PW (N1) - Hua XXV 9

In letzterer Hinsicht hebt er [Naturalismus] sich, ohne es zu bemerken, selbst auf. Nehmen wir als exemplarischen Index aller Idealität die formale Logik, so werden bekanntlich die formal-logischen Prinzipien, die 25sog. Denkgesetze, vom Naturalismus als Naturgesetze des Denkens gedeutet. Daß dies einen Widersinn jener Art mit sich führt, der jede in einem prägnanten Sinn skeptische Theorie charakterisiert, ist an anderem Orte ausführlich nachgewiesen worden.[Fußnote: * Vgl. meine Logischen Untersuchungen, I. Band, 1900.] Man kann auch die naturalistische Axiologie und Praktik, darunter die Ethik, einer 30ähnlichen radikalen Kritik unterwerfen und ebenso die naturalistische Praxis selbst. Denn den theoretischen Widersinnigkeiten folgen unvermeidlich Widersinnigkeiten (evidente Unstimmigkeiten) im aktuellen theoretischen, axiologischen, ethischen Verhalten. Der Naturalist ist, kann man alles in allem sagen, in seinem Verhalten Idealist35 und Objektivist. Er ist erfüllt vom Streben, wissenschaftlich, also jeden Vernünftigen bindend, zur Erkenntnis zu bringen, was überall echte Wahrheit, das echte Schöne und Gute sei, wie es dem allgemeinen[10] Wesen nach zu bestimmen, nach welcher Methode es im Einzelfall zu gewinnen sei. Durch Naturwissenschaft und naturwissenschaftliche Philosophie, glaubt er, sei das Ziel der Hauptsache nach erreicht, und mit aller Begeisterung, die dieses Bewußtsein gibt, 5tritt er nun für das "naturwissenschaftlich" Wahre, Gute und Schöne als Lehrer und praktischer Reformator ein. Er ist aber ein Idealist, der Theorien aufstellt und vermeintlich begründet, die eben das negieren, was er in seinem idealistischen Verhalten, sei es Theorien bauend, sei es Werte oder praktische Normen als die schönsten und 10besten zugleich begründend und empfehlend, voraussetzt. Nämlich voraussetzt, sofern er überhaupt theoretisiert, sofern er überhaupt Werte objektiv hinstellt, denen das Werten gemäß sein soll, und ebenso überhaupt praktische Regeln, denen gemäß jedermann wollen und handeln soll. Der Naturalist lehrt, predigt, moralisiert, reformiert.15[Fußnote: * Häckel und Ostwald können uns dabei als hervorragende Repräsentanten dienen.] Aber er leugnet, was jede Predigt, jede Forderung als solche ihrem Sinne nach voraussetzt. Nur predigt er nicht wie der antike Skeptizismus, expressis verbis: Das einzig Vernünftige sei, Vernunft --- wie theoretische, so axiologische und praktische Vernunft --- zu leugnen. Ja er würde dergleichen sogar weit von sich weisen. Der {296}20Widersinn liegt bei ihm nicht offen, sondern ihm selbst verborgen darin, daß er die Vernunft naturalisiert.
PW (N1) 14 - Hua XXV 9

Al final de cuentas, el naturalismo se suprime a sí mismo sin advertirlo. Tomemos como índice ejemplar de toda idealidad la lógica formal. En ella, como se sabe, el naturalismo interpreta los principios lógico-formales, las llamadas leyes del pensamiento, como leyes naturales del pensamiento. En otra parte[Nota al pie: 1 Logische Untersuchungen [Investigaciones lógicas], vol. I, 1900.] demostramos detalladamente que esto implica un contrasentido que caracteriza por excelencia a toda teoría escéptica. También puede someterse a una crítica semejante la axiología y la doctrina práctica del naturalismo, inclusive la ética, y asimismo la propia praxis naturalista. Pues es inevitable que los contrasentidos teóricos produzcan contrasentidos (desacuerdos evidentes) en la conducta actual, ya sea teórica, axiológica o ética. El filósofo naturalista es, por así decirlo y bien considerado, idealista y objetivista en su procedimiento. Lo anima el deseo de presentar científicamente (o sea de modo obligatorio para todo ser racional) lo que en todas partes es /15/genuina verdad, belleza y bondad auténticas; [10]de hacer conocer el modo de determinarlas de acuerdo a su esencia universal, de alcanzarlas en los casos particulares. Cree haber cumplido su meta por medio de la ciencia de la naturaleza y de una filosofía derivada de la ciencia de la naturaleza; y, entusiasmado con esa idea, se considera maestro y reformador práctico en lo que se refiere a la verdad, el bien, lo bello de acuerdo a la ciencia de la naturaleza. Pero no es más que un idealista que anticipa y pretende fundamentar teorías que niegan justamente lo que presupone en su actitud idealista, ya sea construyendo teorías, ya sea fundando y proclamando a la vez valores o normas prácticas como las más bellas y mejores. Por cierto, tiene sus presupuestos en la medida en que se ocupa de teorías, en que presenta objetivamente valores como normas de validez y en que propone reglas prácticas de acuerdo a las cuales cada uno ha de querer y obrar. El filósofo naturalista enseña, predica, moraliza, reforma[Nota al pie: 1 Haeckel y Ostwald, pueden servirnos de eminentes representantes para el caso.]. Pero niega lo que toda prédica, todo postulado como tal, presupone de acuerdo a su significación. Sólo que no predica como los antiguos escépticos, expressis verbis: la única posición razonable consiste en negar la razón, tanto la razón teórica como la axiológica y la práctica. Sin ninguna duda, desecharía tal opinión. No le resulta evidente el contrasentido; se le oculta en el hecho mismo de naturalizar la razón.