Soy investigador titular de tiempo completo desde 1986, año en que obtuve mi doctorado en filosofía con "minor" en lingüística en la Universidad de Indiana (EE.UU.) con una tesis titulada "Leibniz on Existence". Mi jurado estuvo compuesto por mi tutor, Héctor-Neri Castañeda (1924-1991) y mis cotutores: Nino B. Cocchiarella (lógico), Paul Vincent Spade (medievalista) y Fred W. Householder (lingüista, tutor externo. 1913-1994). Esta tesis tuvo la distinción de haber sido el único trabajo no publicado que fue comentado en 1988 por A. Heinekamp y F. Schupp en un estudio que fue traducido por Juan A. Nicolás con el título "Lógica y metafísica de Leibniz. Principales líneas de interpretación durante el siglo XX" (Diálogo Filosófico 19 (enero-abril 1991)4-31. Ver p. 23).
Obtuve la maestría en la misma universidad en 1978 mediante exámenes generales. En 1976 obtuve mi licenciatura en la UNAM con la tesis "¿Es la existencia un predicado lógico?". Mi jurado estuvo compuesto por mi director de tesis, Hugo Margáin Charles (+1978, trágicamente asesinado) y como sinodales mis maestros Alejandro Rossi Guerrero (+5-VI-2009) y Hugo Padilla Chacón.
Mis áreas de especialización son tres:
He incursionado también en filosofía del lenguaje, ontología, otros temas de bioética, didáctica de la lógica y filosofía de la educación.
Doy conferencias y cursos (muchos de ellos de actualización para profesores) en mis áreas de especialización (2) y (3).
Publicaciones sobre Leibniz
Publicaciones sobre ética ambiental y animal
Publicaciones sobre argumentación y falacias
Publicaciones filosóficas diversas
Apresurada semblanza filosófica
Desde mi ingreso a la licenciatura en filosofía en la UNAM, decidí orientar mis estudios hacia el entonces positivismo lógico y luego filosofía analítica. De esta manera, los maestros que más contribuyeron a mi formación en la licenciatura fueron Luis Villoro y Alejandro Rossi, con quienes tomé varios cursos, desde Introducción a la filosofía y otros más. También debo mucho a Hugo Padilla, con quien tomé varios cursos de lógica y también sobre Frege. Igualmente tomé luego lógica con Roberto Caso Bercht, quien traía la novedad del texto de Benson Mates, que fue impartido por él de manera rigurosa, y que luego yo impartí en mis cursos de lógica. Tomé una lógica también con Hugo Hiriart, quien posteriormente se entregaría más a la literatura (como fue el caso también con Alejandro Rossi). Otro factor muy importante en mi formación filosófica fueron los seminarios de investigación, cursillos y conferencias en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, al que ingresé como becario.
Yo llegué a la UNAM después de ocho años de estudios como seminarista salesiano. Al final del filosofado decidí regresar al laicado, y alguien a quien debo mucho para haberme decidido a ingresar a Filosofía fue el entonces aún no sacerdote Argeo Thelian Corona Cortés, quien siempre me dijo que yo servía para la filosofía (ya en la UNAM lo mismos ánimos me daría un Prof. Briseño, guatemalteco, quien fue invitado a la Facultad a dar un curso que tomé). Los salesianos se dedican a la educación y debido a ello estudié con ellos la Normal, lo que me hizo posible ingresar a la UNAM sin dificultad, a pesar de no haber pasado por la preparatoria, pues en ese entonces se permitía a los normalistas ingresar automáticamente a la UNAM. Mi formación filosófica fue en esos años tomista, y quedó en mí la admiración hacia el rigor del trabajo de Tomás de Aquino, rigor cuya expresión contemporánea encontré en la filosofía analítica. En los primeros años de la licenciatura leí Por qué no soy cristiano y Matrimonio y moral, de Bertrand Russell. La lectura de estos libros y otros factores que alargarían esta breve semblanza me llevaron a abandonar el catolicismo y considerarme ateo.
El interés por mis tres áreas de especialización surgió de la siguiente manera. En lo que toca al interés por Leibniz, entre los cursos que tomé con Castañeda hubo uno sobre precisamente Leibniz. Castañeda era desbordante en todo, y como trabajo de fin de curso nos pidió un "paper" con un mínimo de ¡cincuenta cuartillas! Asumí el reto. Como yo había trabajado el concepto de existencia en mi licenciatura, decidí trabajar sobre el concepto de existencia en Leibniz. Como es fácil suponer, ese trabajo me dio material para mi tesis de doctorado. Desde entonces Leibniz me cautivó y lo fui encontrando cada vez más atractivo, hasta el día de hoy.
