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Was aber gegen den Gebrauch des Wortes [Psychische: (Q.V.)] als Äquivalent für 20Intentionalität spricht, ist der Umstand, daß es zweifellos nicht angeht, das Psychische in diesem Sinne und das Psychische im Sinne des Psychologischen (also dessen, was das eigentümliche Objekt der Psychologie ist) in gleicher Weise zu bezeichnen. Zudem haben wir auch hinsichtlich dieses letzteren Begriffes einen 25unliebsamen Doppelsinn, der seine Quelle in der bekannten Tendenz auf eine "Psychologie ohne Seele" hat. Mit ihr hängt es zusammen, daß man unter dem Titel des Psychischen --- zumal des aktuell Psychischen, im Gegensatz zu den entsprechenden "psychischen Dispositionen" --- mit Vorliebe an die Erlebnisse in der 30Einheit des empirisch gesetzten Erlebnisstromes denkt. Nun ist es aber unvermeidlich, die realen Träger dieses Psychischen, die animalischen Wesen, bzw. ihre "Seelen" und ihre seelisch-realen Eigenschaften, auch als psychisch, bzw. als Objekte der Psychologie zu bezeichnen. Die "Psychologie ohne Seele" verwechselt, 35wie uns scheinen möchte, die Ausschaltung der Seelenentität im Sinne irgendwelcher nebulösen Seelenmetaphysik mit der Ausschaltung der Seele überhaupt, d.i. der in der Empirie faktisch gegebenen psychischen Realität, deren Zustände die Erlebnisse sind. Diese Realität ist keineswegs der bloße Erlebnisstrom, gebunden[196] an den Leib und in gewissen Weisen empirisch geregelt, für welche Regelungen die Dispositionsbegriffe bloße Indices sind. Doch wie immer, die vorhandenen Mehrdeutigkeiten und vor allem der Umstand, daß die vorherrschenden Begriffe vom Psychischen 5nicht auf das spezifisch Intentionale gehen, machen das Wort für uns unbrauchbar.
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Pero lo que habla en contra del uso de la palabra [lo psíquico: (Q.V.)] como equivalente de intencionalidad es la circunstancia de que sin duda no es lícito designar del mismo modo lo psíquico en este sentido y lo psíquico en el sentido de lo psicológico (o sea, aquello que es el objeto peculiar de la psicología). Además, tenemos también, por lo que respecta a este último concepto, una ingrata ambigüedad, que tiene su fuente en la conocida tendencia a hacer una "psicología sin alma". Con ella se relaciona el que bajo el rótulo de psíquico ---principalmente, de lo psíquico actual, en contraste con las correspondientes "disposiciones psíquicas"--- se piense con preferencia en las vivencias tomadas en la unidad de la corriente de ellas empíricamente puesta. Ahora bien, es inevitable denominar también psíquicos o considerar como objetos de la psicología a los sujetos reales, en sentido estricto, de lo psíquico en este sentido, los seres animados o sus "almas" con sus propiedades psíquicas reales, en el mismo sentido. La "psicología sin alma" confunde, así nos parece, el desconectar la entidad del alma en el sentido de una nebulosa metafísica del alma con el desconectar el alma en general, esto es, la psíquica realidad siempre en el mismo sentido, dada fácticamente en la experiencia y cuyos estados son las vivencias. Pero esta realidad no es, en modo alguno, la mera corriente de las vivencias [196]ligada al cuerpo y sometida empíricamente a una regulación según ciertos modos, de la cual son meros índices los conceptos de las disposiciones. Como quiera que sea, los equívocos reinantes y ante todo la circunstancia de que los conceptos predominantes acerca de lo psíquico no apuntan a lo específicamente intencional, hacen la palabra inservible para nosotros.