por respecto a los procesos de las apariencias subjetivas y de las vivencias de experiencia.