En lo que concierne a la ética hacia los animales y la ética ambiental, el proceso fue así. En Bloomington cayó en mis manos un ejemplar de Animal Liberation, de Peter Singer, y su lectura fue para mí, como para tantos otros en el mundo, la revelación de un punto de vista totalmente novedoso, atractivo y bien argumentado. Recuerdo haber defendido los planteamientos de Singer y mi vegetarianismo frente a las preguntas de Castañeda cuando caminábamos por el centro del D.F. dirigiéndonos a merendar algo en Super Leche (tristemente desaparecida en el temblor de 1985), en una de las visitas que hizo a México cuando yo ya había regresado. Terminé mi tesis de doctorado en México y regresé a Bloomington a defenderla en 1986. Al volver con mi título en la mano al Distrito Federal, súbitamente cobré conciencia del grave deterioro ambiental de la ciudad, y la imagen que me hice de mí mismo encerrado en mi torre de marfil mientras la ciudad sufría tan graves problemas, me llevó a salir de esa torre y tratar de hacer algo para contribuir a una solución. Empecé a hacer activismo, y durante el curso de éste me di cuenta de que era necesario ir a los fundamentos teóricos. Fue así que, en lugar de pasar de la reflexión teórica a su aplicación, pasé de la praxis a su fundamentación. De esta manera, después del giro analítico di un giro hacia la ética práctica (desde luego, éste no necesariamente elimina a aquél). Mucho tiempo después caería en cuenta de que por similar proceso pasaron varios filósofos anglosajones o angloparlantes. Por mencionar sólo un caso entre muchos otros, los Routley (Val y Richard) fueron conocidos -sobre todo él- por su trabajo en lógicas libres meinongianas (cf. su tremendo libro Meinong's Jungle) y relevantes. Cuando ambos se separaron, cambiaron sus nombres. Richard Routley pasó a llamarse Richard Sylvan (apellido que significa "de los bosques") y empezó a escribir sobre ética ambiental. Val Routley pasó a llamarse Val Plumwood (+2008), y se dedicó al ecofeminismo (unos años antes de su muerte fue atacada por un cocodrilo, a cuyo ataque sobrevivió de manera sorprendente, y su historia ha sido puesta en la pantalla chica en el canal Animal Planet. Ello la llevó a reflexionar sobre la relación presa-depredador en un breve artículo que fue reproducido en una revista filosófica el año de su muerte). Otro caso es el del noruego Arne Näess, y así podría continuar. Ahora son cada vez más los filósofos, muchos de ellos con formación analítica -especialmente los de las nuevas generaciones- que se interesan y escriben sobre estos temas. ¡Cuánto tardan las nuevas ideas para ser aceptadas, inclusive en el mundo académico! Con gran acierto Tom Regan hizo suya la famosa frase de Mill: "Todo gran movimiento debe pasar por tres etapas: el ridículo, la discusión, la adopción".
En cuanto a mi interés por la argumentación y las falacias, las primeras chispas empezaron a aparecer en mi infancia, cuando empecé a leer algunos Diálogos de Platón en un libro de la entonces Editorial Bruguera. De esa lectura surgió mi interés por aplicar el método mayéutico con mis primos Roberto Ibáñez Mariel y Francisco J. Ibáñez Rivero, que visitaban semanalmente la casa de los abuelos maternos, en la que mis padres y nosotros sus hijos vivíamos. Abogados prominentes ahora, aún recuerdan mejor que yo nuestras discusiones. Después, en Indiana me enteré del movimiento de la "Informal Logic" de los canadienses Johnson y Blair (quienes ya han visitado nuestro Instituto), y empecé a adquirir la Informal Logic Newsletter, convertida ahora en la revista Informal Logic. Pero mi interés no cristalizó sino hasta cuando mi colega Raymundo Morado regresó de Indiana con su doctorado, y junto con nuestro otro colega de la Universidad Veracruzana y ex becario del Instituto, Ariel Campirán, empezamos a tener reuniones e intercambiar ideas, dando origen a lo que después llamamos el Taller de Didáctica de la Lógica (TDL), que en la actualidad tiene reuniones con videoconferencias quincenales, y un encuentro internacional anual. Posteriormente, a propuesta mía, cofundamos la Academia Mexicana de Lógica (AML), que cuenta en la actualidad con muchos miembros y que pasó a convertirse en madre del TDL (¡caso insólito, en que la madre nació después del hijo!). También salió a la luz el boletín de lógica Modus Ponens, que fue saludado con entusiasmo por Alejandro Rossi y que ha aparecido con mucha irregularidad; pero no perdemos la esperanza de darle continuidad. El que hace varios años fue en México un incipiente movimiento de "pensamiento crítico" (no confundir éste con la expresión homónima manejada en el pensamiento marxista actual, aunque no son incompatibles) ahora cuenta con amplia aceptación, y varios académicos jóvenes han hecho de él una herramienta didáctica, y algunos otros además han incursionado en la teoría.