UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS

Durante el último cuarto del siglo diecinueve, los homeópatas ganaron terreno en la sociedad mexicana. El apoyo gubernamental que recibieron a inicios de la década de 1890 en la forma de un hospital y la regularización de su oferta educativa contribuyó a posicionar a la homeopatía como un sistema médico opuesto a las teorías, prácticas e instituciones médicas ortodoxas, o lo que los egresados de la Escuela Nacional de Medicina llamaron la ciencia médica, a pesar de los esfuerzos de los médicos homeópatas para ser incluidos dentro de dicha tradición. El resultado fue una lucha política entre dos grupos médicos en su esfuerzo por legitimar o prohibir la práctica y la educación de los homeópatas durante las dos décadas después de la revolución. Este tema ocupa un capítulo del libro de Jethro Hernández, en el que examina la historia exitosa de la medicina homeopática en México. Aquí como en ningún otro país de Latinoamérica, la homeopatía penetró en la sociedad mexicana y creó un grupo muy fuerte de seguidores incluyendo médicos, pacientes y autoridades de gobierno que la popularizaron y crearon instituciones para apoyarla. En el libro describe cómo el proceso revolucionario ofreció las condiciones para reconfigurar los límites entre la medicina académica y la medicina popular en México, ratificando y promoviendo la continua presencia de creencias médicas populares en una sociedad estratificada, una sociedad que luchó por reconciliar el provincialismo y elitismo científico de los médicos con las demandas populares de salud, su pasado Porfiriano y su presente revolucionario.

Esta presentación explica cómo los doctores “alópatas” y homeópatas racionalizaron sus diferencias a nivel de la teoría médica. Analiza el diálogo o la falta de él entre quienes apoyaban las ciencias médicas, desde la anatomía patológica y la farmacología del siglo diecinueve hasta la bacteriología y la fisiología del siglo veinte, y los médicos homeópatas que la reconocían, pero cuestionaban. El objetivo principal es comprender la manera en que las distintas maneras de entender las nuevas ciencias médicas influyeron en la creación de los límites que definieron el conocimiento y las prácticas médicas legítimas después de la revolución. Rastrea las críticas de prominentes médicos de la Escuela Nacional de la Medicina a la homeopatía y la adopción de la llamada ciencia médica por los homeópatas para criticarla y también alinearse con ella. Localiza los acuerdos y desacuerdos de la ciencia homeopática con la medicina científica, siguiendo la transformación de la homeopatía mexicana en un dogma que sus seguidores utilizaron después de la revolución para avanzar los intereses del gremio. Estas consideraciones epistemológicas influyeron en la regulación de la currícula y la práctica médica, estableciendo los límites entre la medicina académica y popular en el México posrevolucionario.

La presentación propone estudiar el Laboratorio de Cartografía y Lenguaje Gráfico, único en su momento por ser el primero en introducir el lenguaje abstracto de la gráfica en las ciencias sociales, a través del estudio de la construcción de su legitimidad académica al interior de la EPHE/EHESS. Para eso, la noción de espacio, o “lieu”, como se entiende en análisis espacial e historia material de las ciencias permite ubicar las rupturas en la historia de ese laboratorio involucrando dentro de una institución académica francesa. En efecto, se trata de entender al espacio según sus dimensiones geográficas, disciplinarias y “sociales”. El estudio de tres momentos fundamentales del laboratorio de cartografía debe ayudar a entender cuáles son los espacios que ocupa el laboratorio: a los finales de los años 50 (cuando busca su espacio en la jerarquía del EPHE), las décadas 60-70 cuando conoce un periodo de consolidación y auge y, finalmente, el fin de la década 80, cuando el laboratorio entra en crisis. Trabajando ese aspecto, surge la cuestión de la legitimidad, lo cual permite preguntar: ¿De qué manera se elabora e involucra la legitimidad del laboratorio de cartografía/gráfica dentro de l’EPHE/EHESS entre su creación en 1954 hasta su última década de existencia en los noventas?

A través del trabajo del análisis espacial (Livingstone, Bess, Bert) se pretende abordar la producción de los saberes científicos de manera diacrónica y geográfico-espacial. Asimismo, se propone que el espacio transforma a los saberes, actuando como un filtro que modela y moldea a los saberes. Esta perspectiva espacial nos permite comprender mejor los avatares y dudas al momento de la creación del laboratorio de gráfica, los cambios posteriores de nombre, de su organización y funciones. Desde la perspectiva diacrónica, podemos considerar sus espacios geográficos y disciplinarios, los cuales se articulan para entender la difícil elaboración de la legitimidad de tal laboratorio.

El corpus documental se compone de una parte del fondo del laboratorio de gráfica y de los archivos personales de Jacques Bertin, fundador y jefe del laboratorio desde 1956 hasta su jubilación en 1985. Estos archivos se encuentran en los Archivos Nacionales de Francia y en la Biblioteca Nacional de Francia. La investigación doctoral de la cual se desprende esta participación pretende llevar a cabo una revisión de este fondo no conocido hasta ahora.

La tesis se inscribe en el marco de un proyecto apoyado por la Agencia Nacional de Investigación de Francia. Por eso, el trabajo, cuyo objetivo es trabajar sobre la historia del laboratorio, toma también en cuenta otros ejes de análisis del laboratorio desde que el proyecto incluye a diseñadores, desarrolladores web, epistemólogos, geógrafos e historiadores. Además, se trabaja con archivos que nunca han sido analizados hasta ahora. Finalmente, usando el análisis espacial, la historia del laboratorio ofrece una dimensión adicional tratando entender los retos de la localización del laboratorio en vínculo con el reto de su denominación disciplinaria.

