2024
Contiene, además de otros documentos, una serie de intercambios epistolares entre el pensador y sus amigos, colegas e instituciones varias
Contiene, además de otros documentos, una serie de intercambios epistolares entre el pensador y sus amigos, colegas e instituciones varias
El Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) recibió en donación el archivo personal del filósofo y catedrático mexicano Fernando Salmerón Roiz (1925-1997), quien fue investigador emérito y director de la entidad académica, la cual encabezó de 1966 a 1978.
El director del IIF, Juan Antonio Cruz Parcero, y los hijos de Salmerón Roiz y Alicia Castro Varela, Ana María, Alicia, Fernando y Jorge Salmerón Castro, firmaron el contrato de donación de dicho material, constituido por correspondencia, manuscritos y escritos varios que, en conjunto mide, aproximadamente, ocho metros lineales.
El archivo Fernando Salmerón, distribuido en 71 carpetas, en su apartado de correspondencia contiene una serie de intercambios epistolares entre el filósofo y sus amigos, colegas e instituciones varias.
Además, en el apartado de manuscritos se ubican notas de cursos, libros y ensayos. Entre esta documentación también se encuentra el “Resumen de currículum vitae”, de quien fuera rector de la Universidad Veracruzana (marzo de 1961-diciembre de 1963) y autor de Las mocedades de Ortega y Gasset y Los estudios cervantinos de José Gaos.
En la ceremonia, celebrada en la Sala de Juntas de la dirección del IIF, Juan Antonio Cruz Parcero consideró que la formalización de este donativo es de gran relevancia porque con ello se nutre la riqueza cultural de la UNAM, y en particular la del Instituto, como ha ocurrido con otros investigadores que han dado alma e inteligencia por la Universidad, como sucedió con Fernando Salmerón, quien también fue miembro de la Junta de Gobierno.
Anunció que se analiza la posibilidad de rendir un homenaje, en 2025, a Fernando Salmerón por el centenario de su natalicio. La organización estará a cargo de la dirección del IIF y de aquellos académicos que fueron sus discípulos en el Instituto.
De hecho, dijo, “con esta donación iniciamos ese homenaje a la obra y relevancia institucional de la trayectoria de Fernando Salmerón, quien como director del Instituto de Investigaciones Filosóficas hizo mucho por esta entidad académica, aunque no sólo aquí, también en la Universidad Veracruzana, donde también realizó un gran trabajo”.
Resaltó que el archivo del filósofo Salmerón Roiz ya está inscrito formalmente en el catálogo del Patrimonio Cultural de la Universidad y estará a cargo de Verónica Carmona, responsable de su cuidado y administración.
Por su parte, el coordinador de la Biblioteca Eduardo García Máynez del IIF, Miguel Gama Ramírez, indicó que este archivo se integra a la colección de fondos documentales que resguarda la Biblioteca de personajes como José Gaos (de quien fue alumno Salmerón), Eli de Gortari, Bernabé Navarro, Samuel Ramos, Adolfo Sánchez Vázquez, Ernesto Scheffler, Emilio Uranga y Luis Villoro.
“Hoy, finalmente, por circunstancias de la vida el archivo personal de Fernando Salmerón convive en el espacio de quien fuera su maestro, y aunque estamos en proceso de incorporación de la información a la base de datos un usuario de la Universidad Veracruzana ha solicitado ya consultar estos documentos.”
Y de eso se trata, de que los documentos sean fuente de información para quienes realizan una investigación o preparan una tesis de titulación, mencionó Gama Ramírez.
Por su parte, Alicia Salmerón recordó que la documentación de su padre fue entregada al IIF en 2020, una semana antes de que se declarara el confinamiento por la crisis sanitaria, por lo que no hubo oportunidad de formalizar el proceso. Por ello es importante para la familia el hecho de que se concrete su incorporación al patrimonio documental de la Universidad.
Ana María Salmerón rememoró que esta donación del archivo personal de su padre se efectuó justo en el aniversario luctuoso número 27 del filósofo Salmerón Roiz. “Por ello nos interesaba que se firmara este convenio el 31 mayo, como parte de un ejercicio simbólico importante”.
En la ceremonia también estuvieron Guillermo Hurtado Pérez, exdirector del Instituto de Investigaciones Filosóficas, así como Efraín Lazos Ochoa y Verónica Carmona Victoria, también integrantes de la entidad académica.
Fuente: Daniel Francisco - Gaceta UNAM | Abr 18, 2024
La Facultad de Filosofía y Letras y el Instituto de Investigaciones Filosóficas organizaron este encuentro sobre el pensador, quien planteó tres preguntas a las que dedicó sus obras capitales: qué puedo conocer, qué debo hacer y qué puedo esperar...
La Facultad de Filosofía y Letras y el Instituto de Investigaciones Filosóficas organizaron este encuentro sobre el pensador, quien planteó tres preguntas a las que dedicó sus obras capitales: qué puedo conocer, qué debo hacer y qué puedo esperar...
Uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal, Immanuel Kant, sigue vigente en su pensamiento filosófico a 300 años de su nacimiento, ocurrido en Königsber, Prusia (hoy Kaliningrado, Rusia), en 1724, coincidieron expertos de la UNAM.
Para celebrar y debatir sobre sus aportaciones al pensamiento filosófico, la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) de esta casa de estudios organizaron el Coloquio 300 años de Kant, que durante tres días incluyó siete conferencias y ocho mesas de discusión, divididas en ambas sedes académicas.
Durante la inauguración del evento, Miguel Alberto Zapata Clavería, coordinador del Colegio de Filosofía de la FFyL, dijo que la actividad tiene gran trascendencia y relevancia para la historia del Colegio, para la propia Facultad y para su disciplina.
En el Salón de Actos de la FFyL, felicitó la iniciativa que le pareció una obligación, un imperativo, para dar cuentas académicamente de los tres siglos de un intelectual como Kant, que es un parteaguas que no podemos abandonar.
“Se aglutina a dos instituciones que, a mi juicio, siempre deberían estar bien avenidas, como son el Instituto de Investigaciones Filosóficas y la Facultad de Filosofía y Letras, las cuales deben trabajar en conjunto en torno a una misma disciplina”, opinó.
Aurelia Valero Pie, secretaria académica del IIFs, celebró la realización del encuentro a propósito del aniversario de Kant. “Ya ha habido muchas reuniones alrededor del mundo y durante el resto del año escucharemos discutir sobre la obra kantiana”.
Consideró común entre los especialistas kantianos hablar de cierta fascinación al volver a las lecturas de ese autor y descubrir que las pueden volver a conocer, porque en sus obras siempre se encuentra algo nuevo y su pensamiento no se agota, lo que es una cualidad excepcional de este pensador.
“Tiene la capacidad de interpelarnos y hacerlo desde varias disciplinas más allá de la filosofía, como la historia, la antropología, el derecho y la ciencia”, compartió.
En la primera conferencia, dedicada a las Líneas fundamentales de la filosofía kantiana en el siglo XX, Gustavo Leyva Martínez, profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, comentó que desde la publicación de La crítica de la razón pura, en 1781, la filosofía de Kant ha sido leída interpretada, desarrollada y discutida en forma incesante desde diferentes vertientes y disciplinas: en la filosofía anglosajona y en la continental, en la iberoamericana, sea en la epistemología, la ética, la estética, la filosofía del derecho, la filosofía política, o la filosofía de la historia.
Leyva Martínez añadió que para hacer presente la enorme presencia de Kant, no hay más que pensar en el neokantismo de inicios del siglo XX, lo mismo que en estudios históricos y filosóficos en diversos idiomas.
Kant distingue tres preguntas filosóficas a las que dedica sus obras capitales: ¿qué puedo conocer?, en La crítica de la razón pura, calificada generalmente como un punto de inflexión en la historia de la filosofía, en la que investiga la estructura misma de la razón; ¿qué debo hacer?, en La crítica de la razón práctica (centrada en la ética) y La metafísica de las costumbres (con una parte acerca de la doctrina de la virtud y la otra centrada en la doctrina del derecho), y ¿qué puedo esperar?, en La crítica del juicio (donde investiga acerca de la estética y la teleología).
Asimismo, Kant propuso que la metafísica tradicional se puede reinterpretar a través de la epistemología, ya que podemos encarar problemas metafísicos cuando comprendemos y relacionamos la fuente con los límites del conocimiento.
En la segunda conferencia, Un solitario encandilamiento: la filosofía desde la ventana de Kant, Pedro Stepanenko Gutiérrez, investigador del IIFs de la UNAM, afirmó que desde que el pensador prusiano lo encandiló y lo ha estudiado, la filosofía en general se ve desde su perspectiva.
“Es como una herramienta básica, como el martillo o las pinzas que se pueden utilizar para una infinidad de tareas. Kant representa una ventana muy amplia para realizar esas tareas, ya que muchos de sus instrumentos provienen de su filosofía.”
Los temas que aborda tienen un valor universal, es decir, no están circunscritos a su época; tienen una historia tan larga que incluso hoy son interesantes.
“Son como la música barroca: quizá algún día deje de gustarnos, pero hasta ahora nuestro gusto ha sido formado en parte por ella.”
Pero a diferencia de la música, la filosofía tiene que transformarse para sobrevivir, porque es casi inevitable que las grandes ideas estén aderezadas con prejuicios de la época. “A pesar del nivel de abstracción de esos temas, siempre hay aristas por donde se cuelan prejuicios”, finalizó.
Fuente: Daniel Francisco - Gaceta UNAM | Abr 18, 2024
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Tiene una fuerte penetración en la academia
El gran desafío para muchos es comprender qué es la IA en todos los sentidos: Juan Antonio Cruz Parcero, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas
El gran desafío para muchos es comprender qué es la IA en todos los sentidos: Juan Antonio Cruz Parcero, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas
¿Puede la inteligencia artificial (IA) componer una obra musical? Hasta el día de hoy no. El Laboratorio de Innovación y la formación sinfónica de la Radio y Televisión Española lo intentaron pero no lograron su objetivo. ¿Sus conclusiones?: “Quizás hace falta algo más… que simplemente inteligencia. Hacen falta esas cualidades humanas que todavía las IA’s no son capaces de darnos” (https://lab.rtve.es/orquesta-ia/docutiktok).
En el campo de la escritura, Rie Kudan, ganadora del premio Akutagawa, uno de los más prestigiosos de Japón, admitió que recibió ayuda del ChatGPT (https://cnnespanol.cnn.com/2024/01/19/ganadora-premio-literario-japones-inteligencia-artificial-chatgpt-trax/).
Un último ejemplo de esta irrupción de la IA en nuestras vidas es la reciente investigación que habla de “un nuevo modelo de aprendizaje automático, nutrido con videos y audios grabados a un bebé desde los seis meses hasta su segundo cumpleaños, ha aportado nuevos conocimientos sobre la adquisición del habla en la infancia. Los resultados de este trabajo de investigadores de la Universidad de Nueva York ofrecen información sobre cómo aprendemos palabras y conceptos y servirá para desarrollar sistemas de IA que usen el lenguaje de forma más parecida a la humana” (https://www.agenciasinc.es/Noticias/La-inteligencia-artificial-aprende-sobre-lenguaje-a-traves-de-los-ojos-y-oidos-de-un-nino).
El gran reto para muchos es entender qué es la inteligencia artificial en todos los sentidos. “Es decir, cómo nos coloniza la vida”, afirma Juan Antonio Cruz Parcero, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas.
Ante la IA debemos plantearnos desde la filosofía, por ejemplo, las cuestiones epistemológicas: “cómo estamos aprendiendo, cómo se está produciendo hoy en día el conocimiento, quién lo está generando, y cómo nos arrojan un nuevo concepto de verdad digital; la verdad que sale de los procesos del análisis de datos, a veces complejísimos, que el ser humano no puede hacer, pero que una computadora lo hace con mucha facilidad”, añadió.
Cruz Parcero, también profesor de la Facultad de Derecho, precisó que “esto nos está arrojando una nueva manera de generar conocimiento. Estamos confiando demasiado en la IA, apostándole mucho a este saber, lo cual está ocasionando formas distintas de concebir la verdad. En la academia tenemos ya una penetración fuerte de todas estas aplicaciones en nuestras actividades cotidianas”.
Es una especie de revolución digital de la inteligencia artificial que está reconfigurando la forma como aprendemos, conocemos y cómo determinamos lo que es verdadero, acotó. “Y, claro, surge una serie de problemas sobre cómo validamos esa información, qué tanto debemos confiar en ella. El asunto de los algoritmos se convierte en uno de los grandes temas de cómo y quiénes están generándolos, con qué sesgos, con qué intencionalidad”.
Lo anterior, señaló, se convierte en toda una reflexión ética, política, jurídica… sobre cuáles son las medidas para contener algo que parece incontenible, una especie de avalancha tecnológica que a veces parece imparable.
Advirtió que “hay otra dimensión que los filósofos han destacado: la ontológica, de cómo la realidad cobra un nuevo sentido; ahora ésta es virtual. Existimos en mundos virtuales, convivimos con ellos. Tenemos expectativas de que esas realidades transformen nuestro modo de vivir, nuestra forma de concebir, por ejemplo, lo bueno, lo satisfactorio para el ser humano”.
Se genera, subraya, una especie de visión “de hacia dónde debe ir el ser humano; el ser humano entretenido, aquél satisfecho por sus aplicaciones, Alexa, Siri, con las que interactúa. Esto genera justamente una otredad, porque ya no estás conversando con tu familia, ¡o con tu perro!, sino con una máquina en tu casa que está aprendiendo de ti. Sabe cómo responderte, qué quieres, te lo sugiere, empieza a interactuar como sujeto contigo”.
Lo anterior, dice, cambia todos estos aspectos de la pregunta: ¿qué es el ser humano? ¿Qué es lo humano y qué tan humana es esta inteligencia que estamos generando? “Desde luego la estamos inventando nosotros, pero se está convirtiendo en algo que tiene capacidades y poderes superiores, en cierto sentido, a los de los seres humanos”.
Las humanidades y las artes tienen influencia para generar cambios, ideas. Cumplen un papel visionario, indicó. “Si pensamos en la literatura, por ejemplo, están las utopías, las distopías, que hay en la literatura universal, en las reflexiones filosóficas de grandes pensadores de la antigüedad que predecían cómo iba a evolucionar el ser humano, la tecnología. Y a veces nos sorprendemos de la capacidad visionaria de ciertos autores, y decimos que se está reproduciendo lo que dijeron”.
Fuente: Gaceta UNAM | Feb 22, 2024
Investigaciones en proceso
Se presenta un programa que recorre todas las etapas de esta disciplina, desde Plotino e Hipócrates hasta expertos de los siglos XX y XXI
Se presenta un programa que recorre todas las etapas de esta disciplina, desde Plotino e Hipócrates hasta expertos de los siglos XX y XXI
Con la participación de estudiantes de filosofía, tanto de licenciatura como de posgrado, además de expertos en el área de la UNAM y de diversas instituciones de educación superior del país y del extranjero, se efectuó el III Encuentro Internacional de Investigaciones en Proceso sobre la Historia de la Filosofía.
Organizado por el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF), el encuentro virtual forma parte del proyecto de Formación en Historia de la Filosofía de la entidad académica, a cargo de la investigadora emérita Laura Benítez Grobet, quien reconoció la colaboración de los académicos participantes, quienes han contribuido al desarrollo de esta disciplina.
“Espero que haya una buena cosecha de este encuentro y que todos queden satisfechos con lo que aquí se exponga y proponga”, añadió la filósofa universitaria.
En tanto, el director del IIF, Juan Antonio Cruz Parcero, resaltó la importancia de esta tercera edición del encuentro internacional sobre historia de la filosofía que reúne a un conjunto de filósofos de México, de la región Latinoamérica y de otras latitudes del mundo. “Es un gusto constatar cómo este grupo de especialistas trabaja con estudiantes de los distintos niveles educativos y se nutre de ellos”.
Indicó que este tercer encuentro internacional, que se refiere a un conjunto de investigaciones en proceso sobre la historia de la filosofía, nos presenta un programa ambicioso que recorre todas las etapas de esta disciplina, desde Plotino e Hipócrates hasta filósofos de los siglos XX y XXI, “pasando obviamente por una serie de autores importantes de la modernidad, el Renacimiento y la Edad Media”.
Resaltó la importancia de considerar la riqueza de los trabajos de indagación que desarrollan los jóvenes estudiantes bajo la dirección de profesores que nos acompañan en esta ocasión, y quienes se toman el tiempo y el cuidado de estar detrás dirigiendo tesis y discutiendo en foros como este.
“Me alegra constatar la vitalidad del grupo organizador, conformado por Laura Benítez Grobet, Rogelio Laguna García y Mario Chávez Tortolero, por esta incansable labor”, finalizó Cruz Parcero.
Durante los tres días del encuentro académico, los ponentes abordarán temas como El idealismo alemán, su misión y su destino (sobre la vigencia de los estudios idealistas); Disolución del Estado: la indignatio en la filosofía política de Spinoza; El trabajo en la obra de John Locke; La ideología como disciplina científica; La propuesta de Desttut de Tracy; El antídoto al absurdo en el pensamiento filosófico y la caída de Camus; El conflicto colombiano, crisis contemporánea de los valores éticos y la búsqueda de la paz en la última década del siglo XXI.
Así como Feminismo y redes sociodigitales, riesgos de una paralización política; La tradición del dionisismo afectivo en la Edad Media; Ser devorado por amor como símbolo de indiferenciación apofática en el discurso de las místicas Beatriz de Nazareth y Hadewijch; Antecedentes de la filosofía mística en la zona renanoflamenca en los siglos Xlll y XIV: La figura de Eckhart como metafísico y místico; José Ortega y Gasset: ¿Existencialista o romántico?, entre otras exposiciones.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Ene 29, 2024
2023
Tercer informe de Juan Antonio Cruz Parcero
En el último año se publicaron un total de 108 productos, muchos de ellos en revistas de alto impacto
En el último año se publicaron un total de 108 productos, muchos de ellos en revistas de alto impacto
Durante este año de gestión los avances en el cumplimiento de los objetivos propuestos en el Plan de Desarrollo 2020-2024 del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) son evidentes, “ello gracias al esfuerzo, compromiso y trabajo diario de la comunidad en su conjunto. La gestión se ha caracterizado por consolidar nuestro trabajo académico, buscar cambios para eficientizar la labor académico-administrativa, y abrir nuevos espacios y oportunidades para acercar la reflexión filosófica a más personas interesadas”, consideró su director, Juan Antonio Cruz Parcero.
Al presentar su tercer informe de labores, 2022-2023, indicó que en ese periodo la planta de investigación estuvo conformada por 46 académicos: 44 investigadoras e investigadores, un profesor y una profesora, la mayoría de ellos forma parte del Sistema Nacional de Investigadores: dos eméritos, 15 en el nivel III; 15 en el II, y 12 en el I.
En presencia de la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García, Cruz Parcero resaltó que en la categoría de premios y reconocimientos, Laura Benítez Grobet, se convirtió en la primera investigadora emérita del IIFs, además de recibir el Premio Isabel de Bohemia 2023, que otorga el Centro para Historia de las Mujeres Filósofas y Científicas de la Universidad de Paderborn, Alemania.
Comentó que en diciembre de 2022 se inauguró uno de los patios centrales del Instituto, al que se le nombró Maite Ezcurdia Olavarrieta, en homenaje a quien fuera una de las mayores filósofas de su generación y una renovadora de la filosofía analítica en el mundo de habla hispana.
En la Sala José Gaos refirió que en 2022 investigadoras e investigadores del Instituto publicaron un total de 108 productos: 41 artículos, muchos de ellos en revistas de alto impacto, 58 capítulos, tres libros de autoría única, uno más en coautoría y cinco libros coeditados, editados o compilados.
Asimismo, en 2023 la comunidad académica desarrolló y concluyó cuatro proyectos PAPIIT y otro más financiado por el Conahcyt, al tiempo que iniciaron seis nuevos proyectos PAPIIT y uno más con financiamiento Conahcyt.
También, académicas y académicos del IIFs impartieron 34 cursos de licenciatura y 52 de posgrado; concluyeron la dirección de 25 tesis, tres de ellas de licenciatura, 13 de maestría y nueve de doctorado, y se mantuvo la asesoría a los estudiantes. El Instituto participa en los posgrados de Filosofía y de Filosofía de la Ciencia, en los que colaboran la mayoría de los investigadores.
Resaltó que en noviembre pasado se reanudó la Cátedra José Gaos, creada en 1979 con el propósito de invitar a personalidades de renombre internacional, “recibimos con entusiasmo e interés a Franz Berto, profesor de la Universidad de St Andrews, en Escocia, una de las figuras más reconocidas en el campo de la lógica”.
