I2 (29) - Hua IV 119

Alle die besprochenen Einheiten [bleibende Einheiten (Überzeugungen, Meinungen] sind Einheiten mit Beziehung auf ein reines Ich, dessen Bewußtseinsstrom sie zugehören, als dessen "Habe" sie sich konstituieren. Und der Bewußtseinsstrom 35als Ganzes baut sich als eine phänomenale Einheit auf. Alle meine Erlebnisse, auf die ich hinblicke, sukzessive und koexistierende, haben die Einheit eines Zeitflusses. Was immanent einem Zeitflusse angehört, hat eine wahrnehmbare, adäquat erfaßbare Einheit. Die Einheit der Immanenz ist die Einheit [120]eines stetigen Flusses, in dessen Zusammenhang sich alle immanente Dauer und Veränderung konstituiert. Alle Dauereinheiten, die sich im kontinuierlichen Flusse der immanenten Zeit aufbauen, schliessen sich zusammen zur Einheit des beständig 5werdenden und wachsenden monadischen Bewußtseinsstromes mit dem ihm zugehörigen reinen Ich. Dabei fixiert sich dieses reine Ich durch ein beliebig bestimmtes cogito, es erstreckt sich darin auf die gesamte Sphäre des im Sinne idealer Möglichkeit von ihm absolut immanent Wahrnehmbaren, Erinnerbaren, Erwartbaren,10 ja selbst Phantasierbaren nach allen zeitlichen Modi. Hänge ich z.B. Phantasien nach, daß ich eine Reise auf den Mars unternähme, dort Erlebnisse wie Gulliver hätte usw., so gehören die fingierenden Bewußtseinserlebnisse, obschon als leere Phantasien, zu mir: die fingierte Welt ist Korrelat eines fingierten 15Ich, das aber fingiert ist als dasselbe wie mein aktuelles Ich. Somit hat durch eben die Beziehung zum aktuellen reinen Ich die Idee nicht nur der wirklich von mir gesetzten, sondern jeder möglichen und fingierbaren Welt als Welt für dieses reine Ich eine feste Umgrenzung.
I2 (29) 156 - Hua IV 119

Todas las unidades mencionadas [unidades permanentes (convicciones, menciones)] son unidades con referencia a un yo puro, a cuya corriente de conciencia son inherentes, constituyéndose como su "haber". Y la corriente de conciencia, como un todo, se edifica como una unidad fenomenal. Todas mis vivencias, a las cuales miro, sucesivas y coexistentes, tienen la unidad de un flujo temporal. Lo que pertenece /157/inmanentemente a un flujo temporal tiene una unidad perceptible, adecuadamente captable. La unidad de la inmanencia es la unidad [120]de un flujo constante, en cuyo nexo se constituye toda duración y alteración inmanente. Todas las unidades de duración que se edifican en el flujo continuo del tiempo inmanente, se encadenan en la unidad de la corriente de conciencia monádica en constante devenir y crecer, con el yo puro inherente a ella. Aquí, este yo puro se fija mediante un cogito determinado cualquiera; se prolonga hacia la esfera total de lo que, en el sentido de la posibilidad ideal, es por él absoluta e inmanentemente perceptible, recordable, esperable, incluso fantaseable, según todos los modos temporales. Si, por ejemplo, me entrego a fantasías de que emprendo un viaje a Marte y ahí tengo vivencias como Gulliver, etc., entonces las vivencias de conciencia fingidas, aunque como fantasías vacías, me pertenecen a mí: el mundo fingido es correlato de un yo fingido, que está fingido, empero, como el mismo que mi yo actual. Por lo tanto, no solamente la idea del mundo real puesto por mí, sino la de todo mundo posible y fingible como mundo para este yo puro, tiene una delimitación fija precisamente por la referencia al yo puro actual.