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Für's zweite [idiopsychische Abhängigkeit: (Q.V.)] ergibt sich Bewußtsein (wenn wir zunächst die Auffassung sprechen lassen, die wir vorfinden und nicht ihr fremde theoretische Wegdeutungen) als abhängig sozusagen35 von sich selbst. Innerhalb einer und derselben Seele ist der jeweilige Gesamt-Erlebnisbestand abhängig von den früheren Erlebnisbeständen: oder: wenn unter gegebenen inneren Umständen, nämlich innerhalb des jeweiligen Gesamtbewußtseinszustandes[136] eine Veränderung eintritt in Form eines neu auftretenden Zustandes, so hängt das auch davon ab, was früher Zustand derselben Seele gewesen war. Sicher nicht allein mit Rücksicht auf den ersten Punkt. Aber selbst wo eine Empfindung 5als "Wirkung äußerer Reize" eintritt, ist die Weise ihrer "Aufnahme ins Bewußtsein" durch diese neue Regelung mitbestimmt. Die früheren Erlebnisse sind nicht spurlos verschwunden, ein jedes wirkt nach. Zum Wesen der Seele gehört eine kontinuierliche Neubildung oder Umbildung von Dispositionen unter den 10bekannten Titeln Assoziation, Gewohnheit, Gedächtnis, auch motivierte Sinnesänderung, motivierte Änderung von Überzeugungen, von Gefühlsrichtungen (Dispositionen für Gefühlsstellungnahmen oder entsprechende Enthaltungen), von Willensrichtungen, die sicher dem Sinne der Auffassung gemäß 15auf eine bloße Assoziation nicht reduzierbar sind. Die Seele hat also Komplexe von Dispositionen und damit reale Beschaffenheiten, die sich in ihr bekunden als ihr selbst entsprungen, aus eigener Beeinflussung und nicht aus äußerer Beziehung stammend. Es ist klar, daß diese Art von Abhängigkeit noch 20weniger als ein Analogon der physischen Kausalität anzusprechen ist als die Bedingtheit durch äußere Umstände. Welche Stellung das seelische Ich als Subjekt der in der Seele auftretenden Cogitationen in dieser Hinsicht hat, können wir hier noch nicht erwägen. Soviel ist sicher, daß auch die Zustände der Seele, die 25wir so benennen (und die Seele umspannt ja den ganzen Erlebnisverlauf), unter beiderlei Gesichtspunkten, sei es bloß durch die sinnliche Unterlage, sei es als Ganzes abhängig sind.
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En cuanto a lo segundo [dependencia idiopsíquica: (Q.V.)], la conciencia se nos ofrece (si ante todo dejamos hablar a la aprehensión que hallamos y no a desencaminadas interpretaciones teóricas que le son ajenas) como dependiente, por decirlo así, de sí misma. En el interior de una y la misma alma, la composición vivencial total respectiva es dependiente de las composiciones vivenciales anteriores; o: si en circunstancias internas dadas, esto es, en el interior del respectivo [136]estado total de conciencia, sobreviene una alteración en forma de un estado que se presenta con calidad de novedoso, también ello depende de lo que ha sido el estado anterior de la misma alma. Sin duda no únicamente en atención al primer punto. Pero incluso donde una sensación interviene como "efecto de estímulos externos", la manera de su "acogida en la conciencia" está codeterminada por esta nueva regulación. /175/Las vivencias anteriores no han desaparecido sin dejar huella; cada una de ellas sigue teniendo efectos. A la esencia del alma pertenece una continua innovación o transformación de disposiciones bajo los conocidos títulos de asociación, costumbre, memoria, también cambio motivado de parecer, cambio motivado de convicciones, de direcciones afectivas (disposiciones para tomas de posición afectivas o para las abstenciones correspondientes), de direcciones volitivas, las cuales, conforme al sentido de la aprehensión, no son sin duda reducibles a una mera asociación. El alma tiene así complejos de disposiciones y con ello contexturas reales que se manifiestan en ella como surgidas de ella misma, dimanadas de la propia influencia y no de alguna relación externa. Está claro que con menos razón aún que en el caso de la condicionalidad por circunstancias externas, se consideraría a esta especie de dependencia como un análogo de la causalidad física. Qué puesto tiene en este respecto el yo anímico en cuanto sujeto de las cogitaciones que se presentan en el alma, aquí no podemos todavía ponderarlo. Es seguro, al menos, que también los estados del alma, los que nosotros denominamos así (y el alma abarca en efecto el curso entero de las vivencias), son dependientes desde ambos puntos de vista, sea meramente a través del soporte sensible, sea en cuanto todo.