I1 (97) - Hua III/1 226

Die Farbe des Baumstammes, rein als die wahrnehmungsmäßig 15bewußte, ist genau "dieselbe" wie diejenige, die wir vor der phänomenologischen Reduktion als die des wirklichen Baumes nahmen (mindestens als "natürliche" Menschen und vor dem Einmengen physikalischer Kenntnisse). Diese Farbe nun, in die Klammer gesetzt, gehört zum Noema. Nicht aber gehört sie als 20reelles Bestandstück zum Wahrnehmungserlebnis, obschon wir auch in ihm "so etwas wie Farbe" finden: nämlich die "Empfindungsfarbe", das hyletische Moment des konkreten Erlebnisses, in welchem sich die noematische, bzw. "objektive" Farbe "abschattet".

25Dabei schattet sich aber die eine und selbe noematische Farbe, die also in der kontinuierlichen Einheit eines wandelbaren Wahrnehmungsbewußtseins{203} als eine identische, in sich unveränderte bewußt ist, in einer kontinuierlichen Mannigfaltigkeit von Empfindungsfarben ab. Wir sehen einen der Farbe nach --- seiner, der 30Baumfarbe nach --- unveränderten Baum, während die Augenstellungen, die relativen Orientierungen vielfach wechseln, der Blick unaufhörlich über den Stamm, die Zweige wandert, während wir zugleich näher herantreten und so in verschiedener Weise das Wahrnehmungserlebnis in Fluß bringen. Vollziehen wir die 35Empfindungsreflexion, die auf die Abschattungen: so erfassen wir sie als evidente Gegebenheiten, und in vollkommener Evidenz können wir, in der Einstellung und Aufmerksamkeitsrichtung abwechselnd, sie und die entsprechenden gegenständlichen Momente auch in Beziehung setzen, sie als entsprechende erkennen und dabei[227] auch ohne weiteres sehen, daß z.B. die zu irgendeiner fixierten Dingfarbe gehörigen Abschattungsfarben sich zu ihr verhalten wie kontinuierliche "Mannigfaltigkeit" zu "Einheit".

I1 (97) 236 - Hua III/1 226

El color del tronco del árbol, consciente puramente como el percibido, es exactamente "el mismo" que aquel que antes de la reducción fenomenológica teníamos por el del árbol real (al menos, en cuanto hombres "naturales" y antes de la intrusión de conocimientos físicos). Este color, puesto entre paréntesis, pertenece al nóema. Pero no pertenece como ingrediente a la vivencia de percepción, aun cuando también en ésta encontramos "algo de color", a saber, el "color de la sensación", el elemento /237/hylético de la vivencia concreta en el que se "matiza" el color noemático u "objetivo".

Pero el color que se matiza es uno y el mismo color noemático, del cual se tiene, pues, conciencia, en la unidad continua de una mudable conciencia perceptiva, como siendo un color idéntico, que en sí no ha mudado, a pesar de toda la continua multiplicidad de sensaciones de color. Vemos un árbol que no ha mudado de color ---del suyo, el color del árbol---, mientras que las posiciones de los ojos, las orientaciones relativas cambian muy diversamente, la mirada peregrina sin cesar por el tronco y las ramas, mientras que a la vez nos acercamos y así hacemos fluir de diverso modo la vivencia de percepción. Si llevamos a cabo la reflexión sobre las sensaciones, la que se dirige a los matices, apresamos éstos como datos evidentes, y con perfecta evidencia podemos, cambiando de actitud y la dirección de la atención, ponerlos entre sí y con las correspondientes notas objetivas en relación, reconociendo su correspondencia y viendo [227]sin más, por ejemplo, que el color fijo de una cosa y los colores en que se matiza se conducen como la "unidad" de una continua "multiplicidad".