Eneas abandona a Eneas



No te despidas de la reina, no la mires

(su cabello sobre la arena, su voz que el viento entrega a partes),

no la escuches.

Algo detrás de la mirada encuentra a la mirada,

algo en la memoria de su cuerpo te descubre.

Si miras,

no cae la reina desmadejada sobre la arena;

tú mueres sobre la playa, tú atrás quedas.



No sueñes en la crueldad de tu miedo a quedarte,

no sueñes con la carrera hacia ti mismo.

Los dioses son celosos. No fundarás ciudades,

tus hombres se perderán, nadie te espera,

nadie derramará vino sobre tu tumba para otro viaje.



Pero despídete, despídete ahora. No vas a ningún lado.





Esta versión: México, 19 de mayo de 1995.