I2 (45) - Hua IV 166

Zur Erscheinung des fremden Menschen gehört aber außer dem Erwähnten (Q.V.) auch die seelische Aktinnerlichkeit. Dabei ist 15zu sagen, daß der Anfang auch hier übertragene Kompräsenz ist: zu dem gesehenen Leibe gehört ein Seelenleben wie zu dem meinen. Ist aber ein Anfang des Verständnisses fremden Seelenlebens gegeben, so wirken verschiedene an sich unbestimmte appräsentierte Eindeutungen zusammen; es wird seelisches 20Sein verstanden, das für den Zuschauer leibliche Bewegungen in Kompräsenz mitgegeben hat, und zwar regelmäßig, die nun ihrerseits häufig neue Anzeichen werden, nämlich für die früher angezeigten oder erratenen seelischen Erlebnisse, und zwar in Fällen, wo diese nicht anderweitig angezeigt sind. So 25bildet sich allmählich ein System von Anzeichen aus, und es ist schließlich wirklich eine Analogie zwischen diesem Zeichensystem des "Ausdrucks" seelischer Vorkommnisse, und zwar der passiven und aktiven, und dem Zeichensystem der Sprache für den Ausdruck von Gedanken, abgesehen davon, daß die 30Sprache selbst --- als wirklich gesprochene --- mit hierher gehört. Man könnte geradezu darauf ausgehen (und hat es ja auch schon versucht) systematisch den "Ausdruck" des Seelenlebens zu studieren und sozusagen die Grammatik dieses Ausdrucks herauszustellen. Da hier dieser mannigfaltige Ausdruck in 35der Leiblichkeit seelisches Dasein appräsentiert, so konstituiert sich mit all dem eben eine doppeleinheitliche Gegenständlichkeit: der Mensch --- ohne "Introjektion".
I2 (45) 207 - Hua IV 166

A la aparición del hombre ajeno le pertenece, empero, además de lo mencionado, (Q.V.) también la interioridad anímica de los actos. Sobre esto hay que decir que también aquí el comienzo es una copresencia transferida: al cuerpo visto le pertenece, como al mío, una vida anímica. Pero si está dado un comienzo de entendimiento de la vida anímica ajena, entonces cooperan diferentes indicaciones apresentadas en sí indeterminadas; es entendido el ser anímico, que para el espectador tiene movimientos corporales codados en copresencia, y por cierto regularmente, los cuales ahora, por su parte, se vuelven con frecuencia nuevos signos indicativos, a saber, para las vivencias anteriormente indicadas o conjeturadas, y justo en casos donde éstas no son indicadas de otra manera. Se conforma así paulatinamente un sistema de signos indicativos, y al final hay realmente una analogía entre este sistema de signos de la "expresión" de sucesos anímicos, de los pasivos y de los activos, y el sistema de signos del lenguaje para la expresión de pensamientos, prescindiendo de que el lenguaje mismo ---en cuanto /208/realmente hablado--- se incluye en aquél. Se podría directamente partir de ahí (y esto en efecto ya se ha intentado) para estudiar sistemáticamente la "expresión" de la vida anímica y poner de manifiesto, por decirlo así, la gramática de esta expresión. Puesto que aquí esta expresión múltiple apresenta la existencia anímica en la corporalidad, se constituye con todo ello precisamente una objetividad unitariamente doble: el hombre ---sin "introyección".