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Gehen wir gleich von dem letzten, seinem Gehalt nach besonders20 reichen Ichbegriff [des Ich-Mensch: (Q.V.)] aus, dem alltäglichen. Jeder Mensch erfaßt in der "Selbstwahrnehmung" eben sich selbst und ebenso in der erfahrenden Kenntnisnahme eines anderen eben diesen anderen Menschen. Jeder spricht in der Ich-Rede von seinen Akten und Zuständen in der Form "ich nehme 25wahr, ich urteile, ich fühle und will"; desgleichen auch in der Form "ich bin so geartet" von seinen persönlichen Eigenschaften, von seinen angeborenen oder erworbenen Charakteranlagen, Fähigkeiten, von seinen vorübergehenden und nur relativ bleibenden Dispositionen.30 Und ebenso bei Anderen. Wir sagen, jemand sei charaktervoll, tugendhaft, heiter oder schwermütig, er habe ein cholerisches Temperament, er sei verliebt etc. Gleichzeitig heißt es aber, er tanze, turne, esse, schreibe Briefe, er habe psychophysische Fähigkeiten, er sei ein guter Tänzer, ein mäßiger 35Turner etc. Ebenso sagt jemand: er sei geschlagen, gestochen, berührt, wenn sein Leib entsprechende Einwirkungen erfahren hat, wenn er, wie wir auch hier sagen, geschlagen, gestochen, [94]berührt worden ist. Wir sagen, er sei schmutzig, wenn sein Finger mit Schmutz behaftet ist. Ferner auch, er sei blutarm oder vollblütig, er sei herzschwach oder magenkrank usw. In der normalen Ichrede (bzw. im normalen Gebrauch der persönlichen Pronomina 5überhaupt) ist also unter dem Ich der "ganze" Mensch mit Leib und Seele umspannt. Es kann daher sehr wohl heißen: ich bin nicht mein Leib, sondern ich habe meinen Leib, ich bin nicht eine Seele, sondern ich habe eine Seele.
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Partamos de inmediato de este último concepto de yo [el yo-hombre: (Q.V.)], el cotidiano, particularmente rico en cuanto a su contenido. En la "percepción de sí mismo" cada hombre se capta precisamente a sí mismo, e igualmente en el experimentante tomar conocimiento de otro, capta precisamente a este otro hombre. Cada quien habla en primera persona de sus actos y estados, en la forma "yo percibo, yo juzgo, yo siento y quiero"; así mismo habla también, en la forma "yo soy así o asá", de sus propiedades personales, de sus predisposiciones de carácter y habilidades innatas o adquiridas, de sus disposiciones pasajeras y sólo relativamente permanentes. E igualmente cuando se trata de los otros. Decimos que alguien tiene mucho carácter, que es virtuoso, alegre o melancólico, que tiene un temperamento colérico, que está enamorado, etc. Pero a la vez se dice: él baila, hace gimnasia, come, escribe cartas, él tiene habilidades psicofísicas, él es un buen bailarín, un gimnasta mediocre, etc. Igualmente dice alguien: él ha sido golpeado, pinchado, tocado, cuando su cuerpo ha experimentado las acciones correspondientes, cuando éste, como aquí también decimos, ha sido golpeado, pinchado, [94]tocado. Decimos de alguien que es sucio cuando su dedo está lleno de mugre. Y más aún, que él está anémico o pletórico de salud, que él está débil del corazón o enfermo del estómago, etc. Así pues, en el discurso normal en primera persona (o en el uso normal de los pronombres personales en general), en el yo está comprendido el hombre "entero" con cuerpo y alma. De ahí /129/que pueda muy bien decirse: yo no soy mi cuerpo, sino yo tengo mi cuerpo; yo no soy un alma, sino yo tengo un alma.