Ponderó la incorporación de dos nuevas generaciones de investigadores e investigadoras mediante el programa de becas posdoctorales de la UNAM, a ellos se sumaron nuevos becarios posdoctorales del Conahcyt; actualmente se cuenta con un total de 21 estancias posdoctorales, lo que le da a la entidad académica una nueva fisonomía.
Mencionó que como parte del compromiso de llevar la filosofía a todos los sectores de la sociedad “en el Instituto nos hemos preocupado por realizar actividades dirigidas a distintos grupos etarios y público en general, en las que participan los académicos de manera asidua, muchos de esos eventos se inscribieron en los programas que realiza la Coordinación de Humanidades a través de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades”.
A iniciativa de la doctora Ángeles Eraña, con la colaboración de la Red Mexicana de Mujeres Filósofas, en abril de 2023 se celebró por primera vez el Día de la Niñez. Filosofando Ando, ideado para acercar la filosofía a niños y niñas de entre 4 y 12 años. Fue exitoso y debido a ello se organizó otra actividad de este tipo en noviembre, “esperamos que esto se convierta en una tradición anual del Instituto”.
Asimismo, dijo que las cápsulas que se difunden por la red sociodigital TikTok Filosóficas UNAM, producidas por el equipo de difusión con apoyo de estudiantes e investigadores, tienen la finalidad de atraer la atención y el interés de las generaciones más jóvenes.
Por otra parte, señaló que la Biblioteca Eduardo García Máynez hasta septiembre 2023 albergaba un total de 53,060 volúmenes; además se adquirieron 142 libros electrónicos de filosofía y otros 262 en ese formato de la colección de Ciencia Política de la editorial Oxford University Press. También se renovaron 149 títulos de revistas especializadas en formato electrónico y 47 impresas.
En su oportunidad, Guadalupe Valencia, comentó que siempre un tercer informe es un momento que permite hacer un recuento del camino andado hasta ahora y, al mismo tiempo, un espacio para hacer una reflexión y planificar, con la experiencia ganada, las estrategias para alcanzar los objetivos y metas proyectadas para el siguiente año.
Reconoció que el IIFs es una de las entidades académicas con un alto prestigio y productividad a través de sus investigadores. Es una comunidad relativamente pequeña, en comparación con otras del Subsistema de las Humanidades, pero muy productiva.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Dic 4, 2023
10 razones para acercarnos a ellas
Las humanidades nos permiten entender la base misma de la sociedad y las personas, son prácticas, útiles y entretenidas, “ésa es una de las razones por la que a quienes las hacemos nos parecen fascinantes, es una vida maravillosa el poder dedicarse a ellas; su belleza bastaría para justificarlas”, apuntó Raymundo Morado Estrada, académico del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) de la UNAM.
Las ciencias humanas son prácticas, y aunque es importante saber matemáticas, ingeniería y computación, éstas no son las que van a derribar gobiernos, ni las que harán la revolución, sino las humanidades, destacó.
Al dictar la conferencia 10 razones para acercarnos a las Humanidades, en el marco de la exposición temporal 10 en Humanidades, Morado Estrada refirió que algunos mitos sobre las ciencias humanas que se han manejado en la sociedad son que se trata de disciplinas para quienes no pueden con las matemáticas, no son ciencias o ser humanista es un voto de pobreza.
En la Sala Miguel Ángel Herrera de la Casita de las Ciencias del Museo de las Ciencias, Universum, enumeró diez razones para aproximarse a las humanidades y ser un buen ciudadano: nos permiten reflexionar sobre quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos como individuos y sociedades; entender cómo nos relacionamos con otras personas, individual y grupalmente, como entes sociales y naciones, podrían ser alternativas para convivir con otros; nos dan la oportunidad de estudiar el comportamiento social, los fenómenos y los cambios sociales.
Asimismo, prosiguió, las humanidades nos brindan la posibilidad de concebir y valorar la diversidad; contribuyen también a preservar los saberes y el patrimonio (tangible e intangible); permiten analizar la transmisión del conocimiento y cómo aprendemos a enseñarlo, es decir, sin humanidades es difícil tener una buena teoría de la educación. Además, auxilian a entender y valorar el arte como expresión humana y de comunicación; a comprender las etapas humanas como la infancia, la juventud y la vejez.
También, permiten analizar la generación de la riqueza y su distribución, así como fomentar la participación ciudadana y como auxiliar en la toma de decisiones.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Oct 12, 2023
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Conversatorio en el IIFs
Diálogo entre Juan Antonio Cruz Parcero, Julieta Lomelí Balver y Armando González Torres
Diálogo entre Juan Antonio Cruz Parcero, Julieta Lomelí Balver y Armando González Torres
Para los profesionales de la filosofía hay “vida” más allá de la academia, éstos podrían dedicarse a la divulgación de esa área de estudio, o ser escritores, asesores de políticos, colaborar con empresas de tecnología, en particular en Estados Unidos laboran en el tema de ética de la tecnología, un campo nuevo que requiere su trabajo, señalaron los expertos Juan Antonio Cruz Parcero, Julieta Lomelí Balver y Armando González Torres, en el conversatorio La filosofía al Ágora, organizado por el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs).
Juan Antonio Cruz Parcero, director del IIFs, indicó que un filósofo profesional puede trabajar en la UNAM investigando y escribiendo. Por ejemplo, ésa es una parte del quehacer de un especialista en el área; sin embargo, como muchas otras, esta carrera de las humanidades debe preparar a los estudiantes para tener un pensamiento crítico, agudo sobre lo que acontece en el mundo, en su sociedad y en su entorno. “Cuando se cursa una carrera como esta, se tiene la preparación para tener esa agudeza, de mirar críticamente el acontecer”.
Alguien que critica lo que sucede a su alrededor, que ve más allá de lo que los demás perciben, que cuestiona y desarrolla otras habilidades importantes como saber expresarse, argumentar, escribir –una preparación de los humanistas y de los filósofos en particular–, tiene diversas formas de acceder a distintos mercados laborales, no sólo al académico en todos sus niveles, sino que podría asesorar a políticos y empresarios, insertarse al medio editorial, por ejemplo.
Recalcó que un filósofo crítico, puede insertarse donde se requiere una personalidad como esa, “aunque no en todos lados quieren gente con esa cualidad, pero sí en muchas partes se demandan personas con esa capacidad crítica, misma que debe ir acompañada de habilidades que aportan un plus a los egresados de la licenciatura de Filosofía: capaces de desempeñar distintas funciones, pero obviamente se debe desarrollar no sólo el conocimiento filosófico, también las habilidades críticas y argumentativa, cuestionar su entorno”.
Pero si se egresa educado para repetir ideas de algunos filósofos, ello sólo sirve para impartir clases, “porque entendida la filosofía así, no sirve de mucho”, apuntó.
Julieta Lomelí, académica del IIFs, comentó que muchos filósofos se desempeñan en el ámbito de la estrategia política; es decir, trabajan con políticos, “escriben discursos y comunicados. En Estados Unidos, por ejemplo, estos profesionales trabajan en empresas que desarrollan tecnología, donde está en boga el tema de la ética de la tecnología, campo en que se requieren filósofos”.
Otra área diferente al campo académico sería la de escritor, también se puede ser guionista, crítico de arte y literato, además de la bioética, una línea importante para la filosofía. “Ésas serían algunas de las posibilidades profesionales, además de impartir clases en alguna universidad”.
Comentó que en la Grecia Antigua, no había división de disciplinas, los físicos eran filósofos, Hipócrates era filósofo, por ejemplo, “nosotros hemos roto ese pensamiento que debería ir de manera conjunta o interdisciplinaria, sobre todo para resolver problemas”.
Consideró que para los filósofos hay mucho trabajo, como contribuir con la Agenda 20-30 para el Desarrollo Sostenible, hacer propuestas para combatir el rezago educativo en los países en desarrollo, combatir la violencia, pensar en alternativas sociales más sostenibles, donde se pueda evadir o lograr superar un poco el “apocalipsis”, entre otros.
En tanto que para el ensayista y escritor, Armando González, “a quienes cursamos alguna licenciatura del área de las humanidades, nuestros padres nos preguntaron de qué íbamos a vivir, y creo que en los últimos decenios se ha consolidado el espacio natural de muchos filósofos que es la academia, el cual tiene un valor intrínseco, donde se genera conocimiento especializado”.
El problema es que ése es un espacio restringido para el conjunto de egresados de Filosofía, aunque la academia es, de cualquier manera, el destino natural, aunque no el único. Otro rumbo recurrente es el de ser consejero de políticos, el cual no siempre ha sido venturoso; desde Platón en Siracusa, hasta Emilio Uranga en México, muchas veces han surgido decepciones o frustraciones en este intento del filósofo de modular las decisiones del poder, pero es un camino lícito.
“De repente existen nuevas ramas del conocimiento en la industria de las comunicaciones que requieren de una asesoría crítica en el sentido intelectual para la toma de decisiones, también en el área de la Biotecnología donde sería importante que hubiera asesoramiento filosófico en torno al impacto de determinadas decisiones”, apuntó el escritor.
Otro terreno promisorio es la divulgación filosófica, muchos escritores han hecho de esta área un campo rentable, “desde Alain de Botton, Lou Marinoff, hasta todos estos escritores en lengua española, ése es también un campo en el que alguien que sabe pensar y expresar ese pensamiento tiene muchos espacios abiertos, en los lugares más insospechados. Yo, que soy escritor, he trabajado toda la vida en dependencias económicas, trabajo en un banco central. Es cuestión de ubicar nuestras competencias en lugares donde puedan ser valoradas”, finalizó.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Oct 5, 2023
Cátedra Extraordinaria de Bioética
Se apoya en subdisciplinas como la ética, ya que comprende una visión moral que tenemos de los seres humanos
Es necesario distinguir entre las teorías de la distribución que toman a los receptores como posibles productores, de aquellas que consideran que para producir se deben tener ciertas necesidades básicas satisfechas y, por tanto, una política de distribución justa debe ser asistencial”, señaló Paulette Dieterlen Struck, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), de la UNAM.
En su charla Bioética, justicia distributiva y salud, realizada en el marco de la Cátedra Extraordinaria de Bioética. Problemas Bioéticos Contemporáneos IV, la filósofa universitaria indicó que cuando se estudia el tema de justicia distributiva en materia de salud, “nos damos cuenta de que existen dos fases en las que entran en juego dos aspectos de la justicia: la curativa y la preventiva”.
En la primera de ellas, por ejemplo, cuando ocurrió la crisis sanitaria por la Covid-19, pese a las medidas preventivas que se establecieron para evitar y detener los contagios, el virus se propagó ocasionando que un buen número de personas murieran. Ello permite explicar lo que sucedió en México con los escasos recursos que se tenían para atender los casos de gravedad, desde el punto de vista de justicia distributiva en materia de salud.
Destacó que en ese momento pasó algo interesante en el país, cuando se pensó que la mejor manera de distribuir los recursos de salud era mediante un sistema denominado triage, un método de selección y clasificación de pacientes en el servicio de urgencias basado en sus necesidades terapéuticas y los recursos disponibles para atenderlos.
“Dicho sistema es lógico, pero tiene sus dificultades: se hace una división de tres categorías: los que están poco enfermos, los medianamente enfermos, y los que están a punto de morir. Aquí la pregunta fue ¿a quién se le daban los recursos?, obviamente a los segundos, los primeros no estaban tan mal, iban a salvarse solos; mientras que los terceros si estaban para morir ¿para qué usar recursos en ellos?”.
En el encuentro virtual organizado por el Programa Universitario de Bioética de la UNAM, la académica indicó que los derechos que se encuentran en juego cuando se habla de la justicia distributiva, son la libertad y la igualdad, “dependiendo del peso que se dé a éstos es la clase de teoría que se defiende”.
Recalcó que la justicia distributiva se apoya en diferentes subdisciplinas, por un lado, la ética, ya que comprende una visión moral que tenemos de los seres humanos; por otra parte, está unida a la filosofía política, puesto que detrás de las concepciones de la justicia se encuentra una visión determinada del Estado, es decir de qué se va a ocupar esto, en el caso de la Covid, el Estado lo adquirió como una responsabilidad (las medidas curativas y preventivas), aunque la medicina privada también cooperó.
Por último, también está ligada a la filosofía de la economía, es decir, cuando se deben distribuir de alguna manera recursos que resultan insuficientes. Entonces, “si intentamos dar una definición de la justicia distributiva, podemos decir que es la rama de la filosofía que se ocupa de estudiar la forma más justa en la que el Estado o una institución distribuye a las personas ciertos recursos, bienes o servicios que son, como había dicho, relativamente escasos”.
Señaló que otro tema que se discute cuando se hace referencia a los sujetos de la distribución es quién tiene la responsabilidad de otorgar los bienes, servicios y recursos: el Estado tiene una responsabilidad con los ciudadanos. Si consideramos seriamente los derechos económicos y sociales, tiene la obligación de evitar que existan las grandes desigualdades.
“Soy de quienes piensan que el Estado tiene la obligación, tal como está en la Constitución, de brindar protección a la salud; la desigualdad puede combatirse si se establecen mecanismos de impuestos justos que permitan que el Estado recupere suficientes recursos y que se empleen en la redistribución de bienes y servicios para otorgárselos a los ciudadanos menos favorecidos de la sociedad”, apuntó la especialista.
Una segunda posición considera que el Estado no tiene por qué realizar acciones de redistribución puesto que su único compromiso debe ser la seguridad de los ciudadanos, y esto se logra favoreciendo instituciones como la política, el ejército y aquellas que se encargan de impartir justicia como tribunales, juzgados y cárceles.
Asimismo, un tercer punto, quizá el más generalizado en países democráticos, consiste en la mezcla de las posturas anteriores. Quienes defienden esta posición piensan que el Estado tiene principalmente la obligación de establecer políticas redistributivas, pero no ven con malos ojos que particulares, a través de organizaciones no gubernamentales o empresas, conjuguen esfuerzos para mejorar la situación de los ciudadanos. Estas acciones están relacionadas con actividades como la filantropía y la caridad, concluyó.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Sep 25, 2023
Su enseñanza y cultivo están en peligro
En todo el mundo, y no sólo en México, las humanidades, su enseñanza y su cultivo, están en peligro. Existe el prejuicio de que no sirven para “gran cosa”, que son una especie de “ornato cultural” innecesario para los ciudadanos de hoy en día, porque lo que necesitan saber es matemáticas, computación e inglés, y que, por lo tanto, el aprendizaje de la historia, las letras, la filosofía o la estética es un plus que se puede eliminar, se expuso en la mesa redonda Humanidades hacia el futuro.
Esa visión negativa, “le resta” no sólo a las personas que se forman en las instituciones educativas, sino a la cultura de cada país, “que se va perdiendo cuando se angostan o eliminan los espacios donde se pueden cultivar” tales disciplinas, afirmó Guillermo Hurtado Pérez, investigador y exdirector del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) de la UNAM.
Durante su participación en el evento mencionó que el porvenir “nos causa inquietud: no sabemos lo que vendrá para las humanidades. Algunos pintan escenarios oscuros, tenebrosos, fundados en algunos aspectos que vemos en el presente, como un abandono e incluso desdén por esas disciplinas, el cual se hace patente en recortes de presupuesto en algunos centros universitarios, o la disminución en el número de alumnos que entran a estudiar las carreras”.
No obstante, las humanidades buscan conocer no sólo el fenómeno humano, sobre todo la cultura humana, sino comprender el sentido y el valor mismo de la existencia humana. Eso las distingue de otras ciencias sociales.
Ellas pueden acompañar a la humanidad en ese camino por venir del que no tenemos certeza alguna, y quizá en el cultivo de esas disciplinas podamos seguir encontrando respuestas, aunque también sean inciertas, a las preguntas que hoy nos planteamos, opinó Guillermo Hurtado.
En el marco de la Exposición 10 en Humanidades en Universum, el filósofo concluyó que se debe hacer divulgación de las humanidades, de calidad, desde la Universidad. “Un museo sería increíble; ahí se podrían integrar las disciplinas de manera creativa. Es una asignatura pendiente”.
Pablo Mora Pérez-Tejada, director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, sostuvo que la función que tienen las humanidades desde siempre es buscar no solamente el conocimiento, sino entender y darle sentido a la vivencia y transformación humanas; ellas “dan sentido a las cosas en momentos cruciales y definitivos de transición y de cambio”.
Hoy estamos en una especie de transición de la formación de recursos humanos “para integrarnos al mundo de la interdisciplina, donde la tecnología y la ciencia desempeñan un papel importante”. Las humanidades deben tener más presencia; el ejercicio de la Exposición 10 en Humanidades en un museo de ciencias es un ejemplo, opinó.
Dentro de la Universidad, señaló el director, se ha evaluado hacer en el ex-Templo de San Agustín, que está en restauración, un centro de humanidades, junto con la Biblioteca Nacional de México; es un proyecto que se está trabajando.
Esta casa de estudios debe focalizar, integrar y colegiar una serie de objetivos humanísticos que permitan tener esa instancia de divulgación de las humanidades en el Centro Histórico de la ciudad, así como la vinculación con museos. “Los beneficiarios serían todos los ciudadanos”, concluyó.
Marcela Terrazas y Basante, del Instituto de Investigaciones Históricas, reconoció que los humanistas “debemos hacer una autocrítica porque no hemos sabido llevar lo que nos apasiona al resto de la gente. Hay un Museo de las Ciencias, pero ¿dónde está el de humanidades? No hemos logrado hacer esa tarea”.
Por ejemplo, detalló, el historiador está acostumbrado a un lenguaje crítico, y aunque no llega a ser incomprensible, “a veces no nos leemos ni entre nosotros mismos, y eso es preocupante. Menos aún llegamos a la gente”.
Cuando se hace divulgación, si el lector no entiende, el incapaz es el autor. Debemos tomar esa tarea, en especial porque hay un sustrato natural de gusto de la gente por las humanidades, por la literatura, por la historia. “En la difusión de las ciencias ‘duras’, que podría parecer menos atractiva, cuentan con actividades como la Noche de las Estrellas. Nosotros necesitamos algo así”, opinó.
En la sesión, efectuada en el Teatro Dr. Jorge Flores Valdés de Universum, la moderadora, Olga Elizabeth Hansberg Torres, del IIFs, consideró que las humanidades son un tema que queda pendiente, al cual no se le da la importancia que tiene, a pesar de que ellas “nos van a permitir navegar al futuro y comprenderlo. De alguna forma serán nuestra guía, como lo han sido siempre”.
Aunque las humanidades se han “escondido” en los cubículos, y eso es grave, en muchos sitios se han dado cuenta de que esas materias deben ser parte de la educación. La difusión humanística es esencial si queremos seguir siendo seres humanos y buenos ciudadanos, finalizó.
Fuente: Laura Lucía Romero Mireles - Gaceta UNAM | Sep 21, 2023
Homenaje a la especialista del IIFs
El libro muestra por qué tiene sentido seguir haciendo filosofía del lenguaje en 2023 y cómo debe hacerse
El libro Complejidad y ambigüedad es un sentido homenaje a Maite Ezcurdia (Ciudad de México, 7 de agosto de 1966–7 de diciembre de 2018), quien fue una destacada especialista del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) e integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.
Juan Antonio Cruz Parcero, director del IIFs, explicó que la obra es resultado del trabajo de los amigos de la fallecida académica, quienes ayudaron a terminarla. El libro, “que Maite dejó casi hecho, requirió un trabajo de revisión y de esmero de especialistas; algunos fueron sus alumnos, y cuidaron que la edición de este volumen saliera como merecía”.
Con el fin de presentar la obra, editada por el propio Instituto, se reunieron colegas y alumnos muy cercanos a la autora durante su trayectoria de muchos años en esa entidad y donde dejó “una huella que se nota estando todos nosotros aquí reunidos para honrar su memoria y recordar su amistad”, añadió.
En el acto, el también investigador del IIFs y encargado de la edición póstuma del volumen, Axel Barceló Aspeitia, explicó que la autora “fue muy clara acerca del punto principal del libro: pensar el lenguaje en términos de cuál es su función”. Muestra por qué tiene sentido seguir haciendo filosofía del lenguaje en 2023 y cómo debe hacerse.
A Ezcurdia no le da miedo hacer cuestionamientos ambiciosos: ¿por qué existe el lenguaje?, ¿por qué lo usamos?, ¿cuál es su función?, y liga esas preguntas generales, abstractas, con problemas y ejemplos particulares, detalló. “En qué sentido esto es filosofía y no lingüística fue una de las preguntas que más preocupaban a Maite, especialmente al final de su carrera”.
Ella pensaba que la filosofía del lenguaje debe ser descriptiva, pero el libro no lo es, sino que tiene una visión filosófica de lo que es el lenguaje. “Lo que Maite quiere resaltar es que este último es un medio para relacionarnos con nosotros y el mundo”.
