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Wie ist es nun aber mit der Realität der Seele? Auch sie ist ein verharrendes Sein gegenüber wechselnden Umständen, doch bedarf es einer näheren Prüfung, welcher Art diese "Umstände" sind und was das für ein "Verharren" ist. Sie ist Träger eines 5Seelenlebens mit seiner subjektiven Habe und als das eine durch die Zeit sich erstreckende Einheit (dieselbe Zeit, in welcher der Leib dauert), und sie "wirkt" in die Physis hinein und erfährt von da aus Wirkungen: sie zeigt eine Identität darin, daß sie im ganzen unter gegebenen physischen Umständen sich geregelt 10reagierend "verhält", so und so empfindet, wahrnimmt etc. Dank diesen geregelten Verhaltungsweisen werden ihr psychophysische Eigenschaften[Fussnote: 1) Was die auf Seite 121f. erwähnten, hier aber nicht berücksichtigten "seelischen Eigenschaften" betrifft, die nicht psychophysische sind (die sog. Charaktereigenschaften), so vgl. dazu weiter unten S. 139ff.] zugemessen. Das sind aber keine verharrenden Eigenschaften derselben Art wie die dinglichen. Um das deutlicher zu machen, müssen wir uns vergegenwärtigen,15 in welcher Art sich dingliche und in welcher sich seelische Eigenschaften konstituieren.
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¿Pero qué ocurre ahora con la realidad del alma? También ella es un ser persistente frente a circunstancias cambiantes, pero se requiere una inspección más detallada para saber de qué especie son estas "circunstancias" y qué clase de "persistir" es éste. El alma es portadora de una vida anímica con su haber subjetivo y, como tal, una unidad que se prolonga a través del tiempo (el mismo tiempo en el que el cuerpo dura), y produce "efectos" en la physis y experimenta efectos a partir /166/de ella: muestra una identidad en tanto que, en conjunto y en circunstancias físicas dadas, se "comporta" reguladamente al reaccionar, siente así y asá, percibe así y asá, etc. Gracias a estas maneras de comportamiento reguladas se le adscriben propiedades psicofísicas.[Nota al pie: c Por lo que se refiere a las "propiedades anímicas" que no son psicofísicas (los llamados rasgos de carácter), mencionadas en la página 121 s. pero no consideradas aquí, cfr. también más adelante, p. 139 ss.] Pero éstas no son propiedades persistentes de la misma especie que las cósicas. Para verlo más distintamente, tenemos que representarnos de qué modo se constituyen las propiedades cósicas y de qué modo las anímicas.