I2 (46) - Hua IV 169

Von diesem Hier (Q.V.) aus kann ich nun auch meinen Leib als Naturobjekt10 betrachten, d.h. von diesem "Hier" aus ist er "dort" wie der fremde Leib von meinem Hier aus, an einem Punkt des objektiven Raumes, und ich betrachte ihn wie ein anderes Ding, das identisches ist nicht nur für mich, sondern für jeden Anderen, und ich stelle ihn so vor, wie irgend ein Anderer ihn gegeben hat, 15der in eins mit ihm einen Menschen vorfindet; ich stelle mich auf den Standpunkt des Anderen und jedes beliebigen Anderen und erkenne, daß jeder jeden Anderen findet als Naturwesen Mensch, und daß ich mich also identifizieren muß mit dem Menschen vom Standpunkt der äußeren Anschauung. Das 20Objekt Mensch ist also ein transzendentes äußeres Objekt, Objekt einer äußeren Anschauung, und zwar ist es eine zweischichtige Erfahrung: mit äußerer urpräsentierender Wahrnehmung verflochten ist appräsentierende (bzw. in das Äußere introjizierende) Einfühlung, und zwar in einer Apperzeption, 25die das ganze Seelenleben und Seelensein realisiert zu einer Art Erscheinungseinheit, nämlich einem Identischen mannigfaltiger Erscheinungen und darin lokalisierter Zuständlichkeiten, die sich einigen in Form von Dispositionen.
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Desde este aquí (Q.V.) puedo yo ahora también considerar mi cuerpo como objeto de la naturaleza, esto es, desde este "aquí" mi cuerpo está "allá" como el cuerpo ajeno desde mi aquí, en un punto del espacio objetivo, y yo lo considero como cualquier otra cosa que es idéntica no solamente para mí, sino para todo otro, y me lo represento tal como lo tiene dado cualquier otro que a una con él encuentra a un hombre; yo me sitúo en el punto de vista del otro, y de todo otro cualquiera, y reconozco que cada uno halla a cada otro como ser de la naturaleza hombre, y que yo me tengo que identificar por ende a mí mismo con el hombre desde el punto de vista de la intuición externa. El objeto hombre es, por tanto, un objeto externo trascendente, objeto de una intuición externa, y ésta es justo una experiencia de dos estratos: con la percepción externa protopresentante está entrelazada la empatía apresentante (o introyectadora en lo externo), y justo en una apercepción que realiza la vida anímica y el ser anímico entero en una especie de unidad de aparición, a saber, en algo idéntico de múltiples apariciones y estados localizados en él que se unifican en forma de disposiciones.