Lo presenta como un fenómeno natural, o un rasgo biológico de los seres humanos, y al mismo tiempo como una herramienta. La autora trata de buscar una nueva manera de pensarlo: el naturalismo. “Comienza con la idea de que nos es natural usar el lenguaje, y concluye que la semántica debe hacerse con biología evolutiva, lo cual suena extraño porque no solemos hacerlo así. Llega a pensar que prácticamente todos los aspectos del lenguaje tienen que explicarse en términos de cómo contribuyen a la adquisición del rasgo biológico”. Se trata de un cambio metodológico, concluyó Barceló.
Mario Gómez-Torrente, también investigador y encargado de la edición póstuma del libro, añadió que la autora tenía la idea de que los distintos usos de las palabras, como los nombres, generalmente corresponden a acepciones o significados diferentes. Usamos un nombre para referirnos a ciertas personas, pero también en otros contextos.
Ezcurdia “quería sostener la tesis de la ambigüedad y que había una acepción principal, la que da la función a la palabra y permite que sobreviva por mucho tiempo en el lenguaje”, abundó.
Parte de la contribución principal del libro, opinó, es incidir en el debate acerca de si esas palabras son ambiguas o más restringidas en cuanto a su significado y si los distintos usos que tienen se pueden explicar pragmáticamente.
Es cierto que “este libro es resultado de un proceso de construcción de una comunidad de discusión de temas de filosofía del lenguaje, y la culminación de muchos años de esfuerzos de mucha gente”.
Recordó que el manuscrito del libro estaba “prácticamente terminado; y podríamos haber optado por publicarlo como estaba y añadir una serie de notas o comentarios; pero decidimos hacerlo un poco nuestro, leerlo cuidadosamente, y donde pensamos que podía hacer falta una corrección, un añadido, agregarlo”.
Eso hizo un poco largo el proceso de edición. “Nos metimos a fondo en el trabajo de Maite y fue una experiencia muy enriquecedora; la vemos como una obra nuestra también y nos dio mucho gusto ver publicado el libro”.
Por último, Ricardo Mena Gallardo, también investigador del IIFs, mencionó que “el libro me gustó y me enseñó mucho. La autora contribuye con diversas ideas a la filosofía del lenguaje, y la más importante es de tipo metodológico”.
Ezcurdia piensa que para decidir cuál es el significado de una locución, de un nombre, hay una cuestión muy importante que usualmente no tomamos en cuenta: la función que esa expresión lingüística desempeña en el lenguaje.
Esa función, para la autora, es aquello que explica por qué esa misma locución se continúa replicando. Por ejemplo, un nombre propio es un tipo de expresión lingüística que se repite, que se ha usado durante miles de años.
La filósofa toma dicha noción de función de la biología y la filosofía de la biología. “El punto principal de Maite es que cuando llega la hora de decidir acerca del significado de ciertas expresiones, también es indispensable ver qué tipo de función desempeñan y por qué se siguen replicando. Varias teorías en filosofía del lenguaje han ignorado esto”.
Fuente: Laura Lucía Romero Mireles - Gaceta UNAM | Sep 21, 2023
Se quiso honrar a quien divulgó la reflexión teórica en torno a lo histórico
Expertos se reúnen en Filosofía y Letras para dialogar sobre la obra de Hayden White
La teoría de la historia actual es ciertamente un terreno acotado, hasta limitado, pero también rico y diverso; es un campo que en algunos casos funciona en los límites de lo académico, donde las fronteras con otras disciplinas y otros saberes se vuelven borrosas y hasta incómodas. Ahí estriba gran parte de su riqueza, afirmó Rebeca Villalobos Álvarez, profesora del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL).
Al inaugurar Metahistoria. 50 años. Diálogos con motivo del 50 aniversario de la publicación de la obra de Hayden White, Metahistoria: la imaginación histórica en el siglo XIX, la universitaria señaló que el aniversario “nos pareció el momento idóneo para reconectar con la comunidad, y tender puentes con colegas y estudiantes, con quienes siempre queremos establecer un vínculo cercano”.
Las preguntas que se hace la filosofía en general, y la historia en particular, son de diversos tipos, sirven a múltiples propósitos y se enuncian en infinidad de idiomas y circunstancias distintas.
Además de hablar de Metahistoria, detalló, en este encuentro queremos conversar de sus contenidos y su osadía, de lo polémico que fue White y lo pionera que fue su obra, y honrar con esta conmemoración la diversidad del campo teórico actual, y tratar de hacerle una mínima justicia trayendo a quienes han divulgado las siempre necesarias preguntas de la reflexión teórica en torno a lo histórico.
Con frecuencia se piensa en Metahistoria como una obra “rompedora”, que generó polémicas, pionera en el abordaje de temas soslayados o abandonados. Ahora, dijo, queremos ofrecer a nuestros estudiantes una visión panorámica y cuando menos, suficientemente rica, de las personas, instituciones, países que cultivan estos temas, como Argentina, Brasil, México, o las universidades Autónoma Metropolitana, Iberoamericana, de Guanajuato o Federal de Sao Paulo.
Académicos de diversas procedencias nos acompañan para hablar y dialogar entre ellos, pero también con nosotros de todo aquello que Metahistoria es capaz de evocar, mencionó Villalobos Álvarez en el Aula Magna de la FFyL.
En la conferencia inaugural, Verónica Tozzi, de la Universidad de Buenos Aires, expuso que “el problema que yo encuentro con la obra de Hayden White es que sigue siendo poco leída; sospecho que no es una lectura obligatoria de las materias de la carrera de historia, y si lo fuera, no estoy segura cómo sería abordada”.
La profesora de Filosofía de la historia y directora del Departamento de Filosofía en esa universidad comentó que hay dos hechos que atenúan la visión negativa del escritor estadunidense: en el siglo XXI encontramos una cantidad interesante y en diferentes idiomas de trabajos académicos que revisan su obra.
Además, añadió, las cuestiones trazadas por White, como las planteadas en torno al valor de la narrativa, las figuraciones, las metáforas y las alegorías, contribuyen a representar la realidad pasada, a la representación de las identidades políticas y estructuran prácticas académicas.
Para la experta argentina es importante releer la obra del filósofo, historiador y profesor nacido en Tennessee, al tiempo que la filosofía, la teoría y la epistemología, deben seguir involucradas en la reflexión sobre la forma narrativa y la escritura de la historia.
Las narraciones históricas siempre cumplen algún tipo de función social, ya sea empoderadora, conservadora o manipuladora. La configuración narrativa no es la suma de sus partes; su sentido y verdad residen en la totalidad, continuó.
La aportación de White, agregó, remite a considerar la relación entre historia y narrativa; “requiere una cierta conciencia de las diversas contribuciones de la teoría literaria a nuestras nociones de narrativa”.
Hay que asumir que su obra es un desarrollo continuo en torno a mostrar, de una manera realizativa (haciéndolo al mismo tiempo que lo expone), cómo la teoría literaria es relevante para entender el discurso histórico y literario. “Cada texto de White es una invitación a leer otro”, finalizó.
En la sesión inaugural estuvieron los organizadores: Rebeca Villalobos y Ricardo Ledesma Alonso, profesor del Colegio de Historia de la FFyL; así como Mariana Ímaz Sheinbaum y Ainhoa Suárez Gómez, investigadoras posdoctorales del Instituto de Investigaciones Filosóficas y del Centro de investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, respectivamente.
Fuente: Laura Lucía Romero Mireles - Gaceta UNAM | Ago 21, 2023
En homenaje a Larry Laudan
Se recordó el paso del pensador estadunidense por el Instituto de Investigaciones Filosóficas, primero como invitado y luego como investigador
Para recordar al filósofo estadunidense Larry Laudan, especialista en epistemología y filosofía de la ciencia, en su primer aniversario luctuoso, el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) realizó el I Mini-Foro de Epistemología Aplicada. Homenaje a Larry Laudan.
En la ceremonia inaugural, el director del Instituto, Juan Antonio Cruz Parcero, afirmó que Laudan fue un brillante filósofo de la ciencia hasta el final de su carrera, “un epistemólogo del derecho que nos abrió nuevos horizontes: ciencia y derecho, dos importantes disciplinas involucradas en la búsqueda de la verdad”.
Rememoró que también con Michele Taruffo, jurista y profesor italiano fallecido en 2020, se iniciaron diálogos interesantes y amistades entrañables, “porque como Larry y su esposa, Rachel, siempre supieron tratarnos a todos con cariño, más allá de la curiosidad y del interés que mostraban por los temas que uno estaba trabajando”.
Mencionó que en este encuentro académico, que se desarrolló durante dos días (5 y 6 de agosto), se habló y reflexionó sobre el paso de Larry Laudan por el IIFs, primero como invitado, después como investigador.
Cruz Parcero señaló que cuando él llegó al Instituto, en 1998, Larry impartía entonces la Cátedra José Gaos, Libertad liberalismo y los límites del Estado; pocos años después, como secretario académico del IIFs, y bajo la dirección de Olga Hansberg, “me tocó lidiar con los trámites para su contratación”.
Cuando Larry comenzó a laborar en el IIFs fue grato escucharlo hablar de temas de epistemología del derecho, de los errores que se cometen en los procesos judiciales, en particular en el derecho penal y sobre los problemas para aprender de tales errores.
“En 2004, junto con Larry, organicé un evento que a la postre, creo, ha tenido gran impacto por las personas que reunió y se conocieron. Deseo que este encuentro dedicado a recordar a Larry Landau tenga éxito y nos permita pensar en él, en sus ideas, en su forma de discutir y en su amistad.”
En la primera sesión, La prueba científica en el derecho, Carmen Vázquez Rojas, de la Universidad de Girona, recordó que conoció a Larry Landau durante su estancia posdoctoral en el IIFs. “Él fue siempre muy generoso con el tiempo, sus ideas y el debate. Eso me permitió crecer en el análisis de la epistemología forense, aunque no sólo a mí, también a muchas personas que siempre lo rodearon”.
Para ella, “Larry Laudan es sinónimo de conocimiento, una persona que contribuyó mucho a mi crecimiento académico: mi eterno agradecimiento para él y Rachel, su esposa”, prosiguió.
Al hablar sobre la prueba científica en el derecho, indicó que en los últimos años el entendimiento del proceso judicial ha tenido un impacto importante, “y no puede ser de otra manera, pues si estamos en épocas de la ciencia y la tecnología, obviamente ese conocimiento también impacta en la resolución de las decisiones en los procesos judiciales, no sólo en cantidad, también en la determinancia que tiene ese tipo de saberes para la resolución de conflictos”.
Por ejemplo, añadió, basta pensar en los procesos judiciales de paternidad, en los que la prueba es el ADN, y la calidad de ese conocimiento que se presenta tiene una gran importancia. “Desafortunadamente, no siempre llega al proceso judicial el mejor de los conocimientos o el más fundado, como es el de la genética forense”.
Resaltó que en México se tiene la experiencia de la llamada “güija del diablo”, un aparato que utilizó por algún tiempo el ejército mexicano para supuestamente identificar droga o explosivos en los cuerpos de las personas. “Un físico de la UNAM hizo experimentos para demostrar que eso no tenía ninguna validez científica y que no se podían tomar decisiones con ese tipo de conocimiento.
En ocasiones nos llega ese tipo de ciencia basura o también tenemos muchas afirmaciones hechas por expertos que no tienen mayor sustento ni fundamentación, advirtió.
En los últimos años “nos hemos encontrado con pruebas periciales relacionadas con la medición de la estructura de una persona para determinar su edad biológica en casos de migración indocumentada o en la alienación parental, una teoría propuesta por los psicólogos con la que se puede observar en niños cierta sintomatología que da cuenta de que uno de los progenitores está incidiendo de tal manera en una animadversión con respecto del otro”, afirmó Vázquez Rojas.
También “se ha demostrado claramente que esto no es así, que no hay una suerte de síndrome; sin embargo, los tribunales siguen utilizándolo para tomar decisiones, fundamentalmente en casos familiares”.
En ese escenario, concluyó, ha surgido una preocupación por parte del derecho sobre qué hacemos para evitar que llegue ese tipo de conocimiento experto al proceso judicial.
Fuente: María Guadalupe Lugo García - Gaceta UNAM | Ago 10, 2023
Sandra Lorenzano y Guillermo Hurtado participaron en el
Primer Encuentro de Seminarios Universitarios. Una Visión hacia el Futuro
Las transformaciones sociales y políticas que vive el país obligan a profundizar en el estudio histórico de la memoria nacional, como una visión única construida por el Estado, frente a una memoria colectiva que surge para confrontar y disputar las narrativas oficiales, consideró Guillermo Hurtado Pérez, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
Al participar en el Conversatorio Aproximaciones a la Cultura, en el marco del Primer Encuentro de Seminarios Universitarios, Una Visión hacia el Futuro, el especialista destacó que la memoria nacional siempre es conflictiva y siempre supone discrepancias que pueden llegar a ser incluso un campo de violencias.
“La memoria nacional no siempre es producto del Estado. En un país como México es posible construir memoria colectiva, construir memoria nacional por fuera del Estado, incluso en contra de él y un ejemplo muy representativo es el antimonumento que se construyó en memoria de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.”
El universitario puntualizó que una manera de estudiar la memoria nacional es dejar a un lado la interpretación que se ofrece por medio de los discursos, los desfiles oficiales o los monumentos; se requiere impulsar una investigación multidisciplinaria que involucre diversas dimensiones de la cultura, las letras, la filosofía, la estética, la arquitectura, la urbanística tal y como se viene realizando en el Seminario de Investigación sobre Historia y Memoria Nacionales, de la UNAM.
Agregó que aún hay muchos aspectos que desentrañar sobre la memoria nacional, pero también hay otro nivel en el estudio de la memoria colectiva en donde lo más importante es entender qué hay detrás de esa memoria, quiénes están construyendo esa narrativa, en que incluso ya está planteando un análisis específico sobre una memoria de la política.
“El campo de la política es un espacio del conflicto, es un campo de la pluralidad, así es la memoria; eso es lo interesante de ella, cada quien tiene un recuerdo diferente de los acontecimientos.”
Durante su ponencia, Cultura y Memoria Histórica, Hurtado Pérez, subrayó que la memoria nacional resulta fundamental para determinar la identidad de alguien ya sea en lo individual o en lo colectivo, para ello es importante estudiar la memoria de las colectividades con un sentido coherente y con herramientas que sean objetivas y aceptadas por todos.
Por su parte, la poeta y ensayista Sandra Lorenzano, investigadora del Seminario Universitario de la Modernidad de la UNAM, durante su ponencia titulada Cultura, Género y Resistencia propuso llevar su reflexión hacia el ámbito de la resistencia y de las disidencias.
Hablar de disidencias, dijo, en este caso de estéticas sociales de la disidencia o de propuestas menores, en tanto opuestas a los discursos hegemónicos.
“Qué otra cosa, si no son los relatos que las madres zapotecas cuentan a sus hijos por las noches, qué otra cosa, las conmovedoras palabras de la comandante Esther en el Congreso de la Nación, qué otra cosa, los versos completos que en español incorporan los poetas chicanos angloparlantes a sus textos y las 68 lenguas indígenas que se hablan en Ciudad de México y los rituales con los que se entierran los cuerpos encontrados en las fosas comunes y la poesía que pasa de boca en boca”.
Sandra Lorenzano subrayó la importancia de hablar de esas otras pequeñas voces de la historia, que se cuelan por las fisuras de las formas dominantes y que al tejer redes, van recuperando nociones que parecieran tan desgastadas como solidaridad, ciudadanía, derechos, autonomía y participación.
“Allí donde la voz y el cuerpo están silenciados, violentados, escindidos o negados, surgen estos espacios éticos políticos y creativos. Ante los escenarios de violencia marcados en la paralegalidad, cobran fuerza las prácticas culturales disidentes, que hacen de lo afectivo un elemento fundamental de aquello que hemos dado en llamar por aquí el zurcido.”
En esos espacios, el organizarse, tomar la palabra, reapropiarse de la propia voz, del propio cuerpo, descubrir las posibilidades creativas de cada uno, son modos de disidencia, en un continente en el que las cifras de la violencia son escalofriantes: 14 de los 25 países con mayor número de feminicidios en el mundo, están en América Latina, concluyó.
Fuente: Gaceta UNAM | Jun 22, 2023
AFM <https://asociacionfilosoficamx.com/ganadores-del-premionacionaldetesisenfilosofia>
Fuente: AFM | Ene 31, 2023
La Vanguardia <https://lavanguardiadigital.com.ar>
por Fernando Manuel Suárez
Paulette Dieterlen es una destacada intelectual mexicana que ha desarrollado una interesante obra sobre la justicia y la desigualdad. En sus indagaciones, poliédricas y complejas, ha recorrido aristas diversas como la salud y la pobreza.
Desde hace décadas, Paulette Dieterlen, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de México (UNAM), se ha preocupado por la cuestión de la desigualdad y sus múltiples aristas. Problema perenne de nuestras sociedades, las desigualdades -para muchos inmanentes a la condición humana- han ido erosionando poco a poco las bases para nuestra convivencia y forjado comunidades cada vez más fragmentadas y segregadas.
En libros tales como Justicia distributiva y salud (FCE, 2015) o La pobreza: un estudio filosófico (FCE, 2003), entre muchos otros, Dieterlen ha propuesto combinar el análisis filosófico con una preocupación explícita por las asimetrías que afectan a nuestras sociedades. Reponiendo algunos debates, en particular anglosajones, sobre la teoría de la justicia y poniéndolos en diálogo con la realidad mexicana y latinoamericana, nuestra entrevistada ha procurado combinar la densidad analítica con una honda preocupación por el presente y el futuro. Entre sus preocupaciones más recientes, e incluso antes de que la pandemia del COVID-19 azotara el mundo, Dieterlen ha puesto el foco en el problema de la salud como un bien particularmente sensible en el camino de bregar por una sociedad más justa.
A raíz de sus muchos y muy interesantes trabajos sobre estos temas, que sin duda han ganado actualidad, le propusimos a Paulette Dieterlen este diálogo con La Vanguardia. Un recorrido que va desde algunas discusiones abstractas hasta los desafíos más urgentes y concretos, siempre con la misma preocupación: ¿Cómo construir una sociedad más igualitaria y, sobre todo, sin pobreza?.
En tu libro Justicia distributiva y salud se recorre un tema acuciante para las teorías de la justicia y que, lógicamente, ganó actualidad durante la pandemia reciente: ¿Por qué es la salud un tema tan complejo y, al mismo tiempo, central para pensar los problemas vinculados a la justicia?
En efecto, la salud es un problema sumamente complicado de tal suerte que solo podemos hablar, desde el punto de vista de la justicia distributiva, de su protección. Es un tema complejo porque, en general aquello que necesitamos para protegerla, está relacionado con bienes que son escasos. Durante la pandemia, la escasez tanto de bienes para combatirla y prevenirla, como para atender otras enfermedades, como el cáncer, apresuró la necesidad de pensar en políticas de distribución justas.
Entre los puntos centrales de esta discusión, que tocan obras tan disímiles como la de Michael Walzer o Ronald Dworkin, está el criterio de la “necesidad” como el que debería regular esta área tan sensible, sin embargo usted plantea algunas objeciones: ¿Cuáles son los problemas teóricos y prácticos de colocar la necesidad en el centro de esta discusión? ¿Qué alternativas existen?
De hecho, yo defiendo el concepto de necesidades. Por ejemplo, me baso en la idea de Norman Daniels de que la necesidad de proteger la salud incrementa la posibilidad de tener acceso a un mayor número de oportunidades. Michael Walzer, por otra parte, también se refiere a tres criterios para distribuir ciertos bienes: las necesidades, el mercado y el mérito. Considera que la salud, también, pertenece al ámbito de las necesidades. Por su parte Ronald Dworkin se refiere más bien a los recursos que las personas eligen. Alguien puede escoger un seguro médico o adquirir algún otro bien.
«La salud es un problema sumamente complicado de tal suerte que solo podemos hablar, desde el punto de vista de la justicia distributiva, de su protección. Es un tema complejo porque, en general aquello que necesitamos para protegerla, está relacionado con bienes que son escasos».
Una de los problemas que se ven es que los sistemas de salud realmente existente suelen combinar modalidades privadas, públicas o mixtas (como en Argentina, donde efectores privados ofrecen servicios a obras sociales sindicales): ¿Cómo se conjuga esto con un debate sobre teorías de la justicia con pretensiones universalistas? ¿Hay alguna forma en que debates en apariencia tan abstractos impacten en reformas de sistemas de salud?
