Histórico

María Florencia Niszt Acosta

Filosofía Política
  • Estancia Posdoctoral
  • Septiembre 2010 - Septiembre 2011
  • Doctorado, FLACSO, México
  • correo@correo.co
Semblanza
ocultar [-] mostrar [+]

Nacionalidad: Argentina

La investigación que estoy realizando es una continuación de mi tesis doctoral "La izquierda socialista y el nacionalismo revolucionario, derroteros de una difícil convivencia". Ese trabajo estuvo dedicado a indagar y reconstruir algunas posiciones, propuestas e interpretaciones de la realidad política que la izquierda mexicana elaboró en diferentes momentos de su historia. Se trató de un largo recorrido, a través de fuentes documentales, publicaciones, discursos políticos y trabajos académicos, para poder comprender algunas de las razones que llevaron al enfrentamiento al interior del campo político de la izquierda en las elecciones presidenciales del año 2006.

En todo ese recorrido se volvió evidente que la izquierda mexicana constituye un universo amplio y complejo, en el cual se manifiestan trayectorias diversas, se recuperan experiencias distintas, se reconocen influencias ideológicas a veces antagónicas. Sin embargo, resultó claro que al interior de ese universo podían distinguirse, al menos, dos izquierdas: sectores que se asumen como herederos de una izquierda nacionalista con un espíritu y un ideario político definido por la centralidad del Estado, con vocación de gobierno y con un proyecto nacional, que recupera el proyecto revolucionario de 1910 y pretende profundizar en aquella experiencia, frente a una izquierda que se define por su carácter opositor o contestatario, que reivindica la centralidad de la sociedad civil frente a la expansión del Estado. Una izquierda más anti-estatal y defensora de la autonomía social, con relaciones ambiguas frente a la afirmación nacional.

En la investigación actual estoy haciendo un camino inverso. Asumo que la izquierda socialista y comunista ha construido su identidad política en una controversia permanente con el Nacionalismo Revolucionario, y quiero indagar en las peculiaridades de ese interlocutor político. Propongo realizar esa indagación a partir del análisis de dos expresiones intelectuales del Nacionalismo Revolucionario: la de Leopoldo Zea y Emilio Uranga. La decisión de centrar el análisis en el Nacionalismo Revolucionario es de por sí problemática y compleja desde el inicio por las dificultades que plantea delimitar y comprender en qué consiste el Nacionalismo Revolucionario.

Publicaciones
ocultar [-] mostrar [+]

Los intelectuales pensando la política

Los dos intelectuales mencionados pertenecieron al Grupo Hiperión2, creado en el año 1947 y cuyo trabajo se extendió hasta el año 1952. Compartieron muchas preocupaciones filosóficas referidas al problema 'de lo mexicano' o 'del ser mexicano'. Sus inquietudes los llevaron a intentar "filosofar desde y sobre su realidad circundante, filosofar sobre México, sobre América Latina, no sólo como un interés académico más, sino con el fin de transformar esa realidad, sacudirla, de liberarla" (Hurtado, 2008:2). Podríamos afirmar que se trataba de intelectuales que pensaban la política con el claro objeto de incidir en ella.

Emilio Uranga, en el período que nos ocupa fue nombrado asesor de la Presidencia de la República y participó en la elaboración de "México: cincuenta años de revolución", cuatro volúmenes dedicados a analizar los logros de la Revolución Mexicana en su cincuenta aniversario. Desde el lugar del intelectual comprometido expresó sus posiciones en uno de los debates más acalorados de la época: el carácter de la Revolución Mexicana, su proyecto y sus alcances. Decía E. Uranga que "México es un enorme problema social, económico, histórico y político, y un filósofo que se dedicara a buscar en el extranjero motivos de inspiración para su obra maestra, estaría desoyendo, injustamente, la voz más fecunda y más promisoria de originalidad y de fertilidad" (Revista Política Volumen 1, 1960). Sus motivaciones filosóficas, indagar en el ser mexicano o en la filosofía de lo mexicano, se articulaba con sus intereses políticos. Esto es, la pregunta por lo mexicano estaba acompañada por el compromiso de operar transformaciones "morales y sociales" y Emilio Uranga encontró en la actividad política y en el Nacionalismo Revolucionario, un camino para realizarlas.

Leopoldo Zea, es quizás quien mejor ejemplifica el rol del filósofo político.
Para Zea el ejercicio de la filosofía es una actividad intelectual comprometida: esclarecer la realidad, detectar los problemas y buscar soluciones. Su programa intelectual lo condujo a reflexionar sobre las circunstancias concretas de América Latina y de México no solo con la intención de elaborar una filosofía de lo mexicano sino de inscribirla en el pensamiento universal. La tarea de la filosofía americana, en todo caso, era el camino para adaptar la cultura a la realidad, para desplegar un pensamiento original, que no fuera la simple adecuación del pensamiento europeo a una realidad diferente. El pensamiento o la 'filosofía original', se alcanzarían reflexionando sobre los temas propios, desde las propias circunstancias o bien meditando sobre los temas universales a partir de ella.

