I1 (53) - Hua III/1 117

Wie bei jeder transzendierenden Apperzeption ist auch hier eine doppelte Einstellung wesensmäßig zu vollziehen. In der 35einen geht der erfassende Blick auf den apperzipierten Gegenstand gleichsam durch die transzendierende Auffassung hindurch, in der anderen reflektiv auf das reine auffassende Bewußtsein. Danach haben wir in unserem Falle einerseits die psychologische Einstellung, in welcher der natürlich eingestellte Blick [118]auf die Erlebnisse, z.B. auf ein Erlebnis der Freude, als Erlebniszuständlichkeit des Menschen, bzw. Tieres geht. Andererseits haben wir die als Wesensmöglichkeit mitverflochtene phänomenologische Einstellung, welche reflektierend und die 5transzendenten Setzungen ausschaltend, sich dem absoluten, reinen Bewußtsein zuwendet und nun die Zuständlichkeitsapperzeption eines absoluten Erlebnisses vorfindet: so im obigen Beispiel das Gefühlserlebnis der Freude als absolutes phänomenologisches Datum, aber im Medium einer es beseelenden Auffassungsfunktion,10 eben der, eine mit dem erscheinenden Leibe verknüpfte Zuständlichkeit eines menschlichen Ichsubjektes zu "bekunden". Das "reine" Erlebnis "liegt" in gewissem Sinne im psychologisch Apperzipierten, in dem Erlebnis als menschlichem Zustand; mit seinem eigenen Wesen nimmt es die Form der Zuständlichkeit und 15damit die intentionale Beziehung auf Menschen-Ich und Menschen-Leiblichkeit{105} an. Verliert das betreffende Erlebnis, in unserem Beispiel das Gefühl der Freude, diese intentionale Form (und das ist doch denkbar), so erleidet es freilich eine Änderung, aber nur die, daß es sich im reinen Bewußtsein vereinfacht, daß 20es keine Naturbedeutung mehr hat.
I1 (53) 127 - Hua III/1 117

Como en toda apercepción trascendente, puede adoptarse también aquí esencialmente una doble actitud. En una se dirige la mirada captadora al objeto apercibido a través, por decirlo así, de la apercepción trascendente; en la otra, se dirige reflexivamente a la pura conciencia apercipiente. Según esto, tenemos en nuestro paso, por un lado, la actitud psicológica en la que la mirada que toma esta actitud natural se dirige [118]a las vivencias, por ejemplo, a una vivencia de alegría como estado vivencial del hombre o del animal. Por otro lado, tenemos la actitud fenomenológica, entretejida con la anterior como posibilidad esencial, y que reflexionando y desconectando las posiciones trascendentes se vuelve hacia la conciencia pura, absoluta, y se encuentra con la apercepción de estado de una vivencia absoluta: así, en el ejemplo anterior, la vivencia afectiva de la alegría como dato fenomenológico absoluto, pero dentro del medio de una función aperceptiva que lo vivifica, justo la de "dar a conocer" un estado, enlazado con el cuerpo que aparece, de un sujeto yo humano. La vivencia "pura" "reside" en cierto sentido en la apercibida psicológicamente, en la vivencia como estado humano; con su propia esencia toma la forma de estado y con ésta la referencia intencional al yo humano y al cuerpo humano. Si la correspondiente vivencia, en nuestro ejemplo el sentimiento de alegría, pierde esta forma intencional (y esto es perfectamente concebible), padece sin duda una alteración, pero solo la de que se simplifica en la conciencia pura, dejando de tener significancia natural.