Me parece que en muchos países conviven tres modelos de distribución de la protección a la salud, privada, pública y mixta. Existen países en los que la seguridad pública es mínima como en los Estados Unidos y otro en los que, al contrario, lo que prevalece es la medicina pública como en Canadá. No hay que olvidar que las teorías de la justicia distributiva, por lo general, se basan en dos conceptos: la libertad y la igualdad. Los países que dan más peso a la libertad darán prioridad a la existencia de servicios privados, mientras que aquellos que valoran la igualdad propondrán y defenderán los servicios públicos. Sin embargo, la defensa del concepto de la libertad plantea una noción de esta que no vaya en contra de la libertad de otras personas. Igual, están de acuerdo en que una enfermedad o discapacidad vulnera la libertad porque disminuye las alternativas de elección. Por su parte la igualdad se ve afectada porque distingue de manera muy clara entre sanos y enfermos o discapacitados. Si valoramos los conceptos -libertad e igualdad- que acabamos de mencionar, la protección de la salud podría ser universal. Esperaríamos que estas discusiones tengan un impacto a la hora de implementar políticas públicas.
Una de las cuestiones que aparecen de forma recurrente en algunas teorías de la justicia es la enfermedad o la discapacidad como un factor que obtura la posibilidad de llevar una vida normal y, por lo tanto, obstaculiza la realización de ciertos proyectos de vida: ¿Esta noción de “normalidad” no puede ser discutida desde teorías críticas? ¿Qué desafíos plantea, como por ejemplo hace el igualitarismo de la suerte, la clasificación de dolencias y la hipótetica responsabilidad de quien la sufre (pienso, por ejemplo, en el caso de los fumadores)?
Efectivamente, en la Teoría de la justicia John Rawls menciona la idea de la “normalidad”, lo que ha causado muchas críticas. Si bien, entiendo por qué se refiere a esta idea, no me parece adecuada para tratar problemas de protección de la salud. Creo que en las teorías críticas anticapitalistas definitivamente la normalidad no tiene cabida. Existen teorías de la justicia en la protección de la salud, como la de Norman Daniels, que se basan en una idea biológica de los seres humanos y definen la enfermedad o discapacidad como una desviación natural de un miembro típico de una especie. Hay otro grupo de filósofos que siguen la idea de Dworkin de que existe una suerte bruta y otra opcional. De acuerdo con la primera, una enfermedad puede surgir, aunque no hayamos hecho nada para que se manifieste, mientras que la segunda se debe a decisiones que las personas tomaron. Esta es la posición de los igualitaristas de la suerte. Por otro lado, la idea de la realización de ciertos proyectos de vida es difícil si pensamos en las personas de la tercera edad.
Otro de sus libros, La pobreza: un estudio filosófico, propone un objeto muy visitado por otras disciplinas, como la sociología o la economía, pero soslayado a veces por la filosofía política: ¿Qué peculiaridades presenta la pobreza como objeto de reflexión filosófico? ¿Qué puntos de contacto y qué diferencias tiene con la cuestión de la igualdad/desigualdad?
Me parece necesario que abordemos la pobreza desde un punto de vista filosófico ya que frente a este problema subyacen conceptos éticos como la forma en la que vemos a las personas. Por ejemplo, podemos considerarlas como generadores de una utilidad mínima, que no están informados sobre lo que les conviene o bien como fines en sí mismos, es decir, que tienen un valor inherente. Otro concepto que necesita un estudio desde el punto de vista de la filosofía es el de bienestar. Este concepto no es meramente cuantitativo sino también debe ayudarnos a visualizar ciertos fines y encontrar los medios para acercarse a ellos. Precisamente con el desarrollo de las teorías de la justicia distributiva el tema de la pobreza se ha vuelto central, ya que estas nos hablan de la posibilidad de acercarnos a sociedades más justas. Es necesario, para comprender la pobreza, el estudio de las grandes brechas de desigualdad, como las que existen en ciertos países en los que encontramos poderosas cúpulas empresariales junto a grupos de personas que están en un estado de pobreza extrema.
La cuestión de la pobreza trae aparejado siempre reflexiones que invitan, como por ejemplo en Peter Singer, al altruismo o a tomar conciencia de las causas evitables que conducen a daños e incluso a la muerte prematura: ¿Es preciso pensar la pobreza a una escala planetaria o se puede encarar de forma acotada a las comunidades nacionales? ¿El altruismo es suficiente o debemos pensar, como ocurre usualmente, en la intervención estatal?
Deberíamos ser capaces de pensar en un mundo en el que en ningún país existan personas en un estado de pobreza, es decir, que no tengan las necesidades mínimas satisfechas. Actualmente, en filosofía hay intentos muy interesantes sobre la pobreza global y sobre los conceptos filosóficos que deben respetarse en cualquier parte del mundo. Esto lo ha explicado y defendido Thomas Pogge. Quizá el más importante sea el de los derechos humanos, que si bien proceden de una cultura principalmente occidental han ayudado a establecer los límites mínimos de cómo no tratar a las personas. Los derechos humanos establecidos en diversas constituciones evitan que, por los usos y costumbres, se denigre a los seres humanos. Respecto al altruismo, la posición de Peter Singer ayuda porque nos permite considerarlo como una forma en la que el bienestar de los demás contribuye al propio. Esto sería la motivación por la que llevamos a cabo acciones altruistas. Hay otra forma de considerar el altruismo como racional, esto lo propone Thomas Nagel, que es la posibilidad que tenemos, por decirlo de alguna manera, de ponernos en los zapatos del otro. Sin embargo, parece que sólo en muy pocos casos podemos recurrir al altruismo para mitigar problemas como la pobreza, es necesaria la intervención estatal para generar políticas públicas para combatirla.
«Es necesario, para comprender la pobreza, el estudio de las grandes brechas de desigualdad, como las que existen en ciertos países en los que encontramos poderosas cúpulas empresariales junto a grupos de personas que están en un estado de pobreza extrema».
El debate de las teorías de la justicia, en especial a partir de Rawls, tiene un sesgo marcadamente liberal (sacando quizá el contingente heterogéneo de los comunitaristas) y anglosajón. Usted ha trabajado muchos años sobre estos autores: ¿Qué lugar tienen estas perspectivas en el debate intelectual y público mexicano y latinoamericano? ¿Existe una manifestación de ese liberalismo igualitario en nuestros países (mi intuición me indica que no o de forma muy marginal)?
A mi parecer, por lo menos en México, no ha habido una discusión en el ámbito político de estas teorías. Los debates se han quedado circunscritas al espacio académico. Lo más que ha pasado es que a partir del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce en el artículo segundo: “El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional”. Sin embargo, se habla de los límites en los que esto puede ejercerse y, para ello, se menciona los derechos humanos, como la libertad y la autonomía.
En la actualidad, a pesar de las manifestaciones académicas, estamos ante el avance de ciertas derechas e incluso extremas derechas (y tal vez algunas izquierdas) que riñen de forma explícita con estas banderas igualitarias y liberales (con excepción, tal vez, del feminismo): ¿Concuerda con este diagnóstico? ¿Cuáles creen que son los principales desafíos políticos del liberalismo progresista frente a este panorama?
Los desafíos del liberalismo progresista frente a los ataques de la extrema derecha y de algunas izquierdas se podrán lograr pueden si tomamos seriamente la lucha por los derechos humanos y la obligación el Estado de protegerlos. También es necesario que se respeten los derechos que han adquirido ciertas comunidades como las indígenas. Además, no podemos dejar que la desigualdad siga abatiendo a nuestros países. Asimismo, es indispensable que el Estado lleve a cabo políticas públicas que combatan, definitivamente, la pobreza.
QUIÉN ES
Paulette Dieterlen obtuvo la Licenciatura en Filosofía por la Universidad Iberoamericana, la Maestría y el Doctorado en la misma disciplina por la UNAM y realizó estudios de maestría en el University College de la Universidad de Londres. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México desde 1990. Es investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas, del cual fue Directora de 2000 a 2004, y es profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Ha publicado y compilado diversos libros sobre la justicia distributiva, la desigualdad y la pobreza, entre los que se destacan Justicia distributiva y salud (FCE, 2015), La pobreza: un estudio filosófico (FCE, 2003), Los derechos economicos y sociales: una mirada desde la filosofía (UNAM, 2010) y Justicia distributiva y pobreza (UNAM, 2016).
Por Fernando Manuel Suárez
Profesor en Historia (UNMdP) y Magíster en Ciencias Sociales (UNLP). Es docente de la UBA. Compilador de "Socialismo y Democracia" (EUDEM, 2015) y autor de "Un nuevo partido para el viejo socialismo" (UNGS-UNLP-UNM, 2021). Es jefe de redacción de La Vanguardia.
Fuente: lavanguardia | Ene 10, 2023
2022
Guillermo Moisés Hurtado Pérez es licenciado en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), además de maestro y doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford. Desde 1991, se desempeña como investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Filosóficas (iifs) de la unam. Actualmente, es investigador titular “C”, posee el máximo nivel de estímulo en el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (pride) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (dgapa) de la unam y el nivel iii en el Sistema Nacional de Investigadores.
Ha sido responsable de tres proyectos colectivos de investigación y corresponsable de otros cinco adscritos al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica de la dgapa. Ha realizado investigación en filosofía y en historia intelectual. Como resultado de su labor, ha publicado un total de ocho libros como autor único, 19 de libros de autoría colectiva, 64 capítulos en antologías, 54 artículos en revistas especializadas, 31 prólogos, 18 reseñas, 10 entradas en diccionarios, 61 artículos de divulgación y más de 900 artículos en la prensa.
Su obra filosófica se caracteriza por la originalidad de sus propuestas, la sutileza de sus razonamientos y la amplitud de sus intereses en las áreas de ontología, metafísica, epistemología, filosofía de la lógica, filosofía del lenguaje, filosofía de la historia, filosofía política, filosofía de la educación, filosofía de la religión y filosofía mexicana. Sus principales contribuciones están recogidas en sus libros de autoría individual: Proposiciones russellianas (1998), Por qué no soy falibilista (2009), México sin sentido (2011), Dialéctica del naufragio (2016) y Definición y moraleja de la verdad (2017). Ha hecho una aportación primordial al pensamiento iberoamericano de las últimas décadas con un estilo filosófico propio que se nutre de la tradición filosófica, ensayística y literaria iberoamericana, y que sale de los estrechos límites de la ultraespecialización para cultivar una filosofía que tiende puentes con la totalidad de la cultura y colabora en la tarea de reconstrucción social dentro del espacio público y el foro democrático.
Se ha distinguido por promover el diálogo filosófico entre académicos de diferentes procedencias intelectuales, institucionales y geográficas. Muestra de ello, son algunos de sus libros colectivos, como: Filosofía analítica y filosofía tomista: diálogos con Mauricio Beuchot (2000); Subjetividad, representación y realidad (2003); Pensar la filosofía (2004); El mobiliario del mundo: ensayos de ontología y metafísica (2007); y Lecturas filosóficas para el siglo xxi (2022). Como director fundador de la segunda época de la revista de filosofía Diánoia, promovió una concepción de la filosofía como un diálogo plural. Esta labor de convocatoria pluralista le ha valido ser designado miembro de los consejos editoriales de algunas de las revistas más importantes de lengua española.
En la comunidad filosófica nacional, es reconocido por su liderazgo en la lucha por la enseñanza de la filosofía en la educación media superior (ems). En 2009, fundó, junto con los doctores Gabriel Vargas y José Alfredo Torres, el Observatorio Filosófico de México, el cual logró que en ese año se restituyeran las asignaturas filosóficas en los planes de estudio de la ems y que, en 2019, la enseñanza de la filosofía se incluyera en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como un derecho de todos sus ciudadanos. Este logro es reconocido a nivel mundial como el ejemplo más exitoso de defensa de la enseñanza de la filosofía frente a una tendencia global para eliminarla de los programas educativos.
Es pionero en el estudio de la historia de la filosofía mexicana desde la perspectiva de la historia intelectual. A diferencia de la historia de las ideas, que se enfoca únicamente en las relaciones entre las ideas de uno o más libros, o uno o más autores, la historia intelectual toma en cuenta de una manera crucial el contexto en que se formularon esas ideas, escribieron esos libros y pensaron esos autores. En El búho y la serpiente. Ensayos sobre la filosofía en México en el siglo xx (2007), La Revolución creadora. Antonio Caso y José Vasconcelos en la Revolución mexicana (2016) y El pensamiento del segundo Vasconcelos (2020), así como en decenas de artículos, ha ofrecido un panorama de la Filosofía mexicana del siglo xx en su contexto cultural, social y político.
Además, es reconocido a nivel mundial como el principal especialista en la historia de la filosofía mexicana del siglo xx, lo que se refleja en su autoría de las entradas sobre filosofía mexicana en las enciclopedias y los diccionarios más importantes, tales como: Stanford Encyclopedia of Philosophy y Enciclopedia Oxford de Filosofía.
Por otra parte, ha ejercido ininterrumpidamente la docencia en licenciatura y posgrado dentro de la unam desde 1991 y ha dado clases en otras instituciones, como: el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Iberoamericana, la Universidad Autónoma de Aguascalientes –donde dictó la Cátedra Ezequiel A. Chávez–; la Universidad Panamericana y la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la que ocupó la Cátedra Rosario Castellanos. Ha dirigido tesis en diversas instituciones y ha participado en numerosos comités y jurados de grado. Es destacable su participación en la creación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (2001-2002), en la que diseñó y fundó la carrera de Filosofía.
Ha impartido casi 400 conferencias en foros y universidades de varias ciudades de México y extranjeras. Ha sido invitado a impartir conferencias plenarias en diversos congresos internacionales como representante de la filosofía mexicana e iberoamericana. En el xxiv Congreso Mundial de Filosofía, celebrado en Beijing en 2018, fue el único conferencista plenario en lengua española. Ha publicado más de 900 artículos en su columna “Teatro de sombras” del diario La Razón. Ha publicado en periódicos y revistas como: El Universal, Milenio, L’Osservatore Romano, Al Jaazera, La Vuelta, Este País, Letras Libres y Proceso.
Ha desarrollado una intensa actividad institucional en la unam: fue director del iifs (2004–2012), secretario académico del mismo, asesor en el Posgrado en Filosofía de la ffyl, consejero universitario, consejero académico en el Área de las Humanidades y las Artes, miembro de las comisiones dictaminadoras de los institutos de Investigaciones Históricas y Estéticas, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe y del iifs; miembro de su Consejo Interno; así como miembro de la comisión evaluadora del pride del iifs y de la ffyl. En el año 2000, obtuvo el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el área de Investigación en humanidades.
En razón de su extraordinaria trayectoria y la relevancia de sus aportaciones, el doctor Guillermo Moisés Hurtado Pérez es merecido ganador del Premio Universidad Nacional 2022 en el área de Investigación en humanidades.
Fuente: Gaceta UNAM | Suplemento PDF | Nov 28, 2022
Luis Estrada González es licenciado en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); maestro en Filosofía de la Ciencia por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y doctor en Filosofía Contemporánea por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Tras ser investigador mobilitas de tiempo completo en el Departamento de Filosofía del Instituto de Filosofía y Semiótica de la Universidad de Tartu, Estonia, se integró al Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) de la unam en 2014, donde cuenta con el nombramiento de investigador titular “B” de tiempo completo y con el nivel “C” del Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la unam. Además, pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) con el nivel II, y es miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias.
Ha publicado 33 artículos de investigación en las mejores revistas sobre filosofía y lógica, como Synthese, Erkenntnis, Journal of Philosophical Logic, Studia Logica, Logic Journal of the IGPL o Journal of Logic and Computation. Ha publicado 16 capítulos de libro y es coautor de An Introduction to the Philosophy of Logic (Cambridge University Press, 2019) y coeditor de Interacciones entre la filosofía, la matemática, la lógica y la ciencia (Fontamaraujed, 2021).
Es editor en jefe de la Revista Mexicana de Lógica y editor asociado de Studia Logica, una de las publicaciones más importantes en el área. De 2018 a 2022 formó parte del Comité Editorial de Diánoia. Revista de Filosofía. Ha dictaminado regularmente para más de 20 revistas diferentes, entre las que destacan Synthese, Erkenntnis y Analysis a nivel internacional, así como para Crítica: Revista Hispanoamericana de Filosofía y Theoría. Revista del Colegio de Filosofía, ambas de la UNAM.
Ha participado en proyectos colectivos auspiciados por la Unión Europea y por el Conacyt. Ha sido responsable de otros tres financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la DGAPA. Desde enero de 2022 es corresponsable de un proyecto de grupo, también con recursos del papiit, y a partir de agosto de 2021 igual es corresponsable de otro financiado por la Universidad de Notre Dame, EE. UU.
Ha organizado 16 eventos académicos internacionales, 11 de ellos en la UNAM y el resto fuera de México. Coordinó el área de Lógica y Fundamentos del LII Congreso de la Sociedad Matemática Mexicana, llevado a cabo en Monterrey, Nuevo León, y formó parte del comité organizador del XVII Simposio Latinoamericano de Lógica Matemática, en la buap. Asimismo, ha sido miembro de los comités programadores de cinco congresos internacionales; ha dictado alrededor de 140 ponencias, de las que más de 30 han sido conferencias invitadas o magistrales en eventos nacionales e internacionales. Ha sido invitado en 13 ocasiones a dar pláticas en diversos seminarios regulares en ocho naciones y ha realizado estancias de investigación en universidades de México y otros siete países de América, Asia y Europa.
Dirige tres tesis de doctorado, codirige una más y supervisa una de maestría, todas en el Programa de Posgrado en Filosofía de la Ciencia. Ha concluido la dirección de una tesis de doctorado, siete de maestría y tres de licenciatura. Con sus estudiantes ha formado un destacado grupo de investigación que se encuentra vinculado con otros grupos en países como Argentina, Alemania, EE. UU., Italia y Polonia.
Ha formado parte de cuatro comités tutorales y ha participado en sínodos de otras 19 tesis. Ha impartido también 19 cursos desde su ingreso a la UNAM, así como antes dio algunos cursos en otras universidades de México y en Estonia. De igual forma, ha dictado cursillos a nivel nacional e internacional, además de módulos en diplomados de la UNAM y en el interior de la República mexicana. Ha evaluado programas de posgrado y solicitudes de estancias posdoctorales para el Conacyt. En la UNAM, ha dictaminado proyectos propuestos para el PAPIIT y un gran número de solicitudes y proyectos en los procesos de ingreso a los programas de posgrado en Filosofía y Filosofía de la Ciencia. En la Universidad del Valle, Colombia, fue jurado de un concurso de oposición.
En razón de su compromiso institucional fue miembro del Comité Académico del Programa de Posgrado en Filosofía de la Ciencia (2017- 2018) y coordinador del mismo (2018-2021); ha formado parte de diversas comisiones de admisión en los programas de posgrado en Filosofía y Filosofía de la Ciencia; fue integrante de la Subcomisión de Superación Académica del Personal Académico del iifs (2018-2022); ha coordinado dos diplomados en dicho instituto y fue miembro de su más reciente Comisión de Diagnóstico y Plan de Desarrollo.
Por sus contribuciones a las lógicas no clásicas fue el primer latinoamericano incluido en la Logicians’ Liberation League, liga a la que pertenecen lógicos y filósofos como Saul Kripke, Graham Priest y Kit Fine. En 2020 obtuvo el premio del programa Excellence Initiative – Research University, por parte de la Universidad Nicolás Copérnico de Toruń, Polonia. Recibió el Sello de Excelencia de la Comisión Europea en 2021 por su propuesta del proyecto “Logical and Philosophical Aspects of Connexive Logics”, y también en este año ganó una beca en el marco del Programa de Becas del Grupo Coimbra para Jóvenes Profesores e Investigadores de Universidades Latinoamericanas.
En virtud de su incansable y excelente labor académica, el doctor Luis Estrada González es merecedor del Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos 2022 en el área de Investigación en humanidades.
Fuente: Gaceta UNAM | Suplemento PDF | 28 de noviembre de 2022
Se cumplen cien años del nacimiento del pensador mexicano, cuyo ideario político alentaba un comunitarismo auténtico.
Carlos Illades
Ciudad de México / 29.10.2022
El colapso soviético provocó muy escasa reflexión en la izquierda socialista mexicana y múltiples mudanzas políticas. Algunos intelectuales mantuvieron incólumes sus convicciones frente a la catástrofe, otros treparon al vagón de la Revolución mexicana propulsado por la locomotora perredista, unos más cambiaron de adscripción ideológica estrenando las credenciales liberales, los eurocomunistas devinieron socialdemócratas de toda la vida y algunos vieron la utopía realizada en la Lacandona.
