SEMBLANZA

José Gaos nació en Gijón, Asturias, el 26 de diciembre de 1900. En 1923, luego de haber cursado sus estudios en la Universidad de Valencia y posteriormente en la de Madrid (donde fue discípulo de José Ortega y Gasset y de Manuel García Morente), obtuvo el título de Licenciado en Filosofía. Ese mismo año, es lector de Español en la Facultad de Letras de Montpellier y en la Escuela Normal de Magisterio de dicha ciudad. En 1928, obtiene el Doctorado en Filosofía por la Universidad de Madrid, se vuelve Catedrático del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de León, y publica su traducción de las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, de Hegel. Dos años más tarde, es nombrado Profesor titular de Lógica y de Teoría del Conocimiento de la Universidad de Zaragoza y en 1933 Profesor titular de Introducción a la Filosofía y de Didáctica de las Ciencias Humanas en la Universidad de Madrid. En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, es nombrado rector de la Universidad de Madrid y en 1937 Comisario General de España en la Exposición Internacional de París, Presidente de la Junta de Relaciones Culturales de España en el Extranjero y Delegado oficial de España en el Congreso Descartes.

En 1938, debido a su actitud inquebrantable en contra del franquismo, se vio obligado a venir a México, en donde, como él mismo declaró en sus “Confesiones de Transterrado”, en ningún momento llegó a sentirse propiamente desterrado. Su sentimiento en este país fue siempre el de no haber dejado la tierra patria —la de origen— por una tierra extranjera —la de destino—, sino más bien el haberse trasladado de una tierra de la patria a otra. Dado que las patrias no consistían, para Gaos, en territorios ocupados por poblaciones primitivas, sino en espíritus con interpenetraciones históricas por encima de las fronteras territoriales, él hallaba más adecuado definirse como un transterrado.

Desde el año de su llegada, Gaos se consagró en México a la enseñanza de la Filosofía como miembro de La Casa de España —más tarde convertida en El Colegio de México— y como profesor extraordinario de la UNAM. En 1953 fue nombrado doctor honoris causa y posteriormente profesor de tiempo completo y emérito.

El acontecimiento decisivo para la formación filosófica de José Gaos consistió, sin duda, en la relación que mantuvo con su maestro Ortega y Gasset. La cercanía de esta relación fue tanta, que todavía en 1940, al explicarse ante sus críticos por el uso de algún concepto orteguiano, se declaró imposibilitado para discriminar su pensamiento del de su maestro. Su trabajo como filósofo, pensador, traductor, autor y maestro universitario —con docencia ininterrumpida— renovó y enriqueció en forma notabilísima los estudios de Filosofía, de Historia de la Filosofía y de Historia de las Ideas en general sobre todo en México, pero también prácticamente en toda Latinoamérica.

José Gaos tradujo setenta y tres obras. Entre sus libros y artículos llegó a escribir doscientos quince títulos. Su obra póstuma Del Hombre debe entenderse literalmente como una segunda vuelta a un mismo campo de investigación ya totalmente acotado en el primer libro De la filosofía, pero susceptible de precisiones y enriquecimientos. La forma circular del primer tratado, que daba razón de la filosofía por el hombre, se repite en el libro póstumo que da razón del hombre por la filosofía.

En 1966, a raíz del conflicto que culminó con la renuncia del Doctor Ignacio Chávez a la rectoría de la UNAM, Gaos se retiró voluntariamente de la Universidad por no poder sentirse moralmente compatible con una comunidad universitaria incapaz de exigir reparaciones por los agravios cometidos contra el rector. Aunque no faltaron diversos intentos por convencerlo de que retornara, llevados a cabo por personas de su mayor estima, Gaos no volvió a la Universidad hasta su muerte. Así comentaría él mismo el hecho en marzo de 1969: “lo mismo que de España, salí de la Universidad por circunstancias que considero injustas. Si éstas persisten, jamás podré cambiar mi opinión de no regresar ahí”.

A España, en efecto, tampoco volvió nunca, y su ausencia ha sido considerada como uno de los mayores monumentos en honor del antifranquismo y la dignidad del exilio español. Gaos terminó sus días como miembro de El Colegio de México, la misma institución que lo acogió a su llegada.

Durante el conflicto estudiantil de 1968, un año antes de su muerte, las tres tesis doctorales cuya dirección había emprendido Gaos en 1967 alcanzaron a sustentarse y ser aprobadas. Su curso central también fue finalizado y acabó por editarse.

El 10 de junio de 1969, Gaos presidió el último examen de su vida en el aula mayor de El Colegio de México. El examen fue programado para las cuatro de la tarde. A las 18:55, cuando acabó de firmar la primera de las actas, Gaos cayó inconsciente, y a las 19:05 dejó de existir. Su muerte fue tal vez la que él pudo haber deseado: la muerte de un maestro.

En José Gaos y en su obra, México y España, Latinoamérica entera y España, se acercan y se hermanan.