PV (3) - Hua I 30

Das Problem der traditionellen Erkenntnistheorie ist das der Transzendenz. Sie will, auch wenn sie als empiristische auf der gewöhnlichen Psychologie fußt, nicht bloße Psychologie der Erkenntnis sein, sondern die prinzipielle Möglichkeit der Erkenntnis aufklären. Das Problem erwächst in der natürlichen Einstellung[31] und wird auch weiter in ihr behandelt. Ich finde mich vor als Mensch in der Welt und zugleich als sie erfahrend und sie, mich eingeschlossen, wissenschaftlich erkennend. Nun sage ich mir: Alles, was für mich ist, ist es dank meinem erkennenden Bewußtsein,5 es ist für mich Erfahrenes meines Erfahrens, Gedachtes meines Denkens, Theoretisiertes meines Theoretisierens, Eingesehenes meines Einsehens. Es ist für mich nur als intentionale Gegenständlichkeit meiner cogitationes. Intentionalität als Grundeigenheit meines psychischen Lebens bezeichnet eine real zu mir 10als Menschen wie zu jedem Menschen hinsichtlich seiner rein psychischen Innerlichkeit gehörige Eigenheit, und schon Brentano hat sie in den Mittelpunkt der empirischen Psychologie des Menschen gerückt. Wir brauchen also dazu keine phänomenologische Reduktion, wir sind und bleiben auf dem Boden der gegebenen 15Welt. Und so sagen wir auch verständlich: Alles, was für den Menschen, was für mich ist und gilt, tut das im eigenen Bewußtseinsleben, das in allem Bewußt-haben einer Welt und in allem wissenschaftlichen Leisten bei sich selbst verbleibt. Alle Scheidungen, die ich mache 20zwischen echter und trügender Erfahrung und in ihr zwischen Sein und Schein, verlaufen in meiner Bewußtseinssphäre selbst, ebenso wenn ich in höherer Stufe zwischen einsichtigem und nicht einsichtigem Denken, auch zwischen apriori Notwendigem und Widersinnigem, zwischen empirisch Richtigem und empirisch 25Falschem unterscheide. Evident wirklich, denknotwendig, widersinnig, denkmöglich, wahrscheinlich usw., all das sind in meinem Bewußtseinsbereich selbst auftretende Charaktere am jeweiligen intentionalen Gegenstand. Jede Ausweisung, Begründung für Wahrheit und Sein verläuft ganz und gar in mir, und ihr Ende 30ist ein Charakter im cogitatum meines cogito.

Darin sieht man nun das große Problem. Daß ich in meinem Bewußtseinsbereich, im Zusammenhang der mich bestimmenden Motivation zu Gewißheiten, ja zu zwingenden Evidenzen komme, das ist verständlich. Aber wie kann dieses ganz in der Immanenz 35des Bewußtseinslebens verlaufende Spiel objektive Bedeutung gewinnen? Wie kann die Evidenz (die clara et distincta perceptio) mehr beanspruchen, als ein Bewußtseinscharakter in mir zu sein? Es ist das Cartesianische Problem, das durch die göttliche veracitas gelöst werden sollte.

PV (3) 41 - Hua I 30

El problema de la teoría del conocimiento tradicional es el de la trascendencia. Aun cuando se apoya, en cuanto teoría del conocimiento empirista, en la psicología corriente, no quiere ser mera psicología del conocimiento, sino esclarecer en principio la posibilidad del conocimiento. El problema surge en la [31]actitud natural y se sigue después tratando en ella. Yo me hallo como hombre en el mundo y al mismo tiempo me hallo experimentándolo y conociéndolo científicamente, incluido yo mismo en él. Ahora me digo: Todo lo que es para mí, lo es gracias a mi conciencia cognoscente, es para mí lo experimentado de mi experimentar, lo pensado de mi pensar, lo teorizado de mi teorizar, lo visto con intelección de mi ver intelectivo. Es para mí sólo como objetividad intencional de mis cogitationes. La intencionalidad, como propiedad fundamental de mi vida psíquica, designa una propiedad que me pertenece realmente [real] a mí como hombre así como a todo hombre respecto de su interioridad puramente psíquica, y ya Brentano la ha colocado en el centro de la psicología empírica del hombre. Para ello no necesitamos, pues, de la reducción fenomenológica; estamos y permanecemos sobre la base del mundo /42/dado. Y así decimos también, comprensiblemente: Todo lo que para el hombre, lo que para mí es y vale, lo hace en la propia vida de conciencia, que permanece consigo misma en todo tener-conciencia de un mundo y en todo obrar científico. Todas las distinciones que hago entre experiencia genuina y engañosa, y en ella entre ser e ilusión, transcurren en mi misma esfera de conciencia, e igualmente cuando en niveles superiores diferencio entre pensar intelectivo y no intelectivo, también entre lo necesario a priori y lo contrasentido, entre lo empíricamente correcto y lo empíricamente falso. Evidentemente real, lógicamente necesario, contrasentido, lógicamente posible, probable, etc., todo esto son caracteres que se presentan en mi ámbito de conciencia mismo adheridos al objeto intencional respectivo. Toda acreditación, fundamentación de la verdad y del ser, transcurre total y completamente en mí, y su término es un carácter en el cogitatum de mi cogito.

En ello se ve ahora el gran problema. Que yo llegue en mi ámbito de conciencia, en el nexo de la motivación que me determina, a certezas, e incluso a evidencias irrefutables, es cosa que se comprende. Pero, ¿cómo puede alcanzar significación objetiva [ob] este juego que transcurre completamente en la inmanencia de la vida de conciencia? ¿Cómo puede la evidencia (la clara et distincta perceptio) pretender más que ser un carácter de conciencia en mí? Es el problema cartesiano que debía resolverse por medio de la veracitas divina.