La actitud de Luis Villoro fue analítica, crítica y propositiva a la vez. Y, en cuanto al contenido de su planteamiento, postuló una recuperación moderna del primer socialismo con tonalidades cristianas. El filósofo mexicano no venía del comunismo, aunque sí de la izquierda nacionalista, y eso, aunado al rigor intelectual, le hizo procesar los acontecimientos de modo particular: ni eludió las implicaciones del derrumbe socialista, ni asumió la postura liberal como tabla de salvación. Uno y otra tenían virtudes en su haber, y ambas límites conceptuales y fracasos rotundos. El socialismo soviético se propuso la igualdad, pero devino régimen opresivo en el que el Estado engulló a la sociedad civil, mientras que el liberalismo en su búsqueda de la libertad individual auspició la desigualdad social y la exclusión de los muchos del pleno ejercicio de los derechos que hipotéticamente serían para todos. Conectar los polos de la igualdad y la libertad fue empeño del Villoro tardío.
Entrados los noventa, el filósofo mexicano consideró en crisis al Estado liberal y anotó los puntos ciegos de la doctrina política que lo sustenta, destacando la relación conflictiva del liberalismo con la democracia. El modelo asociativo liberal privilegia la libertad negativa y evita por tanto la interferencia estatal en el dominio de los derechos individuales; procura mantener el orden legal y rechazar las conductas intolerantes. El ente estatal se asume neutral, inhibiéndose de intervenir en esferas que considera ajenas a su competencia, de forma tal que los actores sociales deban resolver por sí mismos los problemas que se generan estos ámbitos, con lo cual —anota Villoro— no hace sino “consagrar, e incluso acrecentar, las desigualdades existentes”. Éstas, sin embargo, no son accidentales (en la tónica de que “unos ganan y otros pierden”), antes bien son inherentes al modelo mismo. Con ello, la comunidad se fragmenta, diluye o desaparece, circunscribiendo “la vida éticamente valiosa a la vida privada o a comunidades separadas entre sí”. Asimismo, el modelo asociativo liberal podría auspiciar el control del Estado por parte de “una sociedad civil dominada a su vez por los intereses del capital”. Por esta razón, “el único remedio sería caminar hacia un orden mundial diferente, y aun opuesto, al capitalismo mundial”.
Visto de esta manera, el modelo liberal habría de superarse mediante uno alternativo que subsane las falencias de éste. Entonces el filósofo mexicano propone el modelo igualitario de asociación para la libertad que, a la vez que afianza la libertad negativa (la no interferencia), promueve la libertad positiva orientada a que todos puedan realizar sus propios fines, asegurándose que disponga de las condiciones indispensables para llevarlos a cabo, siendo ésta además condición de la igualdad efectiva. También Villoro expande la noción de derechos humanos para que incluya los derechos colectivos y hace compatibles la libertad con la igualdad bajo el supuesto de que aquélla no debe ejercerse en menoscabo de la igualdad básica del conjunto de la sociedad y, en consecuencia, admite, de ser necesario, el deber de intervenir para que la libertad de algunos no comprometa la de todos. A esto llama el filósofo mexicano equidad, rasgo distintivo de la justicia.
El modelo igualitario tiene por antecedentes el republicanismo y el socialismo, dentro del cual Villoro se inclina por el socialismo democrático que entiende no como estatización de los medios de producción sino como la democracia “en la que el pueblo, en los lugares en que trabaja, participa activamente en las decisiones que le afectan y en los beneficios de su labor”. Dentro del modelo igualitario el Estado tiene una función activa, dado que le concierne emplear su poder no únicamente para asegurar la libertad de los particulares, sino para subsanar las desigualdades causadas por el mercado. En virtud de esto, el ente estatal está comprometido con otorgar un trato preferente a los segmentos sociales que sufren una discriminación real. Aunado a esto, aquél orienta su acción hacia el bien común que, tolerando las diferencias, proponga como fin colectivo la cooperación. A este respecto, “el Estado tiene la obligación de limitar las libertades de quienes se negaron a cooperar”. La democracia sustantiva —radical, republicana o participativa republicana, la denomina— sería entonces “la realización de la libertad de todos”, no así “la exclusión de muchos” propiciada por la democracia liberal.
Villoro repensó el modelo del Estado liberal basado en la homogeneidad de sus componentes y en la anulación de las diferencias. Entonces —influido por la experiencia neozapatista y el emergente multiculturalismo— propuso al Estado plural como superación de aquél. El Estado-nación no debería de desaparecer, antes bien habría de acotarse para fungir únicamente cual centro de comunicación y coordinación de los “espacios de poder locales”. Planteado de esta manera, lo que ocurriría sería una extinción paulatina del ente estatal reduciendo su presencia y funciones al mínimo, dado que el poder se redistribuiría al conjunto de los agregados comunitarios que conforman el nuevo Estado plural. Una comunidad ética —con los antecedentes de Clarens de Rousseau, los distintos experimentos societarios del primer socialismo o el comunalismo blanquista— es lo que avistaba en el horizonte el último Villoro. De esta manera, el fin de una sociedad posliberal “sería la difusión progresiva del poder de la cima de un Estado centralizado a estas comunidades de base múltiples y diferenciadas”.
El filósofo mexicano considera inviable recrear la comunidad arcaica con sus prácticas de democracia directa y equivocado volver a concepciones políticas estatistas rebasadas (i.e. el socialismo soviético o los populismos), a las que reconoce, no obstante, el interés por los desposeídos y la postulación de los derechos colectivos. De lo que se trata —según Villoro— es de “recuperar la comunidad perdida, pero superándola, levantándola al nivel del pensamiento liberal moderno”. El republicanismo sería la superación dialéctica de la comunidad arcaica, transliterándola a la clave de la modernidad para constituirla en alternativa realista al modelo liberal de asociación. Las Juntas de Buen Gobierno (caracoles) chiapanecas representarían en el siglo XXI “el camino ideal hacia un comunitarismo auténtico”.
La autodeterminación es un atributo esencial de la comunidad emancipada que vislumbra Villoro. Ésta supone el autogobierno de la comunidad mas no la soberanía y, menos todavía, la secesión territorial. El Estado plural —de índole multicultural— sería perfectamente compatible con el máximo poder de decisión a los distintos pueblos que conforman el país, conllevando “espacios de poder autónomos; subordinados a un poder de Estado, pero diferentes entre sí; aceptaría una pluralidad de sistemas políticos en una diversidad de territorios”. Y este poder de decisión en todos los ámbitos sociales se expresaría por voz de la democracia republicana participativa, actualización contemporánea de la democracia directa. La democracia republicana es para el filósofo mexicano mucho más que “procesos electorales transparentes”. Significa el poder real al pueblo sin la exclusión de ninguna persona o grupo. Ambos conforman “los únicos fines que justifican la democracia”. Villoro niega que ésta sea una propuesta utópica, en todo caso es una idea regulativa, la brújula que orientará la redistribución del poder.
De acuerdo con Villoro existe una sinergia entre la igualdad y la democracia participativa, que rencauzaría la deriva oligárquica de la democracia liberal finisecular. Con la tradición socialista y sin duda con Rousseau, Villoro apela al pueblo real y no al pueblo abstracto (liberal), concluyendo que éste debería hablar por sí mismo y autogobernarse, en lo que en un principio denominó democracia radical para luego nombrarla democracia republicana. Ésta debería ser más que un sistema de gobierno y concebirse “como un ideal de asociación política” donde el poder estaría en manos de la sociedad, invirtiendo las relaciones de dominación imperantes. Con ello se eliminaría el conflicto, dado que “todos incluirían en su propio interés el de la totalidad”. Al mismo tiempo, el poder unitario del Estado-nación se desagregaría en múltiples centros coordinados mediante un federalismo radical. Ello daría lugar a “una revolución de nueva traza” que colocaría en el centro los valores comunitarios. “En el Don de sí que supone el servicio, pueden crecer virtudes sociales hoy casi olvidadas: generosidad, desprendimiento, abnegación, fidelidad, solidaridad, humildad y, la más alta de todas, fraternidad”.
El filósofo mexicano identifica “los tres estadios de la vida ética”. El inicial corresponde a las sociedades antiguas y a la formación y consolidación del Estado. El siguiente es la Modernidad, con el Renacimiento y las revoluciones democráticas que derribaron al absolutismo. El tercero, apenas anunciado, es la crisis de aquélla —presume Villoro—, e integrará en una síntesis “el orden y la armonía como resultado de una libertad plena”. Ello conlleva la adopción de un fin común enteramente compartido por la comunidad, donde “cada sujeto adquiere su sentido al realizarse en el seno de una totalidad”. El tránsito por los tres estadios implica, “tanto para el individuo como para la colectividad, cumplir con el designio del amor, esto es, “realizarse a sí mismo por la afirmación de lo otro”. Esa sería justamente la fraternidad, obra de “la gracia” y no de la ley. La sociedad plenamente reconciliada en la comunidad, sin antagonismos que la fisuren.
Fuente: MILENIO | Octubre 29, 2022
En sesión extraordinaria, el Consejo Universitario de la UNAM aprobó, por unaminidad, entregar el grado de doctor honoris causa a 12 personalidades nacionales y del extranjero, con méritos excepcionales, quienes han contribuido al desarrollo y engrandecimiento de las ciencias, las humanidades, el arte, la pedagogía, las letras y la cultura.
Se trata de Judith Butler, Manuel Castells Oliván, Joanne Chory, Ingrid Daubechies, Guillermo del Toro y María Rosario Dosal Gómez.
Asimismo, María-Ángeles Durán Heras, Javier Garciadiego Dantan, Rafael López Castro, Angelina Muñiz Sacristán, Lourival Domingos Possani Postay y Ricardo Rivero Ortega.
En una segunda sesión extraordinaria, el máximo órgano de gobierno de esta casa de estudios, aprobó reformar el Estatuto General de la UNAM para adicionar el artículo 93 bis, el cual establece que la persona que presente una queja ante el Tribunal Universitario y la Comisión de Honor tiene derecho a ser escuchada e informada de las actuaciones que se realicen para la sustanciación del procedimiento, así como, en su caso, de la conclusión a que haya lugar.
Las propuestas fueron conocidas por el pleno del Consejo en sesión ordinaria, y posteriormente aprobadas en trabajos extraordinarios.
Contribuciones al conocimiento
Judith Butler es una filósofa post-estructuralista, profesora y activista estadounidense, considerada una de las filósofas contemporáneas más influyentes en el área de los estudios de género, la filosofía política, la ética, el género, la sexualidad y el feminismo. Es una de las teóricas fundacionales de la llamada teoría Queer; sus escritos inspiran la teoría sobre la homosexualidad, además de haber construido un pensamiento no binario sobre el género que otorga una liberación al cuerpo.
A lo largo de los años ha apoyado los movimientos sociales por los derechos LGBT+ y se ha pronunciado sobre temas políticos contemporáneos, incluyendo críticas al sionismo, la política israelí y sus efectos en el conflicto palestino-israelí. También ha profundizado en conceptos como la desposesión, la violencia e igualdad social. En su destacada carrera académica ha transitado por las más prestigiosas casas de estudio norteamericanas como la Universidad de California, Berkeley, donde le fue otorgada la cátedra Maxine Elliot de Retórica y Literatura Comparada y en Estudios de la Mujer. Es autora de 14 libros, coautora de otros 10 y de diversos artículos y capítulos de libros. Su obra más famosa es El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad.
Manuel Castells Oliván ha sido calificado como el científico social más relevante de inicios del siglo XXI por sus contribuciones a la sociología y la comunicación, en el marco de la sociedad de la información y el conocimiento. Es el sexto académico de las ciencias sociales más citado en el mundo, y también como el investigador de las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Su investigación relaciona la evolución económica y las transformaciones políticas, sociales y culturales en el marco de una teoría integral de la información. Es autor de 32 libros entre los cuales destaca La era de información: economía, sociedad y cultura, traducido a 23 idiomas. Ha sido miembro de los consejos asesores del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas sobre la Tecnología de la Información y Desarrollo Global; y sobre la Sociedad Civil Global. Durante 2020 y 2021 fue Ministro de Universidades del Gobierno de España.
Joanne Chory es considerada la bióloga de plantas más influyente de la era moderna y una de las científicas más innovadoras de nuestro tiempo. En 30 años de trabajo, la actual directora del Laboratorio de Biología Molecular y Celular Vegetal del Instituto Salk de Estudios Biológicos en California ha sido pionera en el uso de la genética molecular para estudiar cómo las plantas cambian su forma y tamaño, para optimizar la fotosíntesis y el crecimiento en diferentes entornos.
También dirige la Iniciativa de Aprovechamiento de Plantas del Instituto Salk, con un enfoque basado en la optimización de la capacidad de una planta para capturar y almacenar dióxido de carbono y adaptarse a diferentes condiciones climáticas. Se ha interesado en el desarrollo de un vegetal que podría aspirar 20 veces más dióxido de carbono que las gramíneas de hoy, resistir sequías, inundaciones, ser comestible y nutritivo.
Ingrid Daubechies es matemática y física y una de sus principales aportaciones es la teoría de las ondículas, esencial en la detección de las ondas gravitacionales y para el cine digital, así como para la rapidez en el diagnóstico mediante el uso de imágenes. Fue la primera mujer profesora titular de Matemáticas en la Universidad de Princenton en ganar el Premio Frederic Esser Nemmers de Matemáticas, y en presidir la Unión Matemática Internacional.
Las ondículas son una herramienta matemática que permite, entre otras cosas, comprimir datos y recuperarlos, sin pérdida de información. En 1992 la científica propuso la ondícula biortogonal, conocida como CDF (Cohen-Daubechies-Feauveau) empleada para el formato de compresión de imágenes JPEG 2000 o para codificar la base de datos de huellas dactilares. Las ondículas también tienen aplicaciones en la detección de terremotos, la meteorología, el estudio del ADN o los análisis de sangre.
Guillermo del Toro es uno de los artistas más creativos y visionarios de su generación, cuyo estilo distintivo se muestra en su trabajo como cineasta, guionista, productor y autor. En los años 80 comenzó a grabar cortos de terror; en 1993 ganó reconocimiento mundial por la coproducción mexicano-estadounidense Cronos, la cual dirigió, a partir de su propio guion, después de comenzar su carrera como maquillador de efectos especiales. La película se estrenó en el Festival de Cine de Cannes de 1993 y obtuvo más de 20 premios internacionales.
Con El laberinto del Fauno fue nominado al Oscar al Mejor Guion y ganó los Premios de la Academia en Dirección, Cinematografía y Maquillaje. En total, la cinta obtuvo más de 40 premios internacionales y apareció en más de 35 listas de críticos de las mejores cintas del año. Con La Forma del Agua obtuvo el León de Oro a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Venecia, cuatro premios de la Academia, junto con BAFTA al Mejor Director y Mejor Diseño de Producción. Su filmografía como director incluye 11 largometrajes, entre los que se encuentran Mimic, El Espinazo del Diablo, Blade II, Hellboy y El callejón de las Almas Perdidas.
María Rosario Dosal Gómez es maestra en Letras por la UNAM y en las universidades Central de Madrid e Internacional Menéndez Pelayo, de España, realizó estudios de Especialización en Filología. Durante 54 años fue profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México: en la Escuela Nacional Preparatoria, Plantel 9 “Pedro de Alba”; en el Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo; en la Facultad de Filosofía y Letras, así como en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán; además, colaboradora de la Dirección General de Evaluación Educativa.
En su amplia carrera académica fortaleció vocaciones, formó profesionistas que actualmente se desempeñan como profesores, impartió seminarios de tesis, participó como jurado de exámenes profesionales y creó nuevas técnicas de enseñanza e investigación pedagógica. Es coautora de los libros Español 5°, Lengua Española. Español IV y Español Esfinge; de un capítulo del libro La UNAM Por México; y de antologías como Seis décadas de poesía española.
María-Ángeles Durán Heras es doctora en Ciencias Políticas y Económicas y su tesis doctoral El trabajo de las mujeres, constituye el punto de arranque del feminismo académico en España. En 1979 fundó el Seminario de Estudios de la Mujer, precursor del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), del que fue su primera directora. Ha sido presidenta de la Federación Española de Sociología y actualmente es presidenta honoraria de la Cátedra UNESCO de Políticas de Igualdad de la UAM.
De su obra intelectual destaca el permanente esfuerzo por abrir nuevos campos a la investigación, hacer visible la interdependencia entre la vida privada y la pública, así como la situación de grupos sociales que habían atraído escaso interés de la sociología y la economía. También han sido pioneros sus estudios sobre el trabajo no remunerado, la situación social de las mujeres, los cuidadores de dependientes, los enfermos de larga duración y la desigualdad en el uso del tiempo.
Javier Garciadiego Dantan es doctor en Historia de México, y doctor en Historia de América Latina. Ha destacado por su triple vocación de investigador, docente y divulgador. Su especialidad es la historia de la Revolución mexicana, sobre todo en sus aspectos socio-político y cultural y en un corte cronológico que abarca de finales del siglo XIX a mediados del XX. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores con la distinción de emérito, de la Academia Mexicana de la Historia, de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional.
Ha impartido cursos en la UNAM, en el Instituto Tecnológico Autónomo de México y en el Colegio de México. También ha sido profesor visitante de las universidades Autónoma de Madrid, la Complutense, la de Salamanca, el Instituto Universitario Ortega y Gasset, de España; así como de las universidades de Chicago, Dublín, Florencia y Jerusalén; investigador visitante en la Universidad Libre de Berlín, Fellow residente en el Centro Bellagio de la Fundación Rockefeller y Tinker Visiting Professor de la Universidad de Chicago. Es autor de múltiples libros, entre los cuales están: Rudos contra científicos. La Universidad Nacional durante la Revolución mexicana (1996), Porfiristas eminentes (1996), Alfonso Reyes (2002). De 2004 a 2015 condujo el programa de radio semanal “Conversaciones sobre historia”, de cobertura nacional.
Rafael López Castro es considerado uno de los máximos exponentes del diseño en México y maestro de esta disciplina en América Latina. La fuerza de sus imágenes perfectamente equilibradas con la excelencia tipográfica, le otorga un lugar destacado en cualquier contexto histórico y contemporáneo, además de traducir su fuerte personalidad. Trabajó con Joaquín Díez-Canedo para Joaquín Mortiz, y con Vicente Rojo en la Imprenta Madero, donde se dice que marcó un antes y un después en el diseño gráfico nacional expresado en carteles, portadas de libros, volantes y desplegados publicitarios.
Ha montado 26 exposiciones individuales en México y el extranjero, seis de ellas de fotografía. Ha participado en seis exposiciones colectivas, cuatro de estas en las ciudades de Milán, La Habana, Osaka y París. Sus críticos lo llaman “mexicanista” y él responde que le produce mucho orgullo querer a su país. Su obra gráfica expone la cultura mexicana del siglo XX, con su profundo conocimiento de la historia, de las expresiones populares y los movimientos sociales, con los que logró crear su estilo que incluye juegos de colores, geometrías, fotografías, códices y collages.
Angelina Muñiz Sacristán es una de las escritoras más representativas de nuestro país, especializada en la Literatura hispanohebrea medieval, y del Pensamiento y artes del siglo XX. Tiene un profundo manejo de la lengua castellana, comprensión y recuperación de la memoria histórica del exilio español en México, además de su brillante discurrir en los estudios de la cultura sefardí.
En la literatura mexicana inauguró la novela neohistórica que integra elementos autobiográficos y de ficción. Escribe poesía, cuento, ensayo y tiene una importante trayectoria como traductora e investigadora de géneros literarios. Su obra publicada está compuesta por más de 50 libros, que por su calidad y aportes sustanciales han sido traducidos al inglés, francés, italiano, hebreo, idish, turco y búlgaro. Como heredera de tradiciones judías ha estudiado la cábala y la mística sefardí, su papel histórico y su relación con la literatura del exilio. Cuenta con una destacada trayectoria como docente, congresista y jurado de concursos literarios como el Juan Rulfo por Primera Novela; Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
Lourival Domingos Possani Postay es doctor en Biofísica Molecular e investigador del Departamento de Biología Molecular del Instituto de Biotecnología de la UNAM. Ha realizado contribuciones a la descripción de un fenómeno de autooxidación de la hemoglobina humana, el aislamiento y caracterización del receptor a acetilcolina; la más relevante es en el campo de la toxicología, al describir la estructura y función de las toxinas del veneno de alacranes. Las toxinas Noxiustoxina, Ergtoxina y los antibióticos Hadruina y Escorpina son contribuciones originales de su grupo.
Cuenta con 95 patentes depositadas, 56 de ellas aprobadas, la mayor parte son internacionales. Ha efectuado transferencia tecnológica a varias compañías farmacéuticas mexicanas y extranjeras y su laboratorio es un referente internacional en lo relacionado con veneno de alacranes y sus posibles aplicaciones. Sus artículos en revistas indizadas suman 386 y ha recibido más de 19 mil 200 citas a sus trabajos. También contribuye a la formación de recursos humanos, pues ha dirigido 100 tesis, 33 de ellas de doctorado, y forma a alumnos de posdoctorado provenientes de diversos países como Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, entre otros. Ha sido profesor visitante en nueve ocasiones en universidades de América y Europa, y conferencista en 23 naciones.
