I2 (23) - Hua IV 103

Hätte es nun einen Sinn zu sagen, dieses Ich [reines Ich: (Q.V.)] entstehe oder vergehe, so müßten wir eben diese Möglichkeit in der reinen Gegebenheit bewähren, in reiner Intuition müßten wir die Wesensmöglichkeit von Entstehen und 25Vergehen erfassen können. So wie wir aber daran gehen, springt der Widersinn in die Augen. Das reine Ich solcher Intuition selbst, nämlich das zusehende, fixierende Ich, lebte einerseits in der Kontinuität dieses Zusehens, als identisches der zugehörigen Dauer, und es müßte zugleich in eben dieser Dauer eine Zeitstrecke 30finden, wo es selbst nicht wäre, und einen Anfangspunkt, in dem es allererst ins Sein träte. Wir hätten den Widersinn, daß das absolut seiende Ich in der Dauer seines Seins sich selbst als nicht seiend vorfinde, während evidentermaßen nur dieses möglich ist, daß das reine Ich sich nicht vorfindet, weil es nicht auf 35sich reflektiert.
I2 (23) 139 - Hua IV 103

Ahora bien, si tuviera algún sentido decir que este yo [yo puro: (Q.V.)] se origina o cesa, entonces tendríamos que verificar precisamente esta posibilidad en la dación pura, tendríamos que poder captar en la intuición pura la posibilidad esencial del originarse y el cesar. Pero tan pronto como intentamos hacerlo, el contrasentido salta a la vista. El yo puro mismo de tal intuición, a saber, /140/el yo que observa y fija con la mirada, viviría por un lado en la continuidad de este observar, como lo idéntico de la duración inherente a él, y a la vez tendría que encontrar precisamente en esta duración un trecho temporal en que él mismo no fuera, y un punto inicial en el que entrara por vez primera en el ser. Tendríamos el contrasentido de que el yo absolutamente existente se hallaría a sí mismo, en la duración de su ser, como no existente, mientras que evidentemente la única posibilidad de que el yo puro no se halle a sí mismo es que no reflexione sobre sí mismo.