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Gehen wir nun wieder zurück zur Idee der Natur als Korrelat [25]der neuzeitlichen Naturwissenschaft, deren radikale phänomenologische Umgrenzung das Ziel unserer bisherigen Untersuchung war. Es ist klar, daß "Natur" in diesem Sinne eine Sphäre "bloßer Sachen" ist, eine Sphäre von Gegenständlichkeiten, die 5durch eine apriori im Wesen des konstituierenden Bewußtseins vorgezeichnete Demarkation sich von allen anderen theoretisch zu behandelnden Gegenstandssphären abscheidet. Leicht können wir und konnten wir schon früher sagen: die Naturwissenschaft kennt keine Wertprädikate und keine praktischen Prädikate. 10Begriffe wie wertvoll, schön, lieblich, reizend, vollkommen, gut, nützlich, Tat, Werk usw., ebenso aber auch Begriffe wie Staat, Kirche, Recht, Religion und sonstige Begriffe, bzw. die Gegenständlichkeiten, zu deren Konstitution wertende und praktische Akte wesentlich beigetragen haben, haben in ihr keine Stelle, 15sie sind keine Naturbegriffe. Es muß aber von innen her, aus phänomenologischen Quellen verstanden werden, daß es sich bei dieser Abstraktion von Prädikaten der Wertsphäre und praktischen Sphäre nicht um beliebige willkürliche Abstraktion handelt, die ja als solche keine radikal in sich geschlossene Idee eines 20wissenschaftlichen Gebiets, also auch die Idee einer apriori in sich abgeschlossenen Wissenschaft ergeben würde. Wir gewinnen aber eine solche apriori abgeschlossene Idee der Natur als der Welt bloßer Sachen, wenn wir zu rein theoretischen Subjekten werden, als Subjekten eines rein theoretischen Interesses25 und darauf ausgehen, rein dieses Interesse zu befriedigen. Das aber in dem früher beschriebenen Sinn. Wir vollziehen danach eine Art "Reduktion". Alle unsere Gemütsintentionen und alle aus der Intentionalität des Gemüts herstammenden Apperzeptionen klammern wir gleichsam ein, vermöge deren uns beständig30 die raumzeitlichen Gegenständlichkeiten vor allem Denken, in unmittelbarer "Anschaulichkeit" mit gewissen Wertcharakteren, praktischen Charakteren behaftet erscheinen --- lauter Charakteren, die über die Schicht bloßer Sachlichkeit hinausgehen. Wir erfahren also in dieser "reinen" oder gereinigten 35theoretischen Einstellung nicht mehr Häuser, Tische, Straßen, Kunstwerke, wir erfahren bloß materielle Dinge und von solchen wertbehafteten Dingen eben nur ihre Schicht der räumlich-zeitliche Materialität und ebenso für Menschen und menschliche Gesselschaften nur die Schicht der an räumlich-zeitliche "Leiber" gebundenen seelischen "Natur".
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Volvamos ahora de nuevo a la idea de la naturaleza como correlato [25]de la ciencia moderna de la naturaleza, cuya delimitación fenomenológica radical era la meta de nuestra investigación hasta ahora. Está claro que "naturaleza" en este sentido es una esfera "de meras cosas", una esfera de objetividades que mediante una demarcación trazada a priori en la esencia de la conciencia constituyente se disocia de todas las otras esferas de objetos que pueden tratarse teóricamente. Fácilmente podemos y pudimos ya antes decir: la ciencia de la naturaleza no sabe de predicados de valor ni de predicados prácticos. Conceptos como valioso, bello, encantador, atractivo, perfecto, bueno, útil, acción, obra, etc., pero igualmente también conceptos como Estado, Iglesia, derecho, religión y demás conceptos u objetividades a cuya constitución han contribuido esencialmente actos valorativos y prácticos, no tienen en ella ningún sitio, no son conceptos de la naturaleza. Pero tiene que comprenderse desde dentro, a partir de fuentes fenomenológicas, que con esta abstracción de predicados de la esfera del valor y de la esfera práctica no se trata de una arbitraria abstracción discrecional, que como tal no tendría como resultado, en efecto, una idea /55/radicalmente cerrada en sí de una región científica, y por ende la idea de una ciencia conclusa en sí a priori. Sin embargo, alcanzamos tal idea conclusa a priori de la naturaleza como el mundo de las meras cosas cuando nos volvemos sujetos puramente teóricos, como sujetos de un interés puramente teórico, y desde ahí procedemos a satisfacer puramente este interés. Pero esto en el sentido antes descrito. Llevamos a cabo según ello una especie de "reducción". En cierto modo ponemos entre paréntesis todas nuestras intenciones emocionales y todas las apercepciones originadas en la intencionalidad de la emoción, en virtud de las cuales las objetividades espacio-temporales nos aparecen constantemente, antes de todo pensar, en inmediata "intuitividad", cargadas de ciertos caracteres de valor, caracteres prácticos ---caracteres todos que trascienden el estrato de la mera cosidad. En esta actitud teórica "pura" o depurada ya no experimentamos, pues, casas, mesas, calles, obras de arte; experimentamos cosas meramente materiales, y de aquellas cosas cargadas de valor precisamente sólo su estrato de materialidad espacio-temporal; e igualmente, de los hombres y las sociedades humanas, solamente el estrato de la "naturaleza" anímica ligada al "cuerpo" espacio-temporal.