Ricardo Rivero Ortega es jurista, profesor universitario y experto en regulación económica. Es autor de 36 libros, ha dirigido 37 tesis doctorales y más de 100 trabajos de investigación. En el ámbito universitario se ha desempeñado como Defensor Universitario de la Universidad de Salamanca, institución de la cual también es Rector. Su mandato se caracteriza por la defensa de la universidad como servicio público. Sostiene que como transmisoras y productoras de conocimiento, estas casas de estudio deben comprometerse en la mejora de su entorno social. Defendió el humanismo en las aulas y el papel de la Universidad de Salamanca como puente académico entre Europa y Latinoamérica.
Fuente: ProgramaEmpatiaAnimal | Febrero, 2022
Recuperar su pensamiento no es una labor de anticuario sino una reivindicación del papel de las mujeres en las prácticas filosóficas, no sólo del pasado sino también del presente
Por Fernando Guzmán Aguilar
Las filósofas han existido siempre, pero por ese sesgo, muy común todavía, de que las mujeres no son tan capaces como los hombres para el pensamiento abstracto, no aparecen en la historia de la filosofía. O “no valía la pena historiar su pensamiento” o figuran sólo como apéndices de los grandes filósofos.
Mujeres filósofas siempre han estado presentes en la filosofía antigua, en la medieval, en la moderna y en la “reciente”, agrega Teresa Rodríguez, doctora en filosofía por la UNAM.
Las filósofas ahora tienen más visibilidad porque hace un par de décadas las feministas se dieron cuenta que la narrativa de la historia de la filosofía era sesgada, dejaba fuera a muchas por ser mujeres. Y si se mencionaba a alguna, era en relación con algún filósofo, como Isabel de Bohemia respecto de Descartes.
Los historiadores de la filosofía en los siglos XVIII y XIX borraron de sus historias a las mujeres por la idea preconcebida de que por su naturaleza la mujer no era apta para el pensamiento abstracto. Una excepción es una historia de las mujeres filósofas en el siglo XVII, escrita por Gilles Ménage.
Para Rodríguez, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), recuperar el pensamiento filosófico de las mujeres en distintas épocas no es una labor de anticuario, de coleccionar sus nombres e ideas, sino de reivindicar el papel de las mujeres en las prácticas filosóficas, no sólo del pasado sino también del presente.
Pensadoras de América
Algunas filosofas destacadas del siglo XX son Simone de Beauvoir, cuya obra fue fundamental para el desarrollo del pensamiento feminista; Hannah Arendt, “en el pensamiento político”, así como Elizabeth Margaret Anscombe, “en la corriente analítica”.
Hay también, apunta Rodríguez, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, una recuperación de pensadoras de América. Un caso paradigmático es Sor Juana Inés de la Cruz, gran poeta y filósofa, cuyo pensamiento epistemológico ha sido revalorado en los últimos años. Hoy se le estudia en la UNAM y en universidades de Estados Unidos y Latinoamérica. Otro ejemplo es Nisia Floresta, quien usó el cartesianismo para promover la educación de las mujeres en Brasil.
La UNAM, señala la investigadora del IIFs, también tiene destacadas filósofas. Juliana González, Paulette Dieterlen, Laura Benítez y Olga Elizabeth Hansberg han trabajado disciplinas filosóficas, como la ética, la filosofía política, la filosofía de la mente y la historia de la filosofía.
El año pasado, dos filósofas pumas ganaron el Premio Universidad Nacional: Atocha Aliseda, en investigación en humanidades, y Griselda Gutiérrez, en docencia en humanidades. Además, Nora Rabotnikof recibió el prestigioso Premio Raíces otorgado por el gobierno de Argentina. Esto muestra que la labor y el aporte de las filósofas de la UNAM es destacado tanto en el plano nacional como en el internacional.
Otros sesgos del machismo
En filosofía, señala la filósofa Rodríguez, hablar de escuelas (existencialismo, idealismo…) es ordenar su historia con parámetros sesgados hacia la actividad de los varones y el protagonismo de un maestro que normalmente es un varón que detenta la autoridad.
Frente a eso, para Rodríguez es mejor hablar de la labor e influencia de filósofas y filósofos a partir del planteamiento de ciertas preguntas que, a través de varias décadas, generan una discusión que cambia la forma de hacer filosofía y la historia de la filosofía.
Por ejemplo, Simone de Beauvoir con su pensamiento feminista abre toda una discusión en la que filósofas de épocas posteriores se suman a preguntas sobre “el segundo sexo” y la condición de la mujer como sujeto inmerso en procesos sociales.
—¿El machismo y el patriarcado han sido trabas para la visibilización, la publicación y la difusión de las obras de las filósofas?
La visión de que sólo los varones pueden realizar un ejercicio especulativo de calidad y que las mujeres tendrían otras habilidades que no corresponden con las propiamente filosóficas ha complicado la inclusión de las filósofas en la historia de la filosofía.
Otro sesgo, agrega la filósofa universitaria, es la percepción automática de que la obra de una filósofa es de menor calidad que la de un filósofo, sin detenernos en una lectura cuidadosa.
Ante esos prejuicios que impiden su inclusión, hay iniciativas de diversas sociedades (como SWIP-Analytic en México) y redes de mujeres (como la Red Mexicana de Mujeres Filósofas) que con base en estudios estadísticos ponen en evidencia ese tipo de sesgos y contrastan la falta de una perspectiva de género, de equidad, por ejemplo, en la publicación y contratación de más varones que mujeres.
Afortunadamente, ya hay diversos foros en los que las mujeres tienen mayor participación, pero esto no se da naturalmente sino por el esfuerzo de ciertas filósofas que ven necesario contrastar esta inercia y poco a poco abren espacios. Sin embargo, todavía falta incluir más filósofas y, sobre todo, no desperdiciar el potencial de las nuevas generaciones.
Dos filósofas de la UNAM
—¿Qué lecturas recomendaría para conocer a las filósofas?
Creo que podemos introducirnos a su pensamiento por las filósofas que nos son más cercanas y preguntarnos ¿qué están haciendo las filósofas de la UNAM?
El pensamiento de Juliana González, por ejemplo, es muy influyente en el siglo XX en México. Ella ha centrado su reflexión en el pensamiento de la antigua Grecia. Ha retomado varios de sus conceptos, como el del ethos para preguntarse por nuestra condición ética. También ha publicado trabajos importantes en el ámbito de la bioética, abriendo caminos en esta subdisciplina filosófica que permiten incluirla en la estructura de nuestra universidad.
—En el caso de Atocha Aliseda ¿cuál es la relevancia en su obra?
Es una filósofa que trata diversos temas en una disciplina que ha sido considerada como masculina: la lógica. Últimamente trabaja sobre epistemología de las ciencias médicas. Su relevancia como filósofa ha impactado estos campos, y además ha incursionado en un diálogo con la Facultad de Medicina y la forma del razonamiento que utilizan los médicos/médicas para llegar a ciertos diagnósticos.
Fuente: Gaceta UNAM | Marzo 3, 2022
El Instituto de Investigaciones Filosóficas felicita a
Cristina Benítez
por el reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz 2022
Ser mujer universitaria es estar convencida de que las cosas serán mejores y se participará de ese cambio, aseveró Rosa Beltrán
Por su talento y esfuerzo que contribuyen al desarrollo de las funciones sustantivas de la UNAM -docencia, investigación y difusión de la cultura- 79 universitarias fueron distinguidas hoy con el Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz, en ceremonia encabezada por el rector Enrique Graue Wiechers.
En nombre de la Universidad Nacional, la coordinadora de Difusión Cultural, Rosa Beltrán Álvarez, afirmó que ser universitario es pensar que las cosas pueden ser mejores, pero ser mujer universitaria es estar convencida de que van a ser mejores y que participarán de ese cambio. “Su premio es nuestro premio. Porque como mujeres compartimos una genealogía y una circunstancia histórica”.
En nuestro país se registran 11 asesinatos de mujeres por día, según cifras oficiales. Se fundan programas y unidades de género entre grupos e instituciones donde hay interés auténtico por visibilizar las diferencias y mejorar nuestra condición, destacó.
“De entre esos espacios, la UNAM es pionera y paradigmática, y lo es en una importante medida gracias a ustedes. A las estrategias diarias, al trabajo arduo que han hecho por ser vistas y oídas y definidas más allá de un cuerpo y un género; y por eso aplaudo lo que han logrado por ustedes y en favor de otras. Un quehacer de una vida que hoy este reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz encarna y que las define: un, dos, tres por mí y por todas mis compañeras”.
Beltrán Álvarez agregó que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida. La Universidad no es ajena a esta realidad, por lo cual el Consejo Universitario aprobó crear la Comisión Especial de Equidad de Género en 2010, y en 2013 publicó los Lineamientos Generales para la Igualdad de Género en la UNAM. En 2016 creó un protocolo para la atención de casos de violencia de género, y en 2019 lo actualizó y le dio estatus legal en la Oficina de la Abogacía General.
En 2020, a partir de la movilización de Mujeres Organizadas al interior de la UNAM, hubo varias modificaciones y la Coordinación de Difusión Cultural creó en ese año la Unidad de Género e Inclusión. Ha tomado diversas acciones para garantizar que las oficinas, recintos, museos, festivales, así como contenidos artístico-culturales, de extensión y difusión sean espacios seguros, respetuosos y de convivencia pacífica, libres de violencias.
Rechazar la violencia
En el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, Josefina Mac Gregor Gárate, en nombre de las académicas galardonadas de escuelas y facultades, refrendó el compromiso social que ellas han sostenido, a través del tiempo, con la Universidad y con México.
Expuso que a más de 300 años de que Juana Inés de la Cruz fue perseguida por su atrevimiento de conocer, ha vuelto a aparecer con furia el desdén por la libertad de las mujeres, tratando de imponer su sometimiento a la voluntad masculina, a través de acciones violentas.
“Este es un día idóneo para insistir en que rechazamos toda clase de violencia en nuestra casa de estudios, particularmente la dirigida a las mujeres. También, que nos comprometemos en la medida de nuestras posibilidades a conjurarla y hacer que se castigue mediante el debido proceso a quien la perpetúe. Mi Facultad, casi centenaria, vive asediada por la violencia, requiere todo el apoyo institucional para detenerla”, afirmó ante las integrantes de la Junta de Gobierno, Ana Rosa Barahona Echeverría, Patricia Elena Clark Peralta, Marcia Hiriart Urdanivia, Rocío Jauregui Renaud, María de la Luz Jimena de Teresa de Oteyza y Gina Zabludovsky Kuper.
En tanto, Silvia Estela Jurado Cuéllar, en representación de las universitarias reconocidas de nivel bachillerato, subrayó que la educación es un factor fundamental en el crecimiento de la mujer en los diferentes ámbitos: familiar, laboral y social.
Destacó que se ha dominado este nivel educativo donde se guían vocaciones de mujeres para darles entereza y seguridad de un futuro prometedor. Además, diversos estudios revelan que las mujeres con educación media superior tienen menos posibilidades de tener un embarazo adolescente, lo que hace considerar a la enseñanza y a la escuela factores de defensa social.
“Sabemos que seguimos dependiendo en muchos ámbitos de criterios masculinos para ser evaluadas, aceptadas y reconocidas en el trabajo y en la vida cotidiana. Hemos logrado mucho, pero es imperante continuar colaborando para hacer valer nuestros derechos y disminuir la injusticia en todas sus manifestaciones”, añadió al pronunciarse porque las nuevas generaciones sean más equitativas e incluyentes.
Por las investigadoras galardonadas, Camelia Nicoleta Tigau, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, celebró la libertad de cátedra y de expresión que hay en la Universidad Nacional, y aclaró que su reciente libro sobre discriminación a profesionistas mexicanas no hubiera sido posible en otras instituciones.
En la obra aborda los retos de la migración calificada y expone que para ejercer sus carreras deben llevar, de manera paralela, su papel de cuidadoras. En el caso de las mujeres migrantes y mexicanas tienen aún más dificultades, como tener que recorrer un largo y competitivo proceso para recertificarse; otras posponen o sacrifican su vida matrimonial y a algunas más no se les permite desempeñarse en alguna profesión, por “no ser para mujeres”.
Llamó a festejar y/o protestar juntas, y aseguró que no hay una minoría mujer. “Las mujeres, son tantas o más que los hombres”, remarcó en la ceremonia en la que también estuvieron la secretaria de Desarrollo Institucional, Patricia Dávila Aranda; la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García; la titular de la Coordinación para la Igualdad de Género, Tamara Martínez Ruíz; y la presidenta de la Comisión Especial de Equidad de Género del Consejo Universitario y directora del Instituto de Biología, Susana Aurora Magallón Puebla.
A la ceremonia asistieron las directoras María Belausteguigoitia Rius, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género; Mary Frances Teresa de Rodríguez Van Gort, de la Facultad de Filosofía y Letras; Laura Susana Acosta Torres, de la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad León; y María del Carmen Contijoch Escontria, de la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción.
Asimismo, las directoras de diversos institutos: Laura Alicia Palomares Aguilera, de Biotecnología; Marina Elizabeth Rincón González, de Energías Renovables; María Soledad Funes Argüello, de Fisiología Celular; Angélica Rocío Velázquez Guadarrama, de Investigaciones Estéticas; además de Elisa Speckman Guerra, de Investigaciones Históricas, entre otras personalidades.
La Asamblea General de la ONU adoptó la Declaración de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948. Desde entonces, a lo largo y ancho del planeta, distintos movimientos sociales han buscado su aplicación efectiva. ¿Qué problemas surgen al aplicar este concepto jurídico, por ejemplo, en comunidades indígenas? Charlamos sobre este y otros asuntos con Juan Antonio Cruz Parcero, participante de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Por Julieta Lomelí
Juan Antonio Cruz Parcero, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, reflexiona sobre los derechos humanos en esta entrevista.
Por Julieta Lomelí
Me gusta pensar que el mundo es demasiado complejo para ser entendido por una sola ciencia o por hombres y mujeres de una sola disciplina. El motivo es el siguiente: conocer lo que nos rodea no es cosa menor y tiene que ser aprendido —usando una metáfora— de manera rizomática, esto es, haciendo crecer desde la raíz múltiples brotes que logren extenderse por muchos espacios.
Una forma de aprendizaje, el rizoma, que crea redes de conocimiento a partir de las cuales germinarán nuevos frutos. Se logra, así, un aprendizaje de lo complejo desde un esfuerzo colectivo, social e integral. Y es que no hay que olvidar nunca que, aunque sea muy abstracto, el conocimiento cobra y renueva su sentido cuando entra en contacto con la comunidad. No obstante, cuando además hay un compromiso, se cumple quizá el cometido ético de la función del aprendizaje: construir un conocimiento con impacto social.
Por esta mirada social y este enfoque de conocimiento integral es por los que ha apostado a lo largo de su sólida trayectoria, teórica y práctica el filósofo y abogado Juan Antonio Cruz Parcero, quien, aparte de su labor académica, ahora dirige el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, la Universidad Nacional Autónoma de México. Con él tuve la fortuna de dialogar.
Sé que es un filósofo de teoría, pero también de acción social (lo cual es digno de admiración). ¿Nos puede contar la historia del Taller de Derechos Humanos que tenía desde la universidad con algunos amigos? ¿Cuál fue su labor social?
Cuando estudié la licenciatura en la Facultad de Derecho de la UNAM (1987-1991), me encontré con un ambiente muy autoritario, vertical y acrítico. Me tocó la movilización estudiantil para defender la gratuidad de la Universidad. Dentro de la Facultad de Derecho, a un pequeño grupo de estudiantes se nos ocurrió comenzar a defender la libertad de expresión, la democracia y una educación jurídica más crítica y comprometida con la realidad que nos tocaba vivir. Fundamos el Taller Universitario de Derechos Humanos (ahora diríamos que fue una ONG) con el propósito de visibilizar lo que estaba ocurriendo en el país en cuanto a violaciones de derechos humanos y de difundir esta idea incómoda de que existen algunas exigencias fundamentales que deben respetarse y garantizarse.
Comenzamos organizando conferencias y mesas en la misma facultad de Derecho, pero al poco tiempo empezamos a dar cursos y a asesorar a grupos urbanos en las periferias de la ciudad. Poco tiempo después, nos invitaron a dar un curso de derechos humanos a representantes de pueblos indígenas en Oaxaca. Este encuentro entre unos jóvenes que todavía no terminaban su carrera y la realidad de los pueblos indígenas (previo estallido del zapatismo en Chiapas) transformó nuestra forma de pensar y concebir el derecho. La misma idea que teníamos de los derechos humanos entró en crisis.
Trabajé varios años en Oaxaca, invitado por un líder del movimiento indígena, Floriberto Díaz, de la Asamblea de Autoridades Mixes. La idea era confeccionar cursos para formar defensores indígenas. Tuvimos muchos retos para construir una metodología adecuada. Los contenidos también teníamos que adaptarlos y hacerlos accesibles. Fue, quizá, cuando más aprendí derecho, cuando dejé de repetir simplemente lo que me enseñaban y trataba de explicar por qué el derecho funcionaba así y trataba de traducir los conceptos técnicos a un lenguaje más simple.
Comprendí entonces que en la educación estaba una de las mejores armas para cambiar la injusticia que padecían los pueblos indígenas. Comprendí también que la lucha política tenía que buscar cambios legales y constitucionales, pero de la mano de formar un nuevo tipo de abogados comprometidos con los derechos humanos que pudieran convertir esos cambios en realidad. La idea quizá parezca hoy ingenua, pero, tal vez con menos ingenuidad que entonces, sigo pensando que es posible.
«Ante el ambiente autoritario, vertical y acrítico que me encontré en la facultad de Derecho, a un pequeño grupo de estudiantes se nos ocurrió comenzar a defender la libertad de expresión, la democracia y una educación jurídica más crítica y comprometida con la realidad que nos tocaba vivir»
Estuvo también en la Comisión Nacional de Derechos Humanos… Hábleme de esto, por favor.
Precisamente mi trabajo en el Taller Universitario de Derechos Humanos me llevó a conocer a algunos de los primeros defensores de derechos humanos que se involucraron en la creación de los Ombudsman [una figura similar al defensor del pueblo]. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se creó en 1990. Jorge Carpizo, exrector de la UNAM, fue uno de sus principales promotores, pero en gran medida surgió por la exigencia de las ONG y de la comunidad internacional que estaban preocupadas por las violaciones de derechos en el país.
La CNDH fue integrada por abogados que, en su enorme mayoría, no tenían ninguna experiencia en temas de derechos humanos, no sabían ni qué eran ni conocían la legislación internacional. A mí me invitaron a formar parte de la CNDH porque ya traía unos años de experiencia y acababa de titularme como abogado. Fue una experiencia enriquecedora, muy distinta de lo que había hecho antes en las comunidades indígenas, porque ahora era un trabajo institucional, con bastantes recursos, aunque con las limitaciones de una organización burocrática.
Trabajé dos años ahí, aprendí mucho y también creo haber trabajado mucho. Las jornadas de trabajo eran larguísimas, con algunos turnos nocturnos para responder llamadas de ayuda los fines de semana, con salidas a investigar violaciones de derechos humanos en penitenciarías, en pequeños poblados de distintos estados. Me mandaban especialmente a zonas indígenas para aprovechar la experiencia que tenía. Estuve dos años ahí, luego conseguí una beca para hacer mi doctorado en España.
Mi trabajo como activista en la defensa de los derechos humanos siempre estuvo acompañado de muchas inquietudes teóricas sobre el derecho, la justicia y sobre otras tantas cuestiones sociales. Desde muy temprano, me interesé por problemas filosóficos y teóricos del derecho, busqué más allá de los muros de la facultad de Derecho a profesores que me ayudaran a completar mi formación, principalmente en las facultades de Filosofía, de Ciencias Políticas y el Centro de Estudios Latinoamericanos.
Cuando trabajé con los pueblos indígenas en Oaxaca, me percaté de que mucho del conocimiento que traía era bastante dogmático. No tenía respuestas para muchas preguntas o problemas que surgían cuando trataba de asesorar a estos grupos y terminaba aprendiendo yo más de mi propia ignorancia que ellos de mí.
Igualmente, me percataba de que las buenas intenciones de un grupo de jóvenes no bastaban, que para convertirse en un buen abogado o en alguien que comprendiera bien cómo funciona un sistema jurídico y qué tipo de cambios son necesarios, había que profundizar en el conocimiento. Ello implicaba seguir estudiando. Con los derechos humanos me parecía que había mucho trabajo por hacer, pues la idea era relativamente nueva en nuestro país. En la Facultad de Derecho, por aquel entonces, no había ningún curso sobre el tema y los profesores —en su gran mayoría— no lo tocaban.
