Monarca
¿Qué ha de ser la belleza sino un revoloteo de mariposas, racimo que tirita entre los oyameles,
despierta hacia el sol, planea hacia los valles, muere de distancia y cansancio a un lado del
camino?
¿Qué ha de ser la belleza sino caricias de niños que desde el pasado prefiguran caricias de
adultos, un largo trayecto de bosques y ciudades?
¿Qué ha de ser la belleza sino una voz en sueños, la repentina caricia de un gato, el olor del
cabello sobre la almohada, las manos y su enlace?
La belleza es un sabor de mango entre las bocas, la sorpresa y la iteración, el juego y el silencio;
es un tenderse al sol sobre colinas y bajo tus manos, planeando hacia los valles y montañas para
que el frío no impere, para que la muerte y la soledad no se apresuren, para hendir un nicho de
calor en la noche metálica de México.
Esta versión: México, 7 de junio, 1998.