Pregunta: Queda una idea intuitiva de qué son las afirmaciones de tipo legal y qué las generalizaciones accidentales?

 

Correcciones de un texto anterior para el seminario de Raymundo Morado

María Alicia Pazos

1.4 Intuiciones a priori o Base empírica

 

            Qué criterio o criterios emplean Hempel y Oppenheim, Goodman y, en general, los autores que proponen o demandan un criterio de identificación de enunciados de tipo legal, para saber si ese criterio está bien? ¿Cómo juzgan si el criterio que ellos u otros proponen es aceptable? El criterio fija una partición dentro de un conjunto de oraciones que coloca de un lado las afirmaciones de tipo legal, del otro las generalizaciones accidentales.  Será correcto si todas las afirmaciones caen del lado correcto. Se ve que los autores suponen que saben por anticipado de qué lado cae cualquier afirmación.

 

Para distinguir qué afirmaciones desean incluir en la clase de las de tipo legal y cuáles desean excluir, parten de ejemplos y apelan al asentimiento del lector.

 

Los siguientes son ejemplos que consideran de tipo legal:

1.      Todos los huevos del petirrojo son de color azul verdoso (Hempel, pág. 266 de la versión española)

2.      Todos los metales son conductores de la electricidad. (Hempel, pág. 266)

3.      El cobre conduce la electricidad. (Goodman, pág. 74)

4.      A presión constante todo gas se dilata con el aumento de la temperatura (Hempel pág. 266-7)

5.      Todas las plantas descendientes de esta semilla serán amarillas. (Goodman, pág. 25)

6.      La totalidad de los 16 cubos de hielo de la bandeja del refrigerador tiene una temperatura inferior a 10ºC. (Hempel pág. 267)

7.      Todas las esferas sólidas de uranio enriquecido (U235) tienen un diámetro de menos de una milla. (Van Fraassen[1]) pág. 27

 

 

Todos ellos están tomados de las ciencias. Los tres últimos se proponen como leyes derivadas, ya que se siguen de leyes científicas aceptadas (en el caso de 5, de leyes en conjunción con condiciones iniciales). Los ejemplos de afirmaciones no legales tienen un origen diferente. No pueden ser tomados de las ciencias ya que, en opinión de los autores,  éstas no los considerarían siquiera.

 

El ejemplo paradigmático es:

8.      Todas las manzanas de la canasta C en el tiempo t son rojas. (Hempel, pág. 267)

 

La primera razón que Hempel y Goodman están dispuestos a ofrecernos para excluir afirmaciones de este tipo del conjunto de las afirmaciones de tipo legal es nuestro sentido común: Los autores apelan al lector. No aceptaríamos, se argumenta, en la ciencia, afirmaciones como ésta.

 

Este rechazo se funda en tres razones, todas suficientes por separado:

1)      El enunciado no es “proyectable” a nuevos casos. Esto significa que si colocáramos una nueva manzana en la canasta, el enunciado no nos daría razones para suponer que ésta sería también roja. En cambio, las afirmaciones de tipo legal son proyectables. Si el día de mañana dejamos caer un cuerpo a nivel de la Tierra sabemos que su velocidad será de 9.816 m/s2.

2)      El enunciado no “apoya contrafácticos ni condicionales subjuntivos”. Esto significa que no podemos inferir, a partir de él, afirmaciones como: “Si hubiera habido una manzana más en la canasta habría sido roja” o “Si añadiéramos una nueva manzana a la canasta ésta sería roja”. En cambio, sabemos, la ley de gravitación apoya “Si me tropezara y cayera, lo haría a 9.816 m/s2.” Y “Si ayer, cuando me tropecé, hubiera caído, lo hubiera hecho a 9.816 m/s2.”

3)      Los casos particulares del enunciado no lo confirman. Conocer el color de algunas de las manzanas de la canasta no me permite inducir el color de las restantes. En cambio, la ley de gravedad fue confirmada por sólo unos cuantos casos y, sin embargo, todos los que la conocemos confiamos en que todos los cuerpos del universo la satisfacen.

 

Aunque las tres razones son intuitivas, y a los autores les resulta suficiente apelar al lector para concluir que existe una diferencia esencial entre este tipo de afirmaciones y las de tipo legal, los filósofos (en tanto epistemólogos) deben preguntarse en qué se funda nuestro sentido común, si puede establecer esa distinción entonces tiene que haber una diferencia entre ambos conjuntos de afirmaciones, las de tipo legal, y las contingentes o de regularidad accidental (como las denominan) y esa diferencia debe ser cognoscible. De lo contrario no podríamos reconocer, como lo hacemos, qué afirmaciones pertenecen a cada grupo.

 

Los intentos de hallar ese rasgo cognoscible permiten ligar conceptualmente los tres rasgos anteriores, lo que se ha usado para justificar unos en otros. Una afirmación proyectable a nuevos casos (razón 1) es aquella que ha podido ser inferida de algunos casos (razón 3). A revés, si ha podido ser inferida de algunos casos es porque era proyectable a  otros. En el caso de la ley de gravedad unos pocos casos me permiten corroborarla e, indirectamente, corroborar los que surjan en el futuro. Una conexión similar se da con el criterio de sustentar contrafácticos. Una afirmación sustenta contrafácticos y subjuntivos, es decir, podemos hacer inferencias a partir de esa afirmación a casos posibles o imaginarios, justamente porque es proyectable a casos posibles o futuros. La inversa es igualmente válida.[2] La literatura ha abundado lo suficiente en las relaciones de equivalencia entre estas tres propiedades de las afirmaciones de tipo legal y es fácil emplear cualquiera de ellas para fundar las otras.  Sin embargo, cualquiera que se tome como básica para justificar las otras, queda el problema de cómo justificar la básica. En definitiva, detrás de cualquiera de las propiedades anteriores está nuestra intuición. Por qué no estamos dispuestos a proyectar a nuevos casos una afirmación sobre un cesto de manzanas, ni ha considerar verdaderos contrafácticos sobre ella, ni a inferir a partir de una sola manzana o dos? Porque nuestro sentido común nos lo impide. También por otra razón, y es que nuestras leyes no cubren el caso de las cestas de manzanas. Si hubiera una ley sobre cestas de frutas, entonces podríamos estar seguros e inferir que cualquier manzana que pusiéramos en la cesta, se volvería roja. Pero no es así.

