SOBRE UNA RECONSTRUCCION DE UN ARGUMENTO DE BERKELEY*

RAYMUNDO MORADO

En su nota ‘Dos Argumentos Sobre Concebibilidad en Berkeley y Freud’, Ariel Campirán reconstruye y critica un argumento de Berkeley. A pesar de que Campirán tiene en mente dos posibles interpretaciones de una frase clave de Berkeley (la nocional y la relacional), no advierte que, a su vez, la interpretación relacional conserva una ambigüedad que permite dos lecturas (o formalizaciones) distintas de tal frase. Campirán analiza una sola de estas lecturas y, ya que sus argumentos no se aplican a la otra, el tratamiento lógico es incompleto. Sin embargo, el análisis de la lectura restante arroja conclusiones similares a las de Campirán. Mostrar esto es el objetivo del presente trabajo.

         En ‘Cuatro Argumentos de Berkeley Contra el Realismo Representativo’ (Análisis Filosófico, mayo 1981, pp. 1-18), J. Rodríguez Larreta agrupa las críticas a este argumento de Berkeley en cuatro tipos; mi análisis crítico se inscribirá en el segundo tipo (achacar al argumento confusiones de tipo verbal), aunque lamento que Larreta no comparta la creencia de que “la identificación de estas ambigüedades disuelva la paradoja que [la tesis de Berkeley] planeta” (op. cit. p. 18).

         Campirán propone reconstruir el argumento de Berkeley dándole como premisas

P1)     Si S concibe un objeto no percibido por nadie, k, entonces necesariamente S es espectador de k.

P2)     Si S concibe un objeto no percibido por nadie, k, entonces necesariamente S no es espectador de k.

y como conclusión

C)      No es posible que S conciba un objeto no percibido por nadie.

         Campirán objeta esta reducción al absurdo mediante un análisis de los consecuentes de las premisas. Afirma que al imaginar k, S puede ser (e1) espectador de lo imaginado o (e2) espectador en lo imaginado; pero como P1 sólo es verdad en sentido (e1) y P2 sólo es verdad en sentido (e2), el argumento es una falacia de ambigüedad.

         Ahora bien, no sólo en los consecuentes de las premisas es posible hacer una distinción; el antecedente “S concibe  un objeto no percibido por nadie, k” puede recibir la interpretación.

I1)     S concibe un objeto k, que de hecho no es percibido por nadie;

o la interpretación

I2)     S concibe un objeto k como no percibido por nadie.

          La siguiente formalización podría aclarar la diferencia:

I1’)    C(S,k) & -($ x) P(x,k)

I2’)    C(S,k) & C(S,[-($ x) P(x,k)])

         (Uso ‘[ ]’ como un operador que denota una entidad proposicional).

         Si aceptamos I2, la crítica de Campirán se sigue irrefragablemente. El primer conjuntivo de I2’ verifica el consecuente de P1 en el sentido de espectador de (e1), y el segundo conjuntivo de I2’ verifica el consecuente de P2 en el sentido de espectador en (e2) (puede verse que en la proposición concebida por S se pinta una situación en la que S -y todo percipiente- está excluido). Entendido el antecedente como I2’ está claro que el consecuente de P1 no se verifica en sentido (e2) ni el de P2 en sentido (e1). Hasta aquí funciona el análisis de Campirán.

         Pero, si aceptamos I1, los antecedentes se vuelven contradictorios,[1] P1 y P2 son analíticas (en cualquier sentido de ‘espectador’, ya que los antecedentes son imposibles) y C es una perogrullada. La conclusión en sentido I1

C-I1) No es posible concebir lo que nadie concibe,

es trivial porque no hace sino negar una contradicción. Si Philonous se limitara a decir esto nada podríamos objetarle. Pero él no puede detenerse aquí. Recordemos el texto de la discusión (en Rodríguez Larreta, op. cit., p. 12):

         Hylas: ...No hay nada más fácil que concebir un árbol o una casa que existen por sí mismos,

                       independientes de cualquier mente y sin que los perciba mente alguna. En este momento los

                       concibo perfectamente como existentes en esa forma.

