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Was den Historizisten noch irreführen mag, ist der Umstand, daß wir durch Einleben in eine historisch rekonstruierte Geistesgestaltung,10 in das in ihr waltende Meinen bzw. Bedeuten sowie in die zugehörigen Zusammenhänge der Motivation, nicht nur ihren inneren Sinn verstehen, sondern auch ihren relativen Wert beurteilen können. Versetzen wir uns etwa assumptiv in die Prämissen hinein, über welche ein historischer Philosoph zu verfügen hatte, so können 15wir evtl. die relative "Konsequenz" seiner Philosophie anerkennen, ja bewundern, in anderer Hinsicht die Inkonsequenzen mit Problemverschiebungen und Verwechslungen entschuldigen, die bei der damaligen Stufe der Problematik und Bedeutungsanalyse unvermeidlich gewesen seien. Wir können die gelungene Lösung eines 20wissenschaftlichen Problems als eine große Leistung einschätzen, das heute einer Problemklasse angehört, die ein Gymnasiast leicht bewältigen würde. Und Analoges gilt in allen Gebieten. Demgegenüber bleiben wir selbstverständlich dabei, daß die Prinzipien auch solcher relativen Wertungen in den idealen Sphären liegen, die der 25wertende Historiker, der nicht bloße Entwicklungen verstehen will, nur voraussetzen, nicht aber --- als Historiker --- begründen kann. Die Norm des Mathematischen liegt in der Mathematik, die des Logischen in der Logik, die des Ethischen in der Ethik usw. In diesen Disziplinen hätte er Gründe und Begründungsmethoden zu suchen,30 wenn er eben wissenschaftlich auch in der Wertung verfahren wollte. Gibt es in dieser Hinsicht keine streng entwickelten Wissenschaften, nun dann wertet er auf eigene Verantwortung, etwa als ethischer oder religiösgläubiger Mensch und jedenfalls nicht als wissenschaftlicher Historiker.
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Lo que también podría inducir a error al historicista es la circunstancia de que en una configuración del espíritu históricamente reconstruida, en el mentar o el significar que en ella impera lo mismo que en las correspondientes conexiones de la motivación, no sólo podemos comprender su sentido interno, sino también juzgar su valor relativo. Si por una especie de asunción, penetramos en las premisas de que partía un filósofo del pasado, eventualmente podremos reconocer, y hasta admirar, la 'consecuencia' relativa de su filosofía; desde otro punto de vista, podremos perdonarle las inconsecuencias, los desplazamientos y las confusiones de los problemas, inevitables en esa fase de la problemática y del análisis de significación. Podemos considerar como un gran éxito la solución feliz de un problema científico que en la actualidad corresponde a un tipo de problemas que un alumno del ciclo secundario de la enseñanza dominaría con facilidad. La misma observación puede hacerse en todos los sectores. Sin embargo, insistimos por razones obvias, en que también los principios de estas valoraciones relativas pertenecen a la esfera ideal, que el historiador que emite apreciaciones de valor y que no se conforma con comprender meros desarrollos, sólo puede presuponer, pero, en tanto historiador, no puede fundamentar. La norma de lo matemático se encuentra en las matemáticas; la de lo lógico en la lógica; la de lo ético en la ética, etc. Si el historiador quisiera proceder de modo científico también en su valoración, tendría que buscar argumentos y métodos de fundamentación en esas mismas disciplinas. Si desde ese punto de vista no existe ninguna ciencia estrictamente desarrollada, emite sus juicios de valor bajo su propia responsabilidad, es decir, como hombre ético o de fe religiosa, y en ningún modo como historiador científico.