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An erster Stelle kommt hier (Q.V.) die außerordentlich weitverbreitete Neigung unserer Zeit, das Eidetische zu psychologisieren. Ihr unterliegen auch viele, die sich Idealisten nennen, wie denn 35überhaupt die Wirksamkeit empiristischer Auffassungen auf idealistischer Seite eine starke ist. Wer Ideen, Wesen für "psychische Gebilde" ansieht, wer mit Rücksicht auf die Bewußtseinsoperationen,[131] in welchen auf Grund exemplarischer Anschauungen von Dingen, mit dinglichen Farben, Gestalten usw. die "Begriffe" von Farbe, Gestalt gewonnen werden, das jeweilig resultierende Bewußtsein von diesen Wesen Farbe, Gestalt mit diesen Wesen 5selbst verwechselt, schreibt dem Bewußtseinsfluß als reelles Bestandstück zu, was ihm prinzipiell transzendent ist. Das ist aber einerseits ein Verderbnis der Psychologie, denn es betrifft schon das empirische Bewußtsein, andererseits (was uns hier angeht) ein Verderbnis der Phänomenologie. Es kommt also sehr viel darauf 10an, wenn die gesuchte Region wirklich gefunden werden soll, daß in dieser Hinsicht Klarheit geschaffen werde. Dies aber geschieht naturgemäß auf unserem Wege, zunächst in einer allgemeinen Rechtfertigung des Eidetischen überhaupt und dann, im Zusammenhange der Lehre von der phänomenologischen Reduktion, 15speziell als Ausschaltung des Eidetischen.
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En primer lugar, se presenta aquí (Q.V.) la inclinación extraordinariamente difundida en nuestro tiempo a psicologizar lo eidético. A ella sucumben también muchos que se llaman idealistas, como quiera que la influencia en general de las concepciones empiristas sobre el lado idealista es una influencia muy fuerte. Quien ve en las ideas o esencias "productos psíquicos", quien en presencia de las [131]operaciones de la conciencia en que sobre la base de intuiciones ejemplares de cosas con colores, figuras, etc., se adquieren los "conceptos" de color, figura, confunde la conciencia de estas esencias, color, figura, que se produce en cada caso, con estas esencias mismas, atribuye al río de la conciencia como ingrediente de él lo que por principio le es trascendente. Pero esto es, de una parte, una corrupción de la psicología, puesto que afecta ya a la conciencia empírica, y, de otra parte (que es la que nos importa aquí), una corrupción de la fenomenología. Es, pues, de la mayor importancia, si se quiere encontrar realmente la región buscada, dejar bien en claro todo esto. Es lo que se consigue de un modo natural siguiendo nuestra vía, primero justificando lo eidético en general, y luego desconectando especialmente lo eidético, dentro del conjunto de la doctrina de la reducción fenomenológica.