            Philonous: ¿Cómo dices Hylas? ¿Puedes ver una cosa que al mismo tiempo no es vista?

            Hylas: No, sería una contradicción.

            Philonous: ¿No es una contradicción hablar de concebir una cosa  que no es concebida?

(subrayados míos).

 

         C-I1 no le sirve a Philonous-Berkeley pues no es la negación de lo que dijo Hylas, que es más fielmente interpretable en sentido I2. La falacia de Berkeley parece haber consistido en algo así como extraer correctamente C-I1 y tratar de usarla para negar las palabras de Hylas, función que sólo podría tener C si fuera tomada en sentido I2

C-I2) No es posible concebir algo como no concebido por nadie.

Y, claro, si quisiéramos obtener C-I2 independientemente, nos enfrentaríamos con el análisis de Campirán.

         El error de Berkeley pudo ser provocado por el uso de expresiones ambiguas como “You conceived a house or tree existing and out of all  minds whatsoever” (“Concebiste a una casa o árbol existiendo y fuera de cualquier mente”), pues “You conceived a house existing” (“Concebiste una casa existiendo”) puede ser entendido como “You conceived a house as existing” (“Concebiste una casa como existiendo”) o como “You conceived a house that, in fact, exists” (“Concebiste una casa que, de hecho, existe”). La respuesta de Philonous a Hylas en el pasaje transcrito sugiere esta confusión: Philonous asimila el hecho de concebir algo existiendo de cierta manera (tipo I2), con ver una cosa que no es vista (tipo I1).

         Cuando Philonous dice “Is it not as great a contradiction to talk of conceiving a thing which is unconceived?” (“¿No es también una gran contradicción hablar de concebir una cosa que es no concebida?”) la palabra clave es el segundo “is”. Hylas no habló de concebir algo que al mismo tiempo no es concebido, sino algo que en una situación imaginaria no sea concebido, “to conceive a tree as existing unperceived or thought of” (“concebir un árbol como existiendo no percibido o contemplado en el pensamiento”), y, como se desprende  del trabajo de Campirán, esto no es contradictorio: bien puedo imaginar una situación en la cual cierto objeto no es percibido, por más que yo sea espectador de esa situación.

         Resumiendo: pueden interpretarse los antecedentes de P1 y P2 de dos maneras distintas. Si se los interpreta como I1, C es una perogrullada y requiere de una falacia el obtener a partir de C la conclusión interesante que Berkeley buscaba. Si se interpreta como I2, las premisas sólo se sostienen con la distinción de espectadores que bien ha marcado Campirán, y la conclusión es falaz. Parece imposible reconstruir el argumento de Berkeley sin apelar a confusiones verbales.

 

 

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSOFICAS.

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO.



*El auxilio y la paciencia que este trabajo recibió de parte de A. Campirán (IIF-UNAM) y de R. Orayen (SADAF y UNAM) me obligan a reclamar para ellos el setenta por ciento de los méritos y, para mí, sólo el noventa por ciento de los errores.

[1]En el texto de Berkeley que transcribo más adelante en el texto, a la frase de Hylas “No hay nada más fácil que concebir un árbol o una casa (...) sin que los perciba mente alguna”, Philonous replica: “¿No es una contradicción hablar de concebir una cosa que no es concebida?”.

Concediendo, pues, una relación de intersustituibilidad entre ‘percibir’ y ‘concebir’ que Berkeley parece aceptar, nos encontramos con los antecedentes convertidos en

            I1”)   C(S,k) & - ($ x) C(x,k)

o sea, “alguien (S) concibe k y nadie concibe k”.

El que sea discutible esta equiparación entre concebir y percibir es inesencial al argumento pues bien pudo Berkeley contruirlo utilizando, más legítimamente, sólo la noción de concebir.