Otras generalizaciones accidentales que los filósofos citan son:

 

9.      Todo lo que había en mi bolsillo el viernes era de plata (Goodman, pág. 25)

10.  Todas las esmeraldas son verdules (x es“verdul” significa x es una esmeralda examinada antes de t y es verde o es cualquier otra cosa que no haya sido examinada antes de t y es azul). (Goodman)

11.  Todas las esferas de oro (Au) tienen un diámetro de menos de una milla. (van Fraassen pág. 27)

 

9 de apoya en nuestro sentido común. 10 también, aunque nuestras intuiciones requieren que lo pongamos en su contexto de formulación, un clásico ejemplo de Goodman al que remito (Op. Cit.), y en el que se opone a la afirmación intuitivamente proyectable “Todas las esmeraldas son verdes.” (Goodman, pág. 74). 11 se propone en oposición al ya citado 7. Todas las esferas sólidas de uranio enriquecido (U235) tienen un diámetro de menos de una milla. Como ya adelantamos, en tanto que 7 se apoye en razones científicas, no parece haber ninguna razón de principios de la ciencia para excluir la posibilidad de que haya esferas enormes de oro.

 

Así, parece que a veces es nuestro sentido común, el que nos indica qué afirmación puede ser aceptada como de tipo legal, nuestras intuiciones de proyectabilidad se basan en él. Otras veces es nuestro bagaje científico el que nos indica qué estamos dispuestos a proyectar hacia el futuro y a incluir en nuestros intentos de hacer ciencias.

 

Parece que existen dos tipos de razones cruzadas para aceptar afirmaciones de tipo legal para rechazar generalizaciones accidentales: por un lado está nuestro sentido común. Por el otro, está nuestro marco científico aceptado.

 

Los ejemplos de afirmaciones cuya aceptación o rechazo apelan al sentido común del lector, no se fundan en ninguna investigación empírica. El filósofo confía en que todos tenemos sus mismas intuiciones. Son, pues, en este sentido[3], a priori.

 

Por otro lado, están las afirmaciones tomadas de la ciencia.  Lo que está detrás de los ejemplos tomados de la ciencia es la confianza en las ciencias y, con ella, el supuesto de la racionalidad de la ciencia. Se presupone que su metodología para proponer leyes es la correcta y, en consecuencia, se investiga cuáles fueron las afirmaciones que se aceptaron para descubrir en los ejemplos históricos la metodología que dio lugar a ellos. Así, los filósofos tienen una base empírica a partir de la cual intentan reconstruir el criterio de identificación de enunciados de tipo legal que, suponen, está implícito. Su base empírica es la ciencia misma.

 

Los autores apelan a estos ejemplos paradigmáticos, algunos a priori, otros tomados de la ciencia, y buscan, a partir de ellos, un criterio general que proporcione un conjunto de condiciones necesarias y suficientes para que todos los ejemplos caigan del lado correcto. Ésta es su estrategia de investigación. En parte a priori, en parte a posteriori. Siendo diversos los meta-criterios con los que se aceptan los ejemplos con los que se juzga la aceptabilidad del criterio de reconocimiento de afirmaciones de tipo ley, nada garantiza que ese criterio único pueda ser hallado.

 

Una consecuencia del modo en que se aceptan esos ejemplos es que tanto la clase de las afirmaciones de tipo legal como la de las generalizaciones accidentales contendría tanto enunciados que se consideran verdaderos como enunciados que se consideran falsos.  La idea es que estas afirmaciones se aceptarán o rechazarán como de tipo legal antes de averiguar su verdad. En consecuencia, tienen que poder ser incluidas en cualquiera de estos dos conjuntos independientemente de su valor de verdad.

 

 Otra consecuencia es que en una concepción que satisficiera el criterio mínimo mencionado la clase de los enunciados tipo ley incluiría como subclase propia la de los enunciados de ley, ya que los casos que se consideran paradigma de enunciados de ley, se consideran también paradigmas de enunciados tipo ley.

 



[1] [v1989] El autor, uno de los principales filósofos contemporáneos de la legalidad y ya clásico también, retoma este ejemplo de tratamientos similares de Hempel y Reichembach.

[2] “Los cuerpos a nivel de la Tierra caen a una velocidad de 9.816m/s2 “ es proyectable a nuevos casos. Ello incluye, a casos que pudieron haber existido, pero no existieron (que es el caso del contrafáctico “Si  el cometa Halley hubiera pasado a nivel de la Tierra ésta lo hubiese atraído con una velocidad de 9.816m/s2”) y a casos que pueden ocurrir en el presente o en el futuro (el caso de los condicionales subjuntivos, como “Si la Luna estuviera a nivel de la Tierra ésta la atraería con  una velocidad de 9.816m/s2”).

[3] Y sólo en este sentido.