«Trabajé dos años en la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Las jornadas de trabajo eran larguísimas, con turnos nocturnos para responder llamadas de ayuda los fines de semana o con salidas a investigar violaciones de derechos humanos en penitenciarías»
Su interés ha sido analizar la falta de rigor cuando hablamos y conceptualizamos acerca de los derechos. ¿Nos lo podría explicar más detalladamente? ¿Cuál sería la repercusión práctica de aprender a hablar sobre los derechos, como usted escribe, «con mayor precisión»? ¿Podría poner un ejemplo actual?
Cuando yo comencé a trabajar en temas de derechos humanos, la mayoría de los manuales o textos concebían estos derechos como derechos civiles y políticos. Prevalecía la vieja idea de que su origen estaba en la Ilustración y la Revolución francesa, pero, a la vez, había un discurso político y jurídico muy nacionalista que enfatizaba los derechos sociales como logros de la Revolución [mexicana] de 1917 (aunque en la práctica eran derechos imposibles de defender ante jueces y tribunales).
Cuando trabajé con las comunidades indígenas, nos pedían hablar de los derechos colectivos y de los derechos de los pueblos indígenas. De eso no sabíamos porque no formaba parte del currículo en la licenciatura. De modo que la lucha por los derechos para mí siempre estuvo en dos frentes: con la gente, con las comunidades indígenas, y en el aprendizaje, en la reflexión teórica.
Cuando en 1992 conocí al profesor español Manuel Atienza —ahora el filósofo del derecho más influyente de su generación— y le hablé de mis inquietudes, le pareció que mi trabajo doctoral tenía que ser sobre el concepto de derecho subjetivo, un concepto técnico-jurídico que subyace a la forma en que hablamos y pensamos los derechos en el ámbito jurídico.
En las últimas décadas, el lenguaje de los derechos se ha convertido en la principal forma de articular demandas sociales, jurídicas, políticas y morales. Entender esto es muy importante: el lenguaje de los derechos no es solamente un discurso jurídico porque el concepto «derechos» no le pertenece únicamente a los juristas. Sin embargo, esta apropiación histórica ha hecho que se oscurezca mucho esta noción. El mejor ejemplo de esto son, precisamente, los derechos humanos.
A los juristas les ha costado mucho entender que la noción de «derechos humanos» no es un concepto meramente jurídico, sino también un concepto moral y político. Explicar esto a un abogado es muy difícil, más cuando la mayoría fueron educados con la idea de que los derechos son acciones procesales para reclamar algo ante un juez (la idea básica de Hans Kelsen).
«Cuando las comunidades indígenas nos pedían hablar de sus derechos, nos dimos cuenta que de eso no sabíamos porque no formaba parte del currículo en la licenciatura. De modo que la lucha por los derechos para mí siempre estuvo en dos frentes: con la gente, con las comunidades indígenas, y en el aprendizaje, en la reflexión teórica»
El concepto de «derechos humanos» supone que su existencia no depende de la forma en que pueda protegerse un derecho, sino es que esencialmente un reclamo moral. Esta exigencia justificada permite, a su vez, justificar la imposición de deberes, la creación de instituciones y la implementación de políticas públicas (sociales, fiscales, económicas, etc.) que busquen su protección. Esta protección, y su garantía, no consiste solamente en demandarlos judicialmente.
Ocurre, también, que el lenguaje de los derechos es muy confuso y esto impacta no solo en las formas de pensarlos, sino también en los medios que elegimos para protegerlos. Normalmente, por ejemplo, las declaraciones de derechos y las constituciones enuncian los derechos de modo muy general: el derecho a la vida, el derecho a la salud, la libertad de expresión, etc. Esta forma de referirse a los derechos sirve para algunos propósitos generales, pero no ayuda cuando se trata de identificar medios para su protección, formas en que el derecho es vulnerado o formas en que distintos derechos entran en conflicto.
Por ejemplo, es común que en el debate sobre el aborto se simplifiquen las posiciones en conflicto y se diga que unos están a favor del derecho a la vida y otros a favor de la libertad de las mujeres, como si todos los aspectos que involucra el derecho a la vida estuvieran en juego y estuvieran defendidos por una de las partes antagonistas y amenazados por la otra (y lo mismo ocurre a la inversa). Por ello, hay que clarificar la forma en que usamos el lenguaje de los derechos, que es un lenguaje con muchos matices y que involucra multitud de conceptos (libertad, competencia o facultad, inmunidad, exigencia o demanda).
En este sentido, ¿cuál es la diferencia entre la concepción de dignidad humana de la religión y la idea de dignidad en el derecho contemporáneo? ¿Por qué los derechos humanos necesitan de un contexto laico para promoverse?
La idea de dignidad tiene una larga historia. Para la tradición judeo-cristiana, la dignidad se funda en que el hombre fue hecho a semejanza de Dios, por lo que tiene un lugar especial en la creación. A esta idea religiosa le ha acompañado la concepción romana que entendía la dignidad como un estatus asociado a un rango social privilegiado que ocupaba el ciudadano (dignitates).
A estas dos ideas presentes en la tradición occidental se suma otra que, si bien estuvo presente también anteriormente, Pico della Mirandolla expresó de manera muy clara en el Renacimiento: la dignidad del hombre reside en que es el creador de su propia naturaleza, en que es lo que elige ser, en que elige su naturaleza moral. Con esto se ofrecen argumentos a favor de la dignidad que ya no están basados estrictamente en una concepción religiosa o en una concepción política, sino en una concepción metafísica.
Kant llega a basar la dignidad en la autonomía. El filósofo alemán considera que el ser humano es un fin en sí mismo y, por eso, no puede ser tratado solamente como un medio. Así, considera que los seres humanos nacen con la misma dignidad, idea que se recogerá en las declaraciones de derechos del siglo XVIII y que se retomará en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
«Normalmente, las constituciones enuncian los derechos de modo muy general: el derecho a la vida, el derecho a la salud, la libertad de expresión, etc. Esta forma de referirse a los derechos sirve para algunos propósitos generales, pero no ayuda cuando se trata de identificar medios para su protección»
Cuando se firmó la Declaración, no había un consenso sobre el fundamento de los derechos humanos. No obstante, se acordó aludir a la dignidad como algo que todos los seres humanos poseen. Desde entonces, el uso del concepto «dignidad» como fundamento de los derechos humanos ha sido una idea en desarrollo que todavía hoy en día se discute con intensidad. La dignidad se presenta principalmente ligada a un valor igual de los seres humanos (idea metafísica) o como un estatus de igualdad (idea política).
Es muy difícil que las ideas religiosas sirvan de fundamento para las ideas que pretendemos que sean universales en un mundo plural. Por eso, en la actualidad, la idea de dignidad o la idea de los derechos humanos no descansan en creencias religiosas. Y esto no significa que desde la religión no puedan defenderse o promoverse estas ideas. El problema reside, más bien, en que cuando necesitamos dirimir conflictos entre derechos, cuando necesitamos determinar en casos concretos qué derecho prevalece sobre otro, los fundamentos para resolver la disputa deben apelar a razones o criterios que todos podamos, en principio, aceptar en sociedades donde existe pluralidad y libertad de conciencia. Las creencias religiosas no tienen esa capacidad. Por ello, se ha insistido en que las instituciones deben desarrollarse dentro de una cultura laica, donde se construya una razón pública.
En el tema de los derechos de las mujeres, ¿cuánto hemos avanzado históricamente? ¿Cuáles son los retos?
Bueno, podría decirse que la segunda mitad del siglo XX, y lo que llevamos de este siglo, ha sido el tiempo de los derechos de las mujeres. Los derechos de la Revolución francesa no fueron derechos de la mujer, fueron derechos de un ciudadano varón y blanco (el burgués). Hubo avances que se fueron dando poco a poco, pero no es hasta tiempos recientes cuando se decide hacer explícito que los derechos humanos son también de las mujeres y que, por eso, se requieren protecciones especiales y nuevas formas de concebir su protección y garantía (pues los factores que ocasionan su vulneración están enraizados en nuestras culturas patriarcales, en nuestras tradiciones y costumbres). Esto ha hecho que no nos percatemos siquiera de que existen agravios y violaciones cotidianas ni de que nuestros sistemas de protección no están preparados para visibilizar, hablar y atender estas cuestiones.
Los avances al respecto son muy importantes, pero están todavía en el nivel teórico y en el nivel del reconocimiento jurídico de los derechos de las mujeres. En el nivel de la defensa efectiva, del cambio cultural, de la abolición fáctica de las infamias que ocurren a diario, todavía falta mucho por hacer. Quizá en algunas sociedades o en algunos estratos sociales esos logros se puedan percibir hoy en día, pero en un país como el nuestro [México] se viven muchas experiencias distintas. La diferencia entre la situación de las mujeres que viven en estratos sociales ricos y acomodados es muy diferente a la situación de mujeres que viven en la precariedad y en la pobreza (teniendo las mujeres indígenas diferencias particulares dentro de este grupo). Esto no es otra cosa que lo que ahora conocemos como la «interseccionalidad» de los problemas o vulnerabilidades: las mujeres pobres son más vulnerables que las mujeres ricas y, dentro de las mujeres pobres, las mujeres indígenas son más vulnerables, y así con otras circunstancias que agravan la situación y la discriminación que padecen las mujeres, tales como ser mayores de edad, madres solteras, discapacitadas, homosexuales, transexuales, etc.
«Es muy difícil que las ideas religiosas sirvan de fundamento para las ideas que pretendemos que sean universales en un mundo plural. Cuando necesitamos dirimir conflictos entre derechos, los fundamentos para resolver la disputa deben apelar a razones o criterios que todos podamos aceptar en sociedades donde existe pluralidad y libertad de conciencia»
Leo en su obra Hacia una teoría constitucional de los derechos humanos que, sorprendentemente, no es hasta inicios del siglo XX cuando se comienza a legislar a favor de la cuestión indígena. Por ejemplo, en 1917 se defienden por primera vez en la constitución mexicana las tierras colectivas de los grupos indígenas, aunque con un tono paternalista. ¿Qué nos puede decir, en este contexto mexicano, sobre los derechos colectivos indígenas actuales? ¿Hasta dónde hemos avanzado y qué nos falta por lograr?
Desde la colonia, a pesar de que hubo esclavitud y servidumbre, hubo un reconocimiento a ciertos pueblos indígenas. En el siglo XIX, hubo también algunas formas limitadas de protección, a pesar de que las reformas liberales trataron de imponer la propiedad privada, lo que afectó gravemente a los pueblos indígenas.
Es cierto que en la Constitución de 1917 hay una idea clara de proteger a los pueblos indígenas a través de la protección de la propiedad colectiva de sus tierras. El problema entonces fue que esta protección se pensó como transitoria, como un paso hacia su conversión posterior en propietarios privados, en ciudadanos con plenos derechos, por decirlo de algún modo. Por ello, el Estado posrevolucionario fue paternalista con los indígenas.
La diferencia ahora es que los indígenas se han vuelto actores de su propia historia. No es sencillo dejar las visiones paternalistas detrás, siguen existiendo y se reflejan desde el trato cotidiano hasta las políticas sociales. Sin embargo, los movimientos indígenas han reclamado sus derechos colectivos (sobre sus tierras y territorios, sus lenguas, su cultura, su derecho y sus formas de gobierno) como parte de su misma identidad. No para superar esta identidad, sino para defenderla y conservarla. Con este fin, han fortalecido sus organizaciones y ya no necesitan voceros externos que hablen por ellos.
Ha habido logros importantes en las últimas décadas, tanto a nivel internacional como nacional, pero los principales problemas a los que se enfrentan la población indígena son los poderosos intereses económicos que existen para explotar los recursos naturales que se encuentran en las tierras que poseen y de las cuales son despojados de modo sistemático. En este sentido, las reformas legales y constitucionales que se han presentado en estos tiempos han sido ambiguas.
Por una parte, se les reconocen muchos de sus derechos —reconocidos, incluso, dentro de los derechos humanos—, pero, por otro lado, se acota su ejercicio y se les priva de intervenir significativamente en los procesos donde se deciden las concesiones para explotar dichos recursos. Hasta que no tengan una injerencia decisiva en la conservación de los recursos naturales o participen equitativamente en los beneficios de su explotación, sus derechos seguirán siendo vulnerados de facto. Se ha logrado mucho en términos de reconocimiento, pero falta controlar a los poderes económicos que, hoy por hoy y en muchos sentidos, son quienes más lesionan los derechos de los pueblos indígenas.
«Aunque en la Constitución de 1917 hay una idea clara de proteger la propiedad colectiva de los pueblos indígenas, esta protección se pensó como transitoria, como un paso hacia su conversión posterior en propietarios privados»
Durante los momentos más duros de la pandemia colaboró en la Guía bioética para asignación de recursos limitados de medicina crítica en situación de emergencia. La idea del texto es tener a mano «una guía bioética que proporcionará criterios para orientar la toma de decisiones de triaje en momentos de una emergencia de salud pública, como lo fue la pandemia, donde se tuviera una demanda sobrepasada con respecto a los recursos de medicina crítica». Un ejemplo muy referido entonces fue el dilema sobre cómo actuar en caso de que lleguen dos pacientes necesitados de un ventilador pulmonar y solo hubiera uno disponible. Quisiera preguntarle: ¿qué pertinencia tendría la filosofía en una discusión así?
La cuestión de qué hacer o cómo decidir en un caso como el que mencionas requiere una respuesta razonable y justificada que debe tomar en consideración diversos factores. Muchos de estos factores son médicos, esto es, son empíricos (como conocer las capacidades del sistema hospitalario y sus recursos o conocer información epidemiológica y médica). Pero hay también una cuestión ética. En una pandemia hay un problema colectivo, de modo que algunas de nuestras intuiciones, principios o reglas que suelen funcionar bien en tiempos normales (sin querer decir con ello que en esos tiempos «normales» no puedan presentarse situaciones de emergencia) no necesariamente son la mejor respuesta.
Quienes participamos en la elaboración de esta guía bioética para casos de triaje partimos de sostener que en caso de pandemia prima un principio general: salvar el mayor número de vidas posibles (esto es, evitar el mayor número de muertes posibles). También existe otro principio importante que es fundamental en el ámbito médico: el principio de necesidad. Este principio ordena intervenir cuando es necesario y cuando la intervención puede ser significativa para mejorar la situación de un paciente.
En una situación de triaje, estos principios son fundamentales. La selección del paciente debe dejar de lado criterios no relevantes en estas circunstancias (sin afirmar que no lo sean para otras situaciones en otros contextos) como el mérito social de la persona, la relación que tenga con los médicos, su pertenencia a una clase social, su religión, preferencia sexual, situación legal o migratoria, etc. Cuando en la guía abordamos el problema de qué hacer cuando dos personas se presentan y su atención demanda el uso de recursos que alcanzan solamente para una de ellas (un respirador, un medicamento, una cama, etc.), presentamos un criterio (o principio) que nos pareció el más conveniente: salvar el mayor número de vidas por completarse.
Este principio opera en casos en que, en la etapa de triaje médico, dos pacientes quedan empatados en puntaje. En tal caso, el principio ordena preferir a aquella persona que se estime clínicamente que podrá vivir más años. De forma que, si el dilema es atender a una persona que podrá vivir un año más o a una que podrá vivir diez años más, se debe elegir a la que podrá vivir más años.
El criterio es controvertido, desde luego, y hay muchas objeciones que han sido discutidas por expertos en bioética, pero, a la vez, no hay alternativas que no presenten otros problemas —y quizá problemas mayores—. En el fondo, hay una discusión sobre el valor de la vida misma, sobre lo que podemos considerar una vida valiosa y sobre algunas intuiciones generales que parece que compartimos, aunque no podemos decir que sean unánimes. Consideramos muchas veces como una tragedia la muerte de un niño o de un joven y como algo normal la muerte de una persona que llegó ya a una edad avanzada (aunque nos pueda generar mucho dolor).
«Cuando elaboramos la guía bioética para la pandemia, partimos de un principio general: salvar el mayor número de vidas. En caso de que dos pacientes queden empatados, preferimos a aquella persona que se estime clínicamente que podrá vivir más años»
Sin embargo, en este caso, no es solamente una cuestión de edad. Pensamos de cierto modo (de un modo general y abstracto) que pierde más al morir quien tiene una vida larga por delante, que quien espera vivir unos pocos años o meses más. De forma que, aun si la persona en cuestión fuese más joven, si su expectativa de vida fuera más corta, preferiríamos salvar la vida de alguien mayor, pero cuya expectativa de vida fuese más larga. Como se puede advertir, ambas intuiciones pueden entrar en conflicto.
Cuando apareció la guía, la discusión pública se centró en el criterio de salvar el mayor número de vidas por completarse y se presentó, con alguna distorsión, como un criterio de edad que beneficia siempre al más joven (en parte porque no fuimos suficientemente claros en la redacción y explicación que ofrecimos en aquel primer borrador que circuló públicamente). De modo que parecía que el criterio discriminaba por razones de edad a los más viejos. Pero no es así; el criterio ordena elegir a quien podrá vivir más años —siempre y cuando ello pueda calcularse clínicamente de modo razonable—. Aclaro que la guía contenía otros principios y criterios, de los cuales algunos de ellos no resultaron problemáticos y otros motivaron alguna discusión (el mismo principio de salvar el mayor número de vidas posibles en una pandemia fue cuestionado por algunos).
El criterio es, sin duda, discutible, polémico, pero era razonable. En el fondo, pretende proteger la vida de las personas y considera los años de vida que puede vivir una persona como un criterio significativo. Las objeciones pueden ir por otro cauce. Por ejemplo, se ha planteado la alternativa de valorar la calidad de la vida de las personas, su importancia o valor social (económico, político, religioso, cultural, etc.). La respuesta más simple frente a esta objeción es que el triaje en un contexto de pandemia no es el momento más oportuno para este tipo de valoración ni son los médicos en una unidad de cuidados intensivos las personas más calificadas para hacerla. Se pueden objetar estas otras alternativas con argumentos de más fondo, pero me parece que su irrelevancia práctica en este tipo de casos es más que suficiente para dejarlos de lado.
La filosofía, pues, nos ayuda en este tipo de situaciones para seleccionar los criterios que parecen más sólidos, para aceptarlos incluso cuando sean polémicos, pero aceptarlos sobre la base de que quizá son las mejores alternativas que tenemos en las difíciles circunstancias que se nos presentan. En México, el reto era frenar prácticas extendidas de privilegios, discriminación y prejuicios sociales que han imperado en el acceso a la salud (y a tantas otras cosas). Visibilizar los principios que iban a imperar en tales circunstancias fue abrir esa discusión a un amplio público.
«El criterio de elegir, en caso de escasez de recursos sanitarios, a la persona que puede vivir más años es, sin duda, discutible, polémico, pero es razonable. En México, el reto era frenar prácticas extendidas de privilegios, discriminación y prejuicios sociales que han imperado en el acceso a la salud»
Usted es el director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. ¿Quién mejor para decirnos cómo ve el estado actual de la filosofía en el mundo hispano?
Bueno, no creo tener ningún privilegio para opinar sobre este tema, pero desde luego daré mi opinión. Existen muchas corrientes filosóficas que se practican en el mundo hispano o en el iberoamericano, para incluir también a quienes hablan portugués. Además, la profesionalización de los académicos y académicas que las cultivan se ha elevado, sin duda, en las últimas décadas.
Dentro de cada tradición filosófica, la complejidad y sofisticación del análisis, los problemas y los argumentos han crecido y se han especializado. Es muy difícil hoy día saber qué se está discutiendo dentro de una tradición o en torno a una temática particular y apreciar su relevancia si no formas parte de ella o estás muy familiarizado con sus discusiones. La especialización de la filosofía es un logro, pero es a la vez un problema y un desafío.
La cuestión no es única de la filosofía hispana o iberoamericana; es un problema general de la filosofía de nuestro tiempo, pero se cruza con otros problemas, diría, más regionales. Uno de estos problemas es que no hemos dejado de ser periféricos frente a la filosofía anglosajona y continental —hecha en Francia o Alemania—. Aunque sin duda esto último es algo que se ha atenuado con la contribución de importantes filósofos y filósofas de nuestro medio, no deja de ser un problema. Pero también, el problema es relativo, y es un problema de percepción. Al menos para mí, no es un problema en sí mismo trabajar con autores anglosajones y continentales, sino que es un problema cuando ello implica no ver o no querer ver a tus vecinos que hacen filosofía en tu propia lengua, es decir, cuando asumes que no vale la pena ponerles atención.
