El pasado 27 de noviembre se cumplió un año desde que fui electo por la Junta de Gobierno para encabezar la dirección del Instituto. Este primer año ha sido muy intenso, pero he tenido la fortuna de contar con un equipo de trabajo comprometido y responsable, a quien agradezco su apoyo y su trabajo. Asimismo, agradezco el voto de confianza de la comunidad del Instituto, sin ello no sería posible superar los problemas que enfrentamos y consolidar los logros y avances que hemos conseguido.
En el Plan de Trabajo que presenté a la Comunidad y a las autoridades responsables del proceso de selección dividí mis compromisos en dos partes: la primera referida a las medidas a implementar durante la pandemia de Covid-19 y la emergencia sanitaria. La segunda se refería a los planes y guía de acción para el Instituto. Dentro de estos planes cobraba centralidad la elaboración de un Plan de Desarrollo que fuera participativo y que lograra identificar los principales problemas del Instituto y lograr acuerdos que nos permitieran trazar un rumbo con transparencia y sobre el cual pudiéramos rendir cuentas.
Durante este primer año hemos llevado a cabo un diagnóstico profundo del Instituto que nos ha permitido identificar algunos problemas y enfocarnos en su solución. Hemos iniciado un proceso de transformación, pero hemos procedido con paciencia y prudencia, sin apresurar los cambios, pues estoy convencido que conviene andar con paso firme, constante.
La vida universitaria está organizada de forma colegiada. Quienes formamos parte de la comunidad participamos de forma activa en muchas de estas instancias, tanto dentro de nuestro Instituto como en instancias externas. Este trabajo a veces no se reconoce lo suficiente, pero la fortaleza de la Universidad depende de todo ese tiempo y dedicación que los universitarios entregamos a nuestra comunidad. Los indígenas llaman tequio a ese trabajo comunitario sin el cual la vida colectiva no subsistiría. También podemos entenderlo como una forma de participación y compromiso democrático. Mucho de lo que informamos aquí es resultado de ese trabajo colaborativo.
En mi Programa de Trabajo me comprometí a incorporar la perspectiva de género. Todavía sin advertir algunos problemas que tenían lugar en el Instituto, sabía que teníamos que hacer frente a retos diversos. Al inicio de mi administración el rechazo a la violencia de género se colocó dentro de una de las prioridades derivado de la denuncia de una alumna contra un miembro de nuestra comunidad. El caso no se había resuelto porque los plazos de todos los procedimientos administrativos estaban suspendidos. Fue hasta el mes de julio que se resolvió y se notificó a la dirección hasta el mes de septiembre.
En el mes de enero se comenzó a conformar la Comisión Interna de Igualdad de Género (CInIG-IIF), una Comisión que desde su integración ha ayudado e impulsado las accionespara la prevención de casos de violencia, las políticas con perspectiva de género, promovido espacios para discutir y analizar esta problemática y también dar respuesta a exigencias de la comunidad derivadas del caso ya mencionado.
En este primer informe se hará un recuento de logros, resultados y particularmente de los procesos en que hemos estado trabajando. El informe que presentamos no es solo del primer año de esta administración, incluimos también los resultados que tuvieron lugar durante los meses de junio-noviembre del 2020, que estuvo encabezado por el interinato en la dirección de Teresa Rodríguez. No dudaría en afirmar que la comunidad del Instituto le está profundamente agradecida por esos seis complicados meses del inicio de la pandemia donde además tuvo lugar el proceso de selección de la dirección.