La cultura de los libros en cualquier territorio de la América Ibérica se estudia mediante dos testimonios: los bibliográficos y los documentales. Los primeros, son aquellos libros producidos en centros tipográficos americanos o europeos de la época que conformaban las bibliotecas privadas e institucionales de este vasto territorio. Tales libros se conservan en repositorios contemporáneos públicos y privados, nacionales y extranjeros, a los cuales nos acercamos mediante catálogos institucionales basados en normativas compartidas. Instrumentos que permiten establecer una correlación entre los objetos conservados y las comunidades de interpretación o, incluso, proyectos específicos como las bibliotecas digitales. Los segundos, son los testimonios históricos conservados en diferentes archivos históricos de todo el mundo y de cualquier dominio. Los documentos históricos, al igual que los libros antiguos, se describen con normativas especializadas. Sin embargo, estos testimonios son más complejos porque su cantidad es inmensamente mayor y, porque son difíciles de identificar y de describir. Situación propiciada porque el expediente al que originalmente pertenecieron ha desaparecido por diferentes razones históricas.

Entre estos documentos se encuentran numerosas listas de libros que testimonian la presencia de tales objetos en el Virreinato de Nueva España, desde el siglo XVI y hasta el cierre de las últimas instituciones coloniales, los conventos, en 1861. Estas son las fuentes principales de esta investigación, que invitan a preguntarse si esa valoración previa de la historiografía mexicana que las califica como parcas e imposibles de trabajar tiene algún sustento o si, en su defecto, estamos ante fuentes que no han sido bien comprendidas por la naturaleza de la información que ofrecen. En efecto, se trata de información bibliográfica que conocían todos los agentes de la cultura escrita desde los autores, amanuenses, libreros, impresores, lectores, bibliotecarios, archiveros y, obviamente, los inquisidores encargados de la censura posterior desde 1558. Es decir, controlar y vigilar la circulación de los libros prohibidos, expurgables y sospechosos. El resultado de esta investigación documenta la existencia de un canon bibliográfico compartido por todos esos agentes que se aprecia claramente en fuentes bibliográficas como las grandes bibliografías de Conrad Gesner o Nicolás Antonio, así como en esas listas de libros que informan cuáles eran los libros que circulaban en esa tierra tan derramada.

La evidencia histórica muestra que los americanos durante el periodo colonial recibieron toda la literatura científica, tecnológica y de otras disciplinas que se producía en aquel periodo. Por tanto, aquellas apreciaciones previas sobre una cultura pobre, religiosa, exclusiva y estrangulada por el yugo inquisitorial, deben ser matizadas con el estudio sistemático por un lado, de ese canon bibliográfico y, por el otro, de esas fuentes con las cuales se puede saber con certeza el impacto que las lecturas posibles tuvieron en esas sociedades. Los libros son objetos complejos, por lo que requieren de estrategias interdisciplinarias para su estudio. Además, debido a su enorme dispersión, destrucción y saqueo estos documentos son muestras puntuales de prácticas culturales del pasado pero su sincronía temporal permite precisar cómo fueron prácticas de larga duración como efecto directo de un claro disciplinamiento social.
 

Presentan _{(EN ESPAÑOL)}
Stefanie Gänger
(Departamento de Historia, Universidad de Heidelberg)

Renato González Mello
(Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM).

Miércoles 16 de febrero, 2022 - 11:00 hrs. (CDMX)
A través de Zoom:  https://zoom.us/j/84546390895
Solicite la contraseña de acceso en itinerante@colmex.mx o en un mensaje a www.facebook.com/SeminarioItinerante
Transmisión simultánea en Facebook: www.facebook.com/SeminarioItinerante
 

 Resumen: El libro La modernización de la ciencia en México: El caso de los astrónomos, del Dr. Jorge Bartolucci, fue publicado en el año 2000. Esta obra, galardonada con el Premio Francisco Javier Clavijero (INAH, 2001), es resultado de una investigación exhaustiva sobre la historia de la astronomía en México y Estados Unidos a través de diferentes archivos en ambos países. El Dr. Bartolucci demostró que la fundación del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, Puebla, en 1942 sentó las bases de la astrofísica moderna en México y que su equipamiento fue posible por una convergencia de factores, principalmente, el apoyo del director del Harvard College Observatory, Dr. Harlow Shapley, la cruzada científica que Luis Enrique Erro consumó en medio de una delicada coyuntura política en nuestro país y las circunstancias extraordinarias provocadas por la Segunda Guerra Mundial. La posterior obra del astrónomo mexicano Guillermo Haro, junto con la presencia de la Universidad Nacional en la escena de la astronomía mexicana y la influencia del Harvard College Observatory en la posguerra, coadyuvaron a generar las condiciones necesarias para que, a partir de los años 50s, la astronomía mexicana se integrara definitivamente en las discusiones de esta disciplina a nivel internacional, al tiempo que se consolidaba como una profesión viable en nuestro país.    

En esta sesión especial del seminario Itinerante, dialogaremos y haremos un balance con el autor en torno a su libro, así como sobre la historia de la astronomía en México en el siglo XX y de las relaciones científicas entre México y Estados Unidos.

Libro a la venta: https://www.iisue.unam.mx/publicaciones/libros

_{Coordinan
Adriana Minor (CEH-Colmex)
Angélica Morales (CEIICH-UNAM)
Carlos López Beltrán (IIFs-UNAM)
Laura Cházaro (DIE, Cinvestav-IPN)}