Otro problema derivado de la especialización y de la consolidación de algunas tradiciones o temáticas es que es difícil dialogar y tender puentes. No hay interés; hay suspicacias, recelos, prejuicios y, por ende, mucha incomprensión. Esto lleva a que nuestras academias estén divididas, existan luchas o pugnas ideológico-políticas y que los espacios como los congresos o foros internacionales, cuando son inclusivos, terminen siendo como una torre de Babel, donde cada quien se reúne a discutir con quienes suele hacerlo (dentro de su misma tradición filosófica y sin entrar en ningún diálogo con otras corrientes). Nos falta poder discutir, polemizar con los otros, de buena fe, dejando de lado actitudes sectarias.
¿Cuáles piensa que son los retos a lograr para los profesionales que actualmente se dedican a la filosofía? ¿Cómo podrían tener mayor repercusión social?
Yo llegué a la filosofía desde el derecho, desde mi preocupación por temas de derechos humanos. Siempre he visto a la filosofía como algo que puede servir para transformar la sociedad. Sé que no es como todas las personas la ven o la practican, sé que ni siquiera a todas les interesa transformar la sociedad —y no tienen la obligación de hacerlo—. En fin, soy consciente de que el quehacer filosófico se puede justificar de otras maneras.
Pero, si bien el valor de la filosofía puede entenderse más allá de su capacidad para transformar la sociedad, lo cierto es que la filosofía nos ayuda a conocer mejor, a justificar nuestras creencias, a reflexionar sobre los argumentos que usamos y a entender por qué los consideramos mejores o peores. Entonces, no cabe duda de que la filosofía puede ayudarnos a comprender qué va bien y qué va mal en nuestra sociedad, ayudarnos a comprender en qué sentido algo está bien o mal, es justo o injusto, es creíble o es algo que deberíamos considerar falso.
La filosofía nos ayuda a seleccionar nuestros fines y objetivos, a justificarlos, y es, a su vez, como una brújula que nos ayuda a mantener el curso una vez que hemos decidido ir en una dirección o en otra. La filosofía nos puede alertar cuando nos alejamos de la ruta y reorientarnos por el camino elegido. Desde luego que cumple a su vez una función crítica, de forma que siempre podemos cuestionarnos si la ruta sigue siendo pertinente.
«La filosofía hispana o iberoamericana no ha dejado de ser periférica frente a la filosofía anglosajona y continental —hecha en Francia o Alemania—. Aunque, sin duda, esto último es algo que se ha atenuado con la contribución de importantes filósofos y filósofas de nuestro medio, no deja de ser un problema»
Hay tantos problemas sociales que involucran problemas filosóficos que en ocasiones se nos olvidan. Las escuelas filosóficas nos ayudan a centrar la atención en algunos de esos problemas y nos sugieren preguntas y formas de responderlas. Cada escuela o corriente tiene sus problemas sociales favoritos, por decirlo de algún modo: desde problemas muy abstractos hasta otros más específicos. Cuánto más abstracto es el problema, me parece, más difícil es tener un impacto inmediato. Quien se ocupa del tema de la opresión política, por ejemplo, puede tener menos impacto o repercusión social, que quien se ocupa de discutir un problema como el aborto o la eutanasia. Pero eso no necesariamente hace a una problemática más relevante que la otra.
Si la filosofía pretende un mayor impacto, hay que elegir los temas en que ese impacto puede lograrse razonablemente. Pero ello no implica desatender otros problemas de mayor complejidad y abstracción. Hoy, algunos de los problemas más apremiantes para la humanidad —como el del cambio climático— son problemas de mucha complejidad donde el impacto que pueda tener la filosofía es discutible (y, a pesar de ello, el cambio climático ocupa un lugar importante en la filosofía de la ciencia, en la filosofía política y en la ética contemporánea). El alto grado de complejidad no debe desalentar la reflexión filosófica ni la búsqueda de formas y vías de transformación. La filosofía suele generar efectos transformadores, incluso revolucionarios, que muchas veces son de largo aliento, como lo fue el nominalismo, la Ilustración o los cambios surgidos en la lógica y filosofía de la ciencia.
Es verdad que, en ocasiones, se nos reprocha no tener mayor rol o influencia en los cambios sociales o mayor conexión con nuestro presente. Pienso que eso puede ser un síntoma de que la academia filosófica no asume cierto compromiso ético y político con su momento histórico. Ahí es cuando tenemos que alzar la voz y advertir de los muchos problemas que podríamos hacer nuestros, problemas que podríamos discutir y repensar. Aquí hay una oportunidad para cobrar conciencia de que las cosas que asumimos como logros, como avances teóricos, culturales, políticos, etc. bien pueden desvanecerse si no hacemos explícita su pertinencia, si no los defendemos y justificamos.
Los filósofos, hoy, en un país como el nuestro, tenemos que hacernos más presentes en discusiones públicas. En sociedades donde la desinformación es una amenaza constante, donde se pierden la capacidad y los espacios para dialogar, donde la simplificación de los problemas va de la mano del voluntarismo, creo que nos corresponde enseñar a dialogar, a discutir y ofrecer razones, cuestionar sin descalificar al interlocutor. Tenemos que dar ejemplo de ello y tenemos que salir a los medios a mostrar cómo ello es posible.
Fuente: Filosofía&Co | Febrero 16, 2022
Conoce la opinión de la Dra. Atocha Aliseda Llera, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas UNAM,
en esta cápsula de #HumanidadEsComunidad para Canal 22 México.
Fuente: #HumanidadEsComunidad para Canal 22 México | Enero 22, 2022
Conoce la reflexión sobre la filosofía y su materia prima con el Dr. Axel Arturo Barceló Aspeitia, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas UNAM, en esta entrega de #HumanidadEsComunidad y Canal 22 México
Fuente: #HumanidadEsComunidad para Canal 22 México | Diciembre 20, 2021
Su interpretación requiere un abordaje multidisciplinario
El fenómeno guadalupano, realidad viva y cambiante
Guillermo Hurtado, del Instituto de Investigaciones Filosóficas, analiza distintos enfoques a través del tiempo; la elaboración teológica de la Virgen permite su vigencia, esperanza “de los sin voz”
Fuente: Gaceta UNAM | Diciembre 13, 2021
Juan Antonio Cruz presentó su primer informe
Proceso de cambio firme y constante en Filosóficas
En el Instituto se consolidaron las formas de trabajo a distancia, se reanudaron seminarios, talleres, congresos, simposios, resaltó
El Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) ha iniciado un proceso de transformación con paciencia, prudencia y sin premura, pero con paso firme y constante, aseguró su director Juan Antonio Cruz Parcero, al rendir su primer informe de labores correspondiente al periodo 2020-2021.
En ceremonia virtual, destacó que como parte de su programa de trabajo se comprometió a incorporar la perspectiva de género en las funciones que realiza la entidad académica. “Al inicio de mi administración el rechazo a la violencia de género se colocó dentro de una de sus prioridades. En marzo, quedó formalmente constituida la Comisión Interna para la Igualdad de Género”.
Ante la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García, directores de diversas entidades universitarias, miembros de la Junta de Gobierno y de la comunidad académica del Instituto, señaló que derivado de la pandemia “llevamos más de 19 meses de condiciones especiales de trabajo a distancia, y sólo en los últimos meses, con el semáforo verde, hemos empezado un regreso gradual y escalonado a actividades presenciales.
“Debemos seguir tomando precauciones, en tanto tengamos semáforo verde con índices de contagios a la baja, como ha ocurrido en las últimas semanas, hagamos eco de la invitación del rector a retomar las actividades presenciales de forma paulatina y gradual, pero decidida”.
Resaltó que en la entidad se consolidaron las formas de trabajo a distancia, se reanudaron seminarios (incluidos los de investigadores y el de estudiantes asociados), talleres, congresos, simposios, etcétera, mediante plataformas como Zoom y Webex.
También, expuso que la planta académica del IIFs está constituida por 42 investigadores y un profesor, dos de ellos son eméritos del SNI, 15 Nivel III, 13 en Nivel II; 12 en Nivel I, y un candidato. Así como 17 técnicos académicos. Además, de que varios de ellos recibieron diversos premios y reconocimientos.
Comentó que todos los proyectos con financiamiento continuaron su desarrollo. En 2021 se aprobaron tres nuevos proyectos PAPIIT y para el 2022, cinco más ya fueron aprobados.
Además, abundó, el acervo de la Biblioteca Eduardo García Máynez se incrementó con 343 títulos nuevos, para sumar un total de 42 mil 138; se renovaron 59 suscripciones de revistas impresas y se cuenta con el acceso en línea a 148 títulos de revistas especializadas en Filosofía.
Asimismo, los recursos digitales han sido fundamentales durante la pandemia, se adquirieron 357 libros electrónicos de las colecciones de filosofía y de ciencia política de Oxford University Press. Se renovaron las suscripciones de Oxford Handbook Online Philosophy y de Rutledge Encyclopedia of Philosophy, con el apoyo de la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de esta casa de estudios.
Durante 2020 los investigadores reportaron al Sistema de Informes Académicos de Humanidades 116 productos de investigación y 11 de divulgación, seis de ellos fueron textos, y se publicaron 38 capítulos en libros, así como 44 artículos en revistas arbitradas, al menos 14 de ellos aparecen en revistas que están en el cuartil uno del SCImago Journal Rank Indicator, y otros 13 en el cuartil dos.
De junio de 2020 a octubre de 2021, refirió, se editaron ocho libros: seis títulos nuevos, una reimpresión y una segunda edición revisada y aumentada. Además, se publicaron (en papel y/o digital) ocho números de Crítica y cuatro de Diánoia, y se puso al corriente Crítica que tenía dos números de retraso.
Dijo que con la coordinación de la Oficina Jurídica de la UNAM se trata de resolver un viejo problema con el ISSN de Diánoia en el Instituto Nacional del Derecho de Autor; asimismo dio inicio un plan denominado Proyecto autosustentable para la reimpresión de libros con pago de derechos, cuyo fin es reimprimir algunos títulos importantes de las colecciones del Instituto, pero que requieren de la renovación del pago de derechos, la regularización en algunos casos en el pago de regalías, y la firma de nuevos convenios.
La idea básica es que las ventas que se generen de estos títulos se puedan reinvertir en el pago de derechos de otros títulos, con la finalidad de mantener en circulación libros filosóficamente relevantes y que siguen teniendo atractivo comercial, detalló.
En 2020 se adquirieron 28 equipos de cómputo, y este 2021 se están acondicionando tres salas del Instituto (Gaos, Salmerón y Villoro) con herramientas tecnológicas para estar en posibilidad de efectuar sesiones híbridas. Además, se encuentran en acondicionamiento los jardines internos y algunos pasillos con mobiliario y una velaria en uno de ellos, para contar con espacios de trabajo con ventilación, mencionó.
En su intervención, Guadalupe Valencia García apuntó que mucho de lo informado por el director del Instituto es resultado del trabajo colaborativo, como una forma de ejercicio de la pluralidad y democracia.
Reconoció el trabajo y los esfuerzos de la comunidad del Instituto para erradicar la violencia contra las mujeres, la cual “desgraciadamente está presente en nuestra sociedad y la UNAM no es la excepción, sin embargo, la Universidad ha decidido tomar cartas en el asunto y el mismo director del IIFs se ha comprometido en impulsar y crear mecanismos, e impulsar iniciativas y propuestas para contribuir a la prevención y erradicación de esas conductas”.
Fuente: https://www.gaceta.unam.mx | Diciembre 9, 2021
NORA RABOTNIKOF GANÓ EL PREMIO RAÍCES 2021
NORA RABOTNIKOF GANÓ EL PREMIO RAÍCES 2021
La profesora Nora Rabotnikof ha sido seleccionada como ganadora del premio RAÍCES 2021 otorgado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, el cual se encuentra destinado a científicos/as e investigadores/as argentinos/as que residen en el exterior y colaboran de forma destacada con el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Como profesora de grado y posgrado, conferencista, directora y evaluadora de tesis y escritora de artículos publicados en las revistas de nuestra Facultad, su contribución al pensamiento latinoamericano desde una perspectiva crítica se expresa en las decenas de citas y referencias de su obra y su inclusión en los programas de Ciencias Sociales de la región. Se ha destacado por su creativa relectura de la teoría social y política del espacio público y de las memorias, con una mirada enraizada en las coyunturas latinoamericanas. Múltiples generaciones de investigadores e investigadoras le reconocen su generosidad y solidaridad en el acompañamiento de sus trayectorias en México, Argentina y otros países de América Latina.
Además de un reconocimiento, esperamos que este premio sea un nuevo impulso para seguir construyendo puentes y extendiendo raíces entre México y Argentina.
Fuente: https://www.fahce.unlp.edu.ar | Noviembre 2, 2021
El Instituto de Investigaciones Filosóficas
extiende una amplia felicitación a nuestra querida investigadora
Dra. Atocha Aliseda Llera
Por haber obtenido el Premio Universidad Nacional 2021
en el área de investigación en humanidades
Fuente: Gaceta UNAM | Octubre 24, 2021
Ceremonia durante la cual el Dr. Mark de Bretton Platts Daley recibió el reconocimiento por el emeritazgo que le otorgó la UNAM en 2020.
Fuente: UNAM Global TV | Mayo 17, 2021
Desde las matemáticas y la lógica computacional hasta la filosofía pragmática, la mexicana Atocha Aliseda atraviesa disciplinas para tratar de entender cómo razonan y diagnostican los médicos.
En 1996, cuando trabajaba contra reloj para terminar su tesis del doctorado en Filosofía y Sistemas Simbólicos, Atocha Aliseda empezó a perder la fuerza en las manos. Hacía meses que tecleaba sin parar en una oficina del Centro para el Estudio del Lenguaje y la Información de Stanford, con los pies casi colgando de la silla y los brazos hasta arriba para alcanzar un escritorio demasiado grande para su estatura, hasta que llegó un momento en el que no era capaz de levantar una taza.
Después de varias consultas, los médicos le diagnosticaron “síndrome de estrés repetitivo”, una forma de definir su problema por lo que veían: un conjunto de síntomas causados por la repetición de movimientos. También le diagnosticaron fibromialgia, que es otra forma de nombrar una enfermedad por sus efectos más que por sus causas: dolor crónico en los músculos y en el tejido fibroso. Mientras los médicos buscaban una explicación para sus dolencias, ella trataba de avanzar con una tesis que tendría como título Buscando una explicación: la abducción en la lógica, la filosofía de la ciencia y la inteligencia artificial.
Tal vez en esos meses en los que prácticamente no pudo usar un teclado nació el impulso que la llevaría una década después a ponerse una bata blanca todos los viernes para asistir a la discusión de casos clínicos en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México. Pero en Stanford, a sus 32 años, su investigación no estaba enfocada en cómo razonan los médicos, sino en la lógica de la abducción misma: lo que Aliseda ha descrito como “el proceso de razonamiento mediante el cual se construyen explicaciones para observaciones sorprendentes, esto es, para hechos novedosos o anómalos”. La lógica del descubrimiento y la explicación científica, un asunto central en su recorrido académico.
Durante años, Atocha Aliseda —que se formó inicialmente en matemáticas— ha trabajado en la elaboración de modelos lógicos y computacionales de la abducción. Pero en 2006, después de dar una charla sobre el razonamiento abductivo en un seminario, su investigación sumaría una nueva dimensión. Al terminar su exposición, se le acercó una historiadora de la medicina y le dijo: “Oye, lo que tú haces es diagnóstico. El diagnóstico médico es así. ¿No quieres venir a trabajar con nosotros?”. Así fue como empezó a asistir a sesiones clínicas donde se discutían casos complicados y a trabajar con la historiadora y un neurólogo para reconstruir el recorrido de algunos diagnósticos difíciles.
En 2008 publicaron un primer artículo sobre su trabajo: Medicina y lógica: el proceso de diagnóstico en neurología. Sin embargo, cuando lo tradujeron al inglés y lo enviaron a una prestigiosa revista de filosofía de la ciencia, el artículo fue rechazado en tiempo récord. Entonces les pidieron a otros colegas que lo leyeran para entender qué había pasado. “Y la conclusión de varias personas fue: este no es un artículo ni de filosofía, ni de lógica, ni mucho menos de medicina. No te lo van a aceptar en ningún lado. Y ese es el problema con lo que yo hago”, explica.
En 2017, además de su trabajo como docente e investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México, Atocha Aliseda empezó a organizar un Seminario de Epistemología de las Ciencias de la Salud, un espacio que le ha permitido sumar perspectivas y dedicar más tiempo a lo que se ha convertido en uno de sus intereses principales: la aplicación del razonamiento abductivo en el diagnóstico médico. En el mundo, a excepción de la Mesa Redonda de la Filosofía de la Medicina —un espacio abierto para científicos interesados en estos temas—, no existen muchos antecedentes de lo que hace la especialista mexicana. Y su ambición no es producir conocimiento para consumir dentro de espacios académicos, sino poner a las disciplinas a nutrirse con fines prácticos.
“Para eso no hay una metodología de cómo trabajar, pero sí tienes que empezar por generar un lenguaje común”, dice una tarde de finales de enero en la plaza de la Conchita de Coyoacán, uno de los barrios más emblemáticos de Ciudad de México. Atocha Aliseda lleva un cubrebocas con un mapache bordado que compró a una comunidad zapatista de Chiapas. Cuenta que una colega investigadora que desarrolló una prueba de antígenos para la covid asesoró a los zapatistas para fabricarlos y salieron tan bien que están agotados.
Cerca de esta plaza, en una esquina, está el restaurante El Convento, donde los padres de la epistemóloga tuvieron su primera cita. Se habían conocido en un hospital: su madre trabajaba como administrativa y su padre era médico pediatra.
“La verdad es que eso te marca”, dice. Allí reconoce una de las raíces de su interés por pensar la medicina: todas las tardes que escuchaba a su padre interrogar a sus pacientes por teléfono la llevarían años después a reflexionar sobre el proceso que iba de aquellas preguntas a un diagnóstico médico. De un modo menos evidente, hay también una línea invisible que une su investigación con la fascinación que le causaban de niña las novelas de Agatha Christie. Los médicos, ha explicado Aliseda, al igual que los detectives, plantean una explicación posible para un hecho a partir de indicios (los síntomas) y desde ahí buscan información para corroborar su hipótesis.
Una semana después de aquel encuentro en Coyoacán, recibiría la noticia de la muerte de su madre, que padecía desde hacía tiempo una enfermedad pulmonar. Durante 10 años, para lidiar con el problema de salud de su madre, había tenido que coordinar con distintos especialistas (neumólogo, cardióloga, endocrinólogo, ortopedista) para tomar decisiones. El vínculo entre su investigación y su vida personal se había vuelto una práctica cotidiana y una confirmación del carácter vital de su búsqueda: para Atocha Aliseda, la abstracción siempre ha sido una forma de comprometerse con el mundo, no de evadirlo.
María Teresa Rodríguez González
Instituto de Investigaciones Filosóficas
Cada año, desde 2003, la UNAM entrega el Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz a sus profesoras, investigadoras y técnicas académicas de escuelas, facultades, centros, institutos y planteles de bachillerato que se han distinguido por su labor y aportaciones académicas, ya que con ello no sólo han hecho más visible el trabajo de la mujer universitaria, sino también han contribuido a fortalecer la equidad en la Universidad y el país.
Hoy serán galardonadas 81 académicas propuestas por el Consejo Técnico o Interno de la institución a la que pertenecen, por haber sobresalido en la realización de sus tareas de docencia e investigación en todos los ámbitos del conocimiento, así como en la difusión de la cultura.
Las candidaturas se presentan luego de la publicación de una convocatoria en la que se invita a la comunidad de esta casa de estudios a nominar a las mujeres que consideren cuentan con los méritos mencionados.
Durante la ceremonia, presidida por el rector Enrique Graue Wiechers, se nombrará y mostrará la imagen de cada una de las premiadas y algunas de ellas tomarán la palabra en representación de sus colegas para expresar su sentir sobre la distinción.
El Reconocimiento se ha otorgado a cerca de mil 600 mujeres, adscritas a alguna de las 96 entidades académicas de la Universidad, Consiste en una medalla y un diploma con la imagen de Sor Juana Inés de la Cruz, y se otorga cerca del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Este año la entrega se hará mediante una ceremonia virtual debido a la situación sanitaria que se vive en México.
Entre los requisitos para que una académica reciba este galardón se encuentran: tener un nombramiento académico definitivo en la Universidad Nacional, no haber obtenido el premio anteriormente, sobresalir en sus áreas de trabajo y, como se refirió ya, ser propuesta por el Consejo Técnico o Interno de la instancia donde está adscrita.
Fuente: Gaceta UNAM | Marzo 4, 2021
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