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Bleiben wir der Einfachheit halber in einer intentionalen Schicht, in der Wahrnehmungswelt, die in schlichter Gewißheit dasteht. Fixieren wir in der Idee ein wahrnehmungsmäßig bewußtes Ding oder einen dinglichen Vorgang hinsichtlich seines noematischen25 Gehalts, ebenso wie wir das ganze konkrete Bewußtsein von ihm in dem entsprechenden Abschnitt der phänomenologischen Dauer, dem vollen immanenten Wesen nach, fixieren. Dann gehört zu dieser Idee auch die Fixierung des attentionalen Strahles in seiner zugehörigen bestimmten Wanderung. Denn auch 30er ist ein Erlebnismoment. Es ist dann evident, daß Änderungsweisen des fixierten Erlebnisses möglich sind, die wir eben unter dem Titel "bloße Änderungen in der Verteilung der Aufmerksamkeit und ihrer Modi" bezeichnen. Es ist klar, daß dabei der noematische Bestand des Erlebnisses insoweit derselbe bleibt, daß 35es nun überall heißen kann: es sei dieselbe Gegenständlichkeit immerfort als leibhaftig daseiend charakterisiert, sich in denselben Erscheinungsweisen, denselben Orientierungen, erscheinenden Merkmalen darstellend; von ihr sei in denselben Modis unbestimmter Andeutung und unanschaulicher Mitgegenwärtigung [213]der und der Inhaltsbestand bewußt usw. Die Änderung bestehe, so sagen wir, parallele noematische Bestände{191} heraushebend und vergleichend, bloß darin, daß im einen Vergleichsfalle dieses, im anderen jenes gegenständliche Moment "bevorzugt" sei, oder 5daß ein und dasselbe einmal "primär aufgemerktes", das andere Mal nur sekundär, oder nur "noch eben mitbemerktes" sei, wo nicht gar "völlig unbemerktes", obschon immer noch erscheinendes. Es gibt eben verschiedene speziell zur Aufmerksamkeit als solcher gehörige Modi. Dabei scheidet sich die Gruppe der Aktualitätsmodi10 von dem Modus der Inaktualität; von dem, was wir schlechthin Unaufmerksamkeit nennen, dem Modus des sozusagen toten Bewußthabens.
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Permanezcamos, en gracia a la sencillez, en una capa intencional, en el mundo de la percepción que se halla ahí con simple certeza. Fijemos en la idea una cosa perceptivamente consciente o un proceso de cosas, en lo que respecta a su contenido noemático, y fijemos igualmente la conciencia concreta e íntegra de él en la correspondiente sección de la duración fenomenológica, y tomando su plena esencia inmanente. Entonces, es inherente a esta idea también la fijación del rayo atencional en su correspondiente plaza determinada, pues también él es un elemento de la vivencia. Es entonces evidente que son posibles ciertos modos de cambiar la vivencia fijada que designamos justamente con el rótulo de "meros cambios en la distribución de la atención y de sus modos". Es claro que el contenido noemático de la vivencia sigue siendo el mismo todo el tiempo que se puede decir que existe constantemente la misma objetividad caracterizada como estando ahí en persona y exhibiéndose en los mismos modos de aparecer, las mismas orientaciones y notas que aparecen a su vez; de tal objetividad es consciente en los mismos modos de indicación indeterminada y copresentación no intuitiva [213]tal o cual parte integrante, etc. El cambio consiste, decimos destacando y comparando contenidos noemáticos paralelos, meramente en que en uno de los casos comparados resulta "preferido" este elemento objetivo, en otro de los casos aquél, o en que uno y el mismo elemento, antes "atendido primariamente", está después atendido sólo secundariamente, o sólo "justo coatendido aún", cuando no "totalmente inatendido", aunque siempre aparece. Hay, justo, diversos modos especialmente inherentes a la atención en cuanto tal. Así, se distingue el grupo de los modos de actualidad respecto del modo de la inactualidad,/224/ de lo que llamamos puramente ausencia de atención, el modo del muerto tener algo en la conciencia, por decirlo así.