Su compromiso intelectual se expresó, en buena medida, como una propuesta ideológica y política: en el respaldo y defensa del Nacionalismo Revolucionario así como en su participación en actividades partidarias, ya fuera desde el interior del Partido Revolucionario Institucional, o bien desde la actividad pública, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde desplegó una intensa actividad cultural. Hizo suya la defensa de la soberanía de los pueblos americanos y de la Revolución Mexicana, la cual tuvo un lugar destacado en sus elaboraciones teóricas. Zea pensó la Revolución y la inscribió en el acontecer de la historia universal. Como un movimiento que anticipó los movimientos de liberación nacional y de independencia política. En este sentido, el discurso nacionalista y la defensa de lo nacional, deben comprenderse en una articulación permanente entre su pensamiento teórico y sus posiciones políticas: el nacionalismo como medio para acceder a la universalidad sin imitaciones y sin limitaciones. La Revolución como un rasgo de un movimiento más amplio, que la abarca: la liberación de los países dependientes.

La estrategia de análisis que propongo para reconstruir el debate intelectual que se produjo entre finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta, hará uso de las herramientas teóricas y metodológicas de la Historia Intelectual y de la Historia Conceptual.

En este sentido, se vuelve fundamental para reconstruir y comprender las distintas posiciones que se debatieron, recomponer el marco general de los problemas que se plantearon. Es decir, analizar los textos como si se tratara de un conjunto de respuestas, a preguntas planteadas por diferentes interlocutores, considerar que el autor del texto pretendía dar cuenta de ciertos problemas, en un contexto determinado. Y sobre todo, que todo texto tiene una finalidad práctica, o mejor dicho es en sí mismo una intervención política.

La estrategia asimismo considera fundamental para el análisis tener presente que los vocabularios, los usos, la forma de plantear los problemas constituyen en sí mismos elementos que hacen a la comprensión de los sentidos que están en juego.

Se trata de poner el acento no sólo en lo que se dice sino en el modo en se expresan las posiciones de los autores: "Para reconstruir el lenguaje político de un período no basta, pues, con analizar los cambios de sentido que sufren las distintas categorías, sino que es necesario penetrar la lógica que las articula, cómo se recompone el sistema de sus relaciones recíprocas" (Palti, 2007:17).

Y para dar cuenta de esas articulaciones es preciso tener presente cuáles son las condiciones de enunciación de los discursos (condiciones que no sólo están dadas de antemano, sino que son creadas, recreadas, alteradas por los propios discursos), ya que el contexto no opera como algo externo a lo que se dice, sino que es un elemento constitutivo en tanto hace a las posibilidades de producción y circulación de las distintas posiciones que se analizarán en los textos.

Y esto último refiere a la atención prestada, desde la historia intelectual, a la historicidad de los lenguajes políticos. Dar cuenta de la articulación de las diferentes categorías de los lenguaje políticos sólo es posible asumiendo que la misma siempre se realiza precariamente porque la temporalidad, tal como señala Elías Palti, no es una dimensión externa a éstas, algo que les viene a ellas desde fuera (desde su "contexto exterior"), sino inherente que, las habita en su interior" (2007:56).

Es así que para comprender las elaboraciones de estos intelectuales, a partir de los ejes ya señalados, es menester asumir que no es en el plano normativo donde se dirimen los sentidos políticos de los términos que están en juego. Aunque frecuentemente los sentidos políticos produzcan normatividad, es decir, establezcan modos correctos e incorrectos de actuar y quizá ese sea uno de los principales objetivos no manifiestos de muchas elaboraciones intelectuales. La imposibilidad de fijar el sentido de la Revolución Mexicana, o de su proyecto, por poner sólo un ejemplo, es algo que se dirime en el plano de la práctica política porque no puede apelarse a una definición verdadera de los sentidos que se expresan en el debate.

Por otra parte, si bien es cierto que desde la perspectiva de la Historia Conceptual, el análisis comprende un momento sincrónico y otro diacrónico para poder abordar los cambios conceptuales, considero que aunque esta propuesta se centra en un período corto de tiempo, hay ciertas herramientas metodológicas que pueden ser incorporadas.

La historia conceptual puede ayudar "a poner en claro la permanencia de las experiencias anteriores y la resistencia de las teorías del pasado (...) En el cambio de perspectiva pueden hacerse visibles eliminaciones entre los significados antiguos de palabras que apunta a un estado de cosas que se extingue y los nuevos contenidos que surgen para esa misma palabra" (Koselleck, 1993:122). En este sentido, se intentará reflexionar sobre los cambios de sentido que pudieron haberse producido en algunas palabras que en el pasado reciente tenían significados diferentes o bien, cómo pudieron haberse incorporado nuevos sentidos y también la intención de transformarlos en las intervenciones de estos intelectuales.

El análisis está centrado, en un primer momento, en diferentes artículos publicados por estos intelectuales en el período señalado en algunas revistas que se volvieron escenario del debate político de aquél momento: la Revista Política, Cuadernos Americanos y Siempre! En un segundo momento se analizarán algunos trabajos de estos autores y se intentará vincular sus posiciones políticas son su producción intelectual. En el caso de Emilio Uranga, se trabajará: "Análisis del ser mexicano", "Optimismo y pesimismo del Mexicano" y "El tablero de enfrente". Luis Villoro: La cultura mexicana de 1910 a 1960; "La tarea de historiador desde la perspectiva mexicana" "Historia de las ideas" y "Signos Políticos" México: Grijalbo. Leopoldo Zea: "Filosofía de lo americano"; "Conciencia y posibilidad del Mexicano"; "El occidente y la conciencia de México".

    Abr 26 de 2024
© 2015-2019 Instituto de Investigaciones Filosóficas - Universidad Nacional Autónoma de México
  Aviso de privacidad