I2 (46) - Hua IV 168

Ich setze nun mit dieser Realität [die objektive Realität Mensch: (Q.V.)] ein Analogon meines Ich und meiner Umwelt, also ein zweites 30Ich mit seinen "Subjektivitäten", seinen Empfindungsdaten, wechselnden Erscheinungen und darin erscheinenden Dingen. Die von Anderen gesetzten Dinge sind auch die meinen: in der Einfühlung mache ich die Setzung des Anderen mit, ich identifiziere etwa das Ding, das ich mir gegenüber habe in der Erscheinungsweise35 a mit dem vom Anderen in der Erscheinungsweise b gesetzten Ding. Dazu gehört die Möglichkeit des Austausches durch Platzwechsel, jeder Mensch hat an derselben Raumstelle vom selben Dinge "dieselben" Erscheinungen --- wenn alle, wie wir annehmen können, die gleiche Sinnlichkeit haben --- [169]und daher objektiviert sich auch der "Anblick" eines Dinges; jeder hat von derselben Raumstelle bei derselben Beleuchtung denselben Anblick, z.B. einer Landschaft. Aber niemals kann der Andere zugleich mit mir (in dem ihm zugedeuteten originären 5Erlebnisgehalt) dieselbe Erscheinung haben wie ich. Meine Erscheinungen gehören zu mir, seine zu ihm. Nur in der Weise der Appräsenz kann ich seine Erscheinungen und sein "Hier", auf das sie bezogen sind, mit seinem Leibe mitgegeben haben.
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Pongo ahora con esta realidad [la realidad objetiva hombre: (Q.V.)] un análogo de mi yo y de mi mundo /210/circundante, esto es, un segundo yo con sus "subjetividades", sus datos de sensación, apariciones cambiantes y cosas que aparecen en ellas. Las cosas puestas por otros son también las mías: en la empatía cohago la posición del otro, identifico por ejemplo la cosa que tengo frente a mí en la manera de aparición a, con la cosa puesta por el otro en la manera de aparición b. A ello pertenece la posibilidad del intercambio mediante el cambio de emplazamiento; todo hombre tiene en el mismo sitio del espacio "las mismas" apariciones de la misma cosa ---si, como podemos admitir, todos tienen igual sensibilidad--- [169] y por ello se objetiva también la "vista" de una cosa; cada uno tiene desde el mismo sitio del espacio, bajo la misma iluminación, la misma vista, por ejemplo, de un paisaje. Pero el otro nunca puede tener al mismo tiempo que yo (en el contenido vivencial asignado a él originariamente) la misma aparición que yo. Mis apariciones me pertenecen a mí, las suyas le pertenecen a él. Solamente a la manera de la apresencia puedo yo tener, codadas con su cuerpo, sus apariciones y su "aquí", al cual están referidas.