I1 (90) - Hua III/1 208

Beginnen wir als natürlich eingestellte Menschen, so ist das wirkliche Objekt 30das Ding dort draußen. Wir sehen es, wir stehen davor, wir haben die Augen fixierend darauf gerichtet, und so wie wir es da als unser Gegenüber im Raume finden, beschreiben wir es und machen darüber unsere Aussagen. Desgleichen nehmen wir dazu Stellung im Werten; dieses Gegenüber, das wir im Raume sehen, gefällt uns, 35oder es bestimmt uns zum Handeln; was sich da gibt, fassen wir an, bearbeiten es usw. Vollziehen wir nun die phänomenologische Reduktion, so erhält jede transzendente Setzung, also vor allem [209]die in der Wahrnehmung selbst liegende, ihre ausschaltende Klammer, und diese geht auf all die fundierten Akte über, auf jedes Wahrnehmungsurteil, auf die darin gründende Wertsetzung und das ev. Werturteil usw. Darin liegt: Wir lassen es nur zu, all 5diese Wahrnehmungen, Urteile usw. als die Wesenheiten, die sie in sich selbst sind, zu betrachten, zu beschreiben, was irgend an oder in ihnen evident gegeben ist, festzulegen; wir gestatten aber kein Urteil, das von der Thesis des "wirklichen" Dinges, wie der ganzen "transzendenten" Natur Gebrauch macht, sie "mitmacht".10 Als Phänomenologen enthalten wir uns all solcher Setzungen. Wir werfen sie darum nicht weg, wenn wir uns "nicht auf ihren Boden stellen", sie "nicht mitmachen". Sie sind ja da, gehören wesentlich mit zum Phänomen. Vielmehr wir sehen sie uns an; statt sie mitzumachen, machen wir sie zu Objekten, wir nehmen15 sie als Bestandstücke des Phänomens, die Thesis der Wahrnehmung eben als ihre Komponente.

Und so fragen wir denn überhaupt, diese Ausschaltungen in ihrem klaren Sinn innehaltend, was in dem ganzen "reduzierten" Phänomen evidenterweise "liegt". Nun dann liegt eben in der 20Wahrnehmung auch dies, daß sie ihren noematischen Sinn, ihr "Wahrgenommenes als solches" hat, "diesen blühenden Baum dort im Raume" --- mit den Anführungszeichen verstanden --- eben das zum Wesen der phänomenologisch reduzierten Wahrnehmung gehörige Korrelat. Im Bilde gesprochen: Die "Einklammerung",25 die die Wahrnehmung erfahren hat, verhindert jedes Urteil über die wahrgenommene Wirklichkeit (d.i. jedes, das in der unmodifizierten Wahrnehmung gründet, also ihre Thesis in sich aufnimmt). Sie hindert aber kein Urteil darüber, daß die Wahrnehmung Bewußtsein{188} von einer Wirklichkeit ist 30(deren Thesis nun aber nicht mit "vollzogen" werden darf); und sie hindert keine Beschreibung dieser wahrnehmungsmäßig erscheinenden "Wirklichkeit als solcher" mit den besonderen Weisen, in der diese hierbei, z.B. gerade als wahrgenommene, nur "einseitig", in der oder jener Orientierung usw. erscheinende bewußt35 ist. Mit minutiöser Sorgfalt müssen wir nun darauf achten, daß wir nichts anderes, denn als wirklich im Wesen Beschlossenes dem Erlebnis einlegen, und es genau so "einlegen", wie es eben darin "liegt".

I1 (90) 219 - Hua III/1 208

Si empezamos como seres humanos en actitud natural, es el objeto real de veras la cosa que está ahí fuera. La vemos, nos detenemos delante de ella, mantenemos los ojos dirigidos fijamente a ella, y tal como la encontramos, como aquello que nos hace frente en el espacio, la describimos y hacemos nuestras frases sobre ella. Igualmente tomamos posición relativamente a ella en el valorar; esto que vemos haciéndonos frente en el espacio nos agrada o nos induce a obrar; lo que ahí se da lo asimos, lo trabajamos, etc. Si ahora llevamos a cabo la reducción fenomenológica, es víctima toda posición trascendente, o sea, ante todo [209]la que entra en la percepción misma, de los paréntesis desconectadores, y éstos se extienden a todos los actos fundados, a todo juicio de percepción, a la posición de valor fundada en éste y el eventual juicio de valor, etc. Esto implica lo siguiente: sólo consentimos en considerar, en describir todas estas percepciones, juicios, etc., como las entidades que son en sí mismos; en fijar cuanto se da con evidencia en o con ellos; pero no toleramos juicio alguno que haga uso de la tesis de la cosa "real de /220/veras", ni de la naturaleza "trascendente" entera, que la "cohaga". En cuanto fenomenólogos, nos abstenemos de toda posición semejante. No las echamos a un lado por el hecho de que "no nos situemos en su terreno", "no las cohagamos". Están, en efecto, ahí, copertenecen esencialmente al fenómeno, y, por nuestra parte, las contemplamos; en lugar de cohacerlas, hacemos de ellas objetos, las tomamos como partes integrantes del fenómeno, la tesis de la percepción justo como un componente de ésta.

Y entonces preguntamos, manteniendo estas desconexiones en su claro sentido, qué es lo que "entra" evidentemente en el fenómeno "reducido" entero. Ahora bien, en la percepción entra, justo, también esto: tener su sentido noemático, su "percepto en cuanto tal", "este árbol en flor que está ahí en el espacio" ---entendido como indican las comillas---, justo el correlato inherente a la esencia de la percepción fenomenológicamente reducida. Dicho con nuestra imagen: la "colocación entre paréntesis" que ha experimentado la percepción impide todo juicio sobre la realidad percibida (esto es, todo el que se funde en la percepción no modificada o que acoja en sí la tesis de ésta). Pero no impide juicio alguno que diga que la percepción es conciencia de una realidad (cuya tesis no debe ser "collevada a cabo"); ni impide, en absoluto, describir esta "realidad en cuanto tal" que aparece en la percepción, con los modos especiales en que se tiene entonces conciencia de ella, por ejemplo, justo en cuanto percibida, como algo que aparece "por un lado", en tal o cual orientación, etc. Con minucioso cuidado tenemos que atender a no hacer entrar en la vivencia nada más que lo realmente encerrado en su esencia, y a no "hacerlo entrar" sino exactamente tal como